Cuatro

Cuando a Caprile se le fue la olla

El diseñador participó en 'Planeta Calleja' y contó que estuvo a punto de perder el norte y fueron sus hermanos los que le ayudaron a «volver a tierra»

Jueves, 6 de febrero 2020, 07:22

«En esta profesión nuestra hay un momento dado en que se te va la pinza porque ves tu nombre en los periódicos y ya te crees vete tú a saber el qué. Y te vuelves gilipollas», confesaba Lorenzo Caprile en 'Planeta Calleja'. El ... diseñado acudió a la llamada de Jesús Calleja que le proponía una aventura en Segovia. Y por el camino fueron charlando y desvelando confidencias como esa. «Mis hermanos me pusieron en mi sitio, me ayudaron mucho a bajar a la realidad», contaba emocionado el modista. La pérdida de identidad ocurrió cuando creó el traje de novia para la Infanta Cristina. «Tenía 29 años y reconozco que se me fue la olla», revelaba sincero el artista que sorprendió a Calleja porque vive en un hotel. «He pasado por cinco o seis casas en Madrid y no me sentía a gusto», argumentó.

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Tras almorzar un lechazo en Sepúlveda, la pareja disfrutó de un vuelo en planeador que logró que el experto en moda llorara de emoción. «Es precioso», comentaba entre lágrimas. Luego viajaron hasta Pradoluengo donde visitó unos telares de más de cien años de antigüedad. «El origen de mi oficio está aquí», decía Caprile indagando entre las vetustas maquinas que había estudiado y visto en fotos, pero nunca conocido en realidad. Entre rutas, el diseñador descubrió que cree en lo esotérico. «Me echo las cartas, pero solo los arcanos mayores», comentaba ante un suspicaz Calleja. «No es ver el futuro, te dan consejos (las cartas) y otros puntos de vista», declaraba el sastre.

El aventurero anfitrión opinaba que su convidado había acudido despeinado a la cita, por lo que decidió cortarle él mismo el pelo antes de proponerle una ruta ciclista de veintitantos kilómetros por el Cañón de Río Lobos, en la provincia de Soria. Y durante el trayecto ocurrió la anécdota más graciosa del programa. Embalado, Caprile se cayó de la bici y aprovechó para indicar a su entrevistador que le había dado «un apretón». «Pues el mejor sitio para cagar y luego limpiarse el culo con el agua del río es este», le dijo el montañista sin contemplaciones. Y dicho y hecho.

La aventura culminó con un intento de vuelo en parapente que no pudieron realizar por el viento. «Es mucho más importante decir no que seguir adelante por el ímpetu», aleccionó Calleja plegando velas. No obstante, días después volvieron a quedar para repetir la hazaña y esta vez lo consiguieron. Practicaron parahawking, que no es más que parapente realizado en compañía de un ave de presa amaestrada. Un águila se posaba sobre el brazo del modista mientras surcaban los cielos. «Toda una vida entre telas y, al final, una tela te lleva por el aire», zanjó el aventurero.

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