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Lo primero que hizo Pablo Motos al recibir a Raphael en 'El Hormiguero' fue llamarle «valiente» al recordar que el año pasado fue el primer artista español que dio un concierto multitudinario en la desescalada, «y te pusieron a parir», agregó. «Pues ya ves, no ... pasó nada y durante la gira, tampoco», justificó el artista que cumple sesenta años sobre los escenarios. «Este año el público ha estado especialmente bien conmigo», admitió satisfecho.
La pandemia obligó al cantante a retrasar muchos de sus espectáculos, sobre todo los que tenía previsto hacer al otro lado del charco. «En enero me voy a México a cumplir todos los contratos que debo desde que empezó esto. Hablamos de suspenderlos, pero no querían. Tú vienes cuando puedas, me decían», informaba. Y claro, hay que ser previsor cuando sabes que llenas cada una de tus citas. «Hay que trabajar con mucha antelación. En Estados Unidos, por ejemplo, el Carnegie hall o el Radio City, hay que reservarlos con mucho tiempo. Mi mujer se pone muy nerviosa cuando me oye hablar de reservas para dentro de dos años», contaba.
A pesar de su edad y del tiempo que lleva sobre los escenarios, Raphael mantiene su forma física. «Sigo cantando en el mismo tono, me suena la voz bien ahí y ahí tiene que seguir. El día que no pueda no engañaré a la gente por nada del mundo», explicaba. Y para mantener su voz a salvo tiene trucos. «Procuro no hablar mucho, en general. Para eso están los whatsapp. Hablar por teléfono cansa la garganta. Hablo poco y canto mucho», descubría. ¡Ah! Y en la ducha tampoco canta. «Por si me ahogo», bromeaba.
Al comienzo de su carrera, Raphael triunfó por todo lo alto a nivel internacional. Y el fenómeno fan le perseguía. Cuando llegaba a un país, los seguidores rodeaban su automóvil y le perseguían arriesgando sus vidas. «Me daba mucho miedo que alguien se cayera y se metiera debajo del coche cuando nos seguían», explicaba. Lo de las mujeres que se subían al escenario a darle besos y abrazos ya es otra cosa. «me cogían literalmente por el cuello y, para ser sincero, en ese momento te encanta. ¿A quién le amarga un dulce?», ironizaba.
Tras revelar que vivió en la casa que Richard Nixon tenía en Miami – «lo gracioso es que en la puerta ponía R.N. y nosotros decíamos que era Raphael y Natalia», manifestaba con guasa- y que la gente aprendía español en Rusia para entender sus canciones, el invitado desveló cómo conoció a su esposa. Ella le entregó un premio en una gala y él se presentó después de la cena y no hizo falta que apuntara su número de teléfono, «me lo aprendí de memoria», aseguró. «De ella me llamó la atención todo. Sobre todo su aire. Ha tenido siempre un aire muy especial. Una forma de ser y actuar en la vida muy bonita», elogió. Y dirigiéndose a la cámara le envió un mensaje: «El año que viene cumplimos cincuenta años de casados. Habrá que hacer algo sonado, ¿no, niña?».
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