joseba fiestras
Jueves, 22 de febrero 2018, 23:59
Ser capaz de mirarse en un espejo y aceptar quien eres, con lo bueno y lo malo, es imprescindible para ser feliz. Decía Alfredo Landa que el sentido del humor consiste en saber reírse de las propias desgracias, y Berto Romero ha volcado esa filosofía ... en ‘Mira lo que has hecho’, una serie de seis capítulos que pueden verse desde hoy en Movistar. La comedia es el eje central de una historia corriente, alejada de estridencias innecesarias, que narra el cambio de vida que supone para una pareja el tener a su primer hijo. La cotidianidad doméstica aporta suficientes tramas como para tejer un relato entretenido, con altas dosis de diversión y momentos que rozan un patetismo que más de uno o una habrá sufrido en sus carnes.
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Aquello de que los bebés no vienen con instrucciones es la esencia de la ficción. Sin manual, pero arropados con cientos de baldíos consejos del entorno paternal que, en lugar de ayudar, confunden y hasta crean controversias familiares. Y ese es el reto, superar los pareceres ajenos y que las visitas, que llegan a hacer del baño un refugio para la pareja, no conduzcan a la locura. Berto se desnuda en estos libretos, en parte autobiográficos, y no tiene pudor en mostrar las reacciones familiares (padres, suegros y compañía) ante un monólogo televisivo (sacado de ‘El club de la comedia’) subidito de tono y descontextualizado o reflejarse ante la cajera del supermercado que reconoce al famoso, pero no quiere un ‘selfie’ con él. Ese silencio enternecedor.
Desde el primer minuto hay una clara declaración de intenciones del autor. La voz en off de la madre comentando su parto pronto se transforma en la del padre, que en realidad trataba de interpretar sentimientos ajenos. Y hasta el calor agobiante que reina en el hogar que recibe al recién nacido se transmite al espectador. Dan ganas de quitarse el jersey ante el bochorno (en todos los sentidos) que supura la pantalla. Y todo, sin parar de sonreír. Porque el tono cómico impera y, aún sintiéndonos ante el espejo, reímos el drama. Y qué difícil es darle interés a lo ordinario y qué excelso lograrlo.
Humor con personajes sencillos y, a la vez, complejos. Y un evidente asalto a la diferencia de géneros, porque el sexo (o su ausencia) es otro de los ‘dramas’ que padece el dúo protagonista. «He llegado a pelármela con María Teresa Campos», confiesa él ante un amigo. «El chochete no vuelve a ser el mismo», le advierte una amiga a ella. Conversaciones naturales que vistas en la tele provocan carcajadas, y no dejan de ser parecidas a las que mantenemos todos en un entorno fiable. Solo que aquí vienen aderezadas por un suegro (fantástico Mariano Venancio) entrometido o meteduras de pata extraordinarias que acercan a Berto al personaje de Javier Gutiérrez en ‘Vergüenza’, sin llegar a las cotas infames de aquel.
Alejada de moralejas, cosa que se agradece, la serie se ve de un tirón y sabe a bien poco. Eva Ugarte es la réplica perfecta del humorista y el elenco que rodea a la pareja encaja como un guante en la trama dirigida con tino por Carlos Therón. Esta nueva forma de consumir series a la española (con episodios con la duración justa y todos a disposición del público desde el principio) es un acierto. Algo imprescindible en el panorama catódico actual. Cada cual devora a su manera.
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