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Lleva 35 años saliendo cada día en la tele y procura hacerlo siempre de forma distinta. «Prefiero salir de payasete diez segundos, a la gente tampoco se le puede aburrir, y que vean que estás con buen ánimo. ¡Y que encima vamos a comer rico ... rico!», arrancaba Karlos Arguiñano nada más llegar a 'El Hormiguero'. Pablo Motos le preguntaba por las caretas que tiene. «Igual tengo, entre caretas, muñecos y gafas, más de quinientas», desvelaba el chef que presentaba el libro 'Cocina de diez'. «Todos son buenos, pero este último es la repera. Es un libro de referencia. La gente que lo tiene en casa está salvada porque va a comer bien y con recetas sencillas», explicaba ufano.
El chef más televisivo compite ahora contra su propio hijo, Joseba Arguiñano. «Tiene su propio programa en ETB, 'Sukalerrian'. Somos competencia. Estamos a la vez, él en una cadena y yo, en otra. Y la madre prefiere ver al hijo», descubría entre risas. Citar a su mujer le conducía a otro tema. «El amor es algo tan potente que te deja ciego, pero luego el matrimonio te devuelve la vista», bromeaba antes de revelar cómo inició su relación. «Tenía 19 años el día que conocí a Luisi. Ese día me tocó el gordo. Ella no estaba por mí, estaba esperando a otro, pero el otro estaba lerdo. En Euromar había una discoteca a la que íbamos todos los jóvenes de Orio, Zarauz, Getaria… Y yo a esta la había visto en la pescadería. Y de pronto la veo en la discoteca. Le pedí bailar, y cuando acabo la pieza va y me suelta. Yo quería seguir. Al rato, vuelvo, bailo y otra vez se me piró. A la tercera volví, y luego me enteré de que estaba esperando a otro, pero el otro no venía. Fue el que tenía que ir», recordaba con salero.
La de Arguiñano es familia feliz y numerosa. «Tengo siete hijos y trece nietos, así que nos juntamos en mi casa 18 o 20 todos los domingos. Es Navidad todos los domingos», comentaba jocoso el maestro de fogones que destaca por gozar de un carisma fuera de serie. Y destila guasa hasta a la hora de hacer regalos. En Navidad, compró diez ukeleles, uno para cada nieto. «Hay una tienda de aparatos musicales en Zarautz y les pedimos diez. Nos dieron una serenata… Tengo uno de dos años, Aimar, que también quería una púa. Y tenía un interés en tocar…», relataba el cocinero cuyo hogar se llena muy a menudo de familiares. «El momento en que vienen es una alegría inmensa, y el que se van, también. Entiendo que hay muchos padres y muchos abuelos que igual no tienen la oportunidad de verse con sus hijos y sus nietos con la frecuencia que yo les veo. Soy muy afortunado. Eso no tiene precio», reconocía.
Bromista eterno, Arguiñano admite que, a veces, alguna chanza se le va de las manos. «El día de los inocentes, en mi programa, hablé de que había un centro en San Sebastián de Inteligencia Artificial que querían hacer un estudio conmigo durante todo el mes de enero. Me iban a hacer cien preguntas al día y ellos iban a ir estudiando mis respuestas. Y luego, los cuatro sábados de enero, yo iba a ir al mercado con unos aparatos puestos en la cabeza para que la gente supiera qué es lo que estoy pensando. Todo para que, dentro de dos o tres años, la gente pueda cocinar las cosas pensando como yo. Lo que no me esperaba es que la gente me empezó a felicitar por la calle. ¡Y era una inocentada!», comentaba cosechando carcajadas.
La charla con Motos sirvió para saber cómo son los despertares de Arguiñano. «Según me levanto, tiro de sartén. Lo del cafecito me parece de estudiantes. Voy al gallinero, cojo el huevo y me lo pongo frito o revuelto o en tortilla. Con un poquito de cabeza de jabalí, una cebolleta fritita… No me cuesta nada hacer eso, es más, lo hago en pelotas. Y si estoy solo, desayuno en pelotas. Es mi momento», descubría el chef que presume de tener 75 años y estar en plena forma. «Le pregunté a un señor de 91 años que había venido desde Vitoria a un almuerzo que teníamos en Getaria a ver qué había que hacer para estar así a su edad. Y me dice: Cenar poco y no enfadarse», apuntaba. Y eso hace el comunicador vasco a cuyo restaurante acuden autobuses de admiradores para verle. «A mí me han hecho feliz los que me ven todos los días. Y vienen a verme y les querría decir que yo soy una persona tan normal como el que tienen en casa al lado. Estoy muy agradecido a toda la gente. Y sigo, no tengo idea de jubilarme, he firmado dos años con Antena 3», zanjaba.
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