Les voy a contar mi proceso con 'Arcane'. Empieza con una absoluta indiferencia, el día que anuncian «una serie de animación basada en 'League of Legends', el videojuego más jugado del mundo». Sinceramente, pensé que sería una patochada más para justificar lo que dice el ... algoritmo. Luego llegó el tráiler y creo que, con ese prejuicio tan crudo e indudable, no le presté atención. El día que la estrenaron, no me enteré. Y, a partir de ahí, empecé a leer comentarios en Twitter muy entusiastas. Pero mucho. Voy a destacar dos. El primero, no recuerdo quién lo puso, decía: «Me da pena que la gente que no le interese el videojuego no la vea». Y el segundo, del mismísimo Javier Olivares ('El Ministerio del Tiempo'): «El sentido de la animación y la calidad de 'Arcane' son impresionantes. Pero su planificación es mejor todavía». Ahí fue cuando decidí que iba a meter la patita por debajo de la puerta, a ver qué encontraba.

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Y rediós. No lo quiero pensar mucho por si encuentro otros ejemplos destacables y me arruinan la exageración, pero ahora mismo pienso sin atisbo de duda que 'Arcane' es lo mejor que ha hecho Netflix en toda su historia. La animación es un prodigio maravilloso y espectacular. De hecho, el arte en general es de una belleza absoluta: de la forma de dibujar los rostros a los imponentes horizontes. Y qué manera de mover la cámara, de hacernos correr por sus estrechas calles, de contar tanto sin decir una palabra. Técnicamente, me encanta todo.

Sobre la historia, para un lector de fantasía esto es una delicia. Encuentro guiños a Locke Lamora, a los 'Nacidos de la Bruma' y a ese lodo que impregna toda la obra de Abercrombie. Y está tan bien contada, tan bien hilvanada, tan milimétricamente planificada, que cada capítulo es un refrescante soplo de aire fresco.

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