La unificación está a la vuelta de la esquina y todos lo intuyen. De ahí que surgan auténticas batallas dialécticas por lograr el puesto de capitán, sobre todo entre los azules. Y no pugnan por el liderazgo para mandar, más bien porque saben que el título les brinda la inmunidad. De ahí que Luisito quisiera el rol, enfrentándose a Lobo por él.
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El tronkoala aguardaba a ambos conjuntos. Los elegidos eran Lobo, por los azules, y Aritz, por los verdes. Los seleccionados, aferrados a sus troncos con uñas y dientes, eran esenciales. Un cesto en el centro de la charca con dos bolas esperaba a los concursantes que debían apropiarse de los balones y encestarlos en sus correspondientes canastas. Una vez cumplido el primer objetivo, tocaba arrancar de su tronco al contrario. Y aquello fue misión imposible.
El juego luego limpio imperó en una prueba de contacto que, sin embargo, ambos equipos respetaron. Hubo tensiones. «Como me lesione, te acordarás», amenazaba Lobo a Patxi Alonso. No hubo fracturas, alguna magulladura y poco más. Eso sí, al final quedaron en el terreno de juego Lobo y Aritz que peleaban cuerpo a cuerpo por la victoria. Aquello parecía lucha grecorromana. «Esto es una putada, ya vale ¿no?», protestaba Lobo viendo que ninguno de los dos podía ganar. Y se acabó el tiempo, y ni los rezos de Luisito surtieron efecto. «Empatar nunca es bueno», avisaba el presentador antes de declarar nulo el juego.
«Lo primero que tenemos que decir es zorionak a todos», brindaban los presentadores felicitando al personal por el juego limpio. Lobo y Aritz se abrazaron, demostrando que la rivalidad quedaba en el campo. «Pero también os lo hemos dicho, así que cada equipo va a tener que elegir a un miembro de los suyos, y esa persona se va a jugar todo a una carta: la inmunidad, el campamento rico y la expulsión», informaban Patxi y Lur Errekondo.
Nella fue la nominada en el equipo azul, la última roja se jugaba la piel y lo aceptó con suma deportividad. En el campamento Cóndor, Txubi se postulaba para ir al duelo. «He visto la ocasión perfecta de poder lucirme», proclamaba. Pero al joven le pudo la presión. «Inconscientemente, me ofrezco a las cosas, pero el miedo está ahí», sollozaba. Y Locuras calmaba las aguas. «Si no te ves seguro, nos juntamos todo el equipo y sacamos una conclusión diferente», tranquilizaba el capitán esmeralda. Los Cóndor decidieron votar y, esta vez sí, Txubi fue el señalado definitivo.
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«He venido a guerrear y a dejarme la piel», avisaba Nella antes de comenzar el último reto. Ella y Txubi debían coger de uno en uno tres banderines que colgaban de una cuerda. Y sin vincularse, con lo que podían caer al agua. La Puma lo intentó con garra, pero Txubi le sacó ventaja desde el primer minuto haciéndose con el trofeo. «Ayer la prueba me reventó, pero soy la última puñetera roja», aducía la peruana antes de despedirse y cerrar el ciclo rojo que culminaba con ella.
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