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Alejandro Sanz se ha convertido en un referente musical que llena estadios y vende millones de discos. Su nombre ya es una marca, cuyo apellido bautiza su último trabajo. Y hasta tiene Monopoly propio. «Reconozco que les hice trampas a mis hijos porque les quería ... ganar», bromeaba cuando examinaba el juego de mesa que Pablo Motos llevó a 'El Hormiguero'. Su álbum lo edita en varios formatos, y hasta las veteranas cintas de cassette vuelven a la vida gracias al compositor. «Es una especie de declaración de intenciones. Escuchar una cassette es un ritual que se ha ido perdiendo. Hoy se consume música a mucha velocidad y este es un acto de rebeldía para tratar de recuperar aquella calma», notificaba.
Sanz elaboró su disco tras el confinamiento y no fue tarea fácil. «Cuando empecé a escribirlo tenía un bloqueo increíble. Estaba como en shock. Me di cuenta de que tenía que volver a mis orígenes y cogí mi primera guitarra y con ella logré escribir 'Bio' (uno de sus temas en los que hace un repaso íntimo de su vida). Antes de sacarla tuve dudas porque uno se expone mucho. Soy un gran tímido y una forma de vencer esa timidez es exponernos brutalmente», explicaba. Fue entonces cuando llegó el momento más emocionante de la charla. El invitado echaba la vista atrás y recordaba los esfuerzos que tuvieron que hacer sus padres, en concreto su madre, para sacarle adelante. «Cuántas veces la vi llorar porque perdía la batalla», evocaba.
Si algo caracteriza al cantante es el éxito que le ha acompañado desde sus inicios. «Uno puede sospechar más o menos si una canción va a gustar. Tengo una conexión con la gente que me escucha: Cuando dejo salir lo que llevo dentro, normalmente funciona. Y cuando pretendo ser lo que no soy, normalmente no funciona», descubría. Eso sí, una vez el disco está finiquitado, mejor no volver a él. «Cuando acabo un álbum tardo bastante en volver a escucharlo. Es que suelo cambiar detalles hasta el último minuto, así que cuando ya está finalizado, como ya no tengo oportunidad de alterar nada, prefiero no escucharlo y quedarme con el recuerdo de las canciones», argumentaba un artista que reconoce hacer dos horas de gimnasia al día para mantenerse en forma. «Y entreno escuchando a Arguiñano. Yo estoy levantando pesas y él está con los ajitos y las cebollitas», bromeaba.
Sanz no dudó en acercarse al público presente en el plató durante la pausa publicitaria y llegó a firmar la tripa de una mujer embarazada. El músico reconocía ponerse siempre unos esparadrapos en las manos antes de salir a actuar. «Sentí que me daba suerte y se ha convertido en una especie de ritual», contaba. Ya tiene su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, «en la puerta de Capitol Records, un sitio increíble. No estoy con John Wayne, pero estoy con los Beatles», informaba. Y sobre las fiestas que celebra en su casa y la posible presencia de José Luis Martínez Almeida e Isabel Díaz Ayuso, el creador puntualizaba: «Yo no hablo de mi vida privada. Por mi casa pasa mucha gente y hay una sola regla: allí no se habla nunca de política. Está prohibido. Va gente con muchas formas de pensar y es un espacio libre de humos», desvelaba.
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