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Los libros han aguantado la sacudida de la pandemia, pero los DVD están tocados de muerte. Así lo acaba de certificar el Instituto Nacional de ... España (INE) al excluir los reproductores de la 'cesta de la compra', es decir, del IPC que valora el precio de los productos habituales en los hogares. Los aparatos más baratos rondan los 25 euros pero, aun así, la demanda ha caído en picado y es probable que acaben como una rareza que solo atesoran los nostálgicos. Así como el confinamiento y las videollamadas revalorizaron las bibliotecas como telón de fondo (aunque solo fuera por postureo), lo cierto es que pocas veces se veían videotecas bien surtidas con carátulas de películas. Ni siquiera como elemento decorativo.
«Es una tendencia que no tiene vuelta atrás. La gente prefiere el consumo digital de pantalla. El fetichismo de lo material, el gusto por acumular DVD en una estantería, es algo muy minoritario. La pandemia no ha hecho más que constatar un cambio en los hábitos que se remonta a 2010 o, incluso, un poco antes», apunta Albert Vinyals, psicólogo del Consumo y del Neuromarketing y profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona. Según los últimos datos del Estudio General de Medios (EGM), que corresponden a 2020, solo el 14,3% de los hogares españoles conserva un reproductor de DVD, mientras que en 2013 rondaba el 63%. Un desplome de 48,6 puntos porcentuales al que ha contribuido en gran medida la irrupción de plataformas online como Netflix, HBO, Filmin. Amazon Prime...
-48,6% Caída porcentual entre 2013 y 2020 del número de hogares que cuenta con un reproductor de DVD. En la actualidad el número de hogares con uno de estos aparatos es de 2.668.000 (el 14,3% del total), mientras que en 2013 eran 8.588.000 (63,9%).
Caen los lanzamientos en alquiler de DVD. Se desploman un 42,4% respecto a 2019.
Menos descargas. 4.439.214 personas se descargaron vídeos, series o películas, un 35,6% menos que en 2014, cuando se alcanzó el pico de 6.892.974.
Vídeos en 'streaming' al alza. Han crecido un 52,4% con respecto a 2019. Las visualizaciones de audiovisuales en streaming gratuitas son inferiores, por primera vez, a las de pago (9.410 millones frente a 10.914 millones).
Más allá de las explicaciones psicológicas, lo determinante es el factor económico: un filme reciente en formato de DVD no baja de 20 euros. Solo el cinéfilo ferviente o el profesional del sector apuesta por el soporte físico, ya sea porque le atraen los extras ('The making of', entrevistas, galería de fotos...) o por la sencilla razón de que le interesa tener siempre a mano determinados títulos. «Esto es algo que las nuevas generaciones no entienden. Ellos buscan la experiencia del momento, no les interesa la posesión del producto. ¿Quiénes ven las películas varias veces? A la mayoría le basta con un visionado».
Eso explica que el 'streaming' haya superado ampliamente a las descargas con respecto a 2014: en el primer caso, se registra un incremento del 52,4%, mientras que los usuarios que se bajaron vídeos, series o películas son un 35,6% menos. «En la mayor parte de los casos, las descargas se hacen por comodidad, porque no tienes internet y quieres ver algo. No responde a un interés acumulativo», recalca Vinyals. En opinión del experto, se ha impuesto el paradigma de lo efímero: «Salvando las distancias, no hay más que ver a los 'influencers' que posan con ropa y coches de lujo. Son cosas que alquilan para sacarse la foto y colgarla en internet. Visto y no visto». Lo duradero y permanente no está de rabiosa actualidad.
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