De compras. El Black Friday, en la imagen Ciudad del Cabo este viernes, se ha extendido a medio mundo. reuters

La Tierra entra en cuarto menguante

El decrecimiento económico basado en reducir el consumo para afrontar la crisis climática cobra adeptos: vivir con menos buscando un mayor bienestar

Domingo, 27 de noviembre 2022, 01:09

Crecer o decrecer no es la cuestión para muchos, ya ni siquiera supone una disyuntiva a considerar en un planeta finito que debe soportar el consumo sin fin de 8.000 millones de humanos y donde el 20% de la población acapara el 85% de ... los recursos naturales. Hasta hace poco, la palabra decrecimiento estaba inseparablemente ligada a movimientos de izquierdas y en otros sectores ideológicos era vendido como un 'coco', un mal llamado 'austericidio' que levantaba ampollas, una 'vuelta a las cavernas' promovida por radicales en un planeta que cada noviembre celebra entusiasmado el Black Friday... Pero la palabra resuena cada vez en más voces que ondean no ya la bandera roja, sino la de la crisis climática como un pañuelo blanco pidiendo tregua.

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El decrecimiento resurge con cada cumbre climática que se clausura sin acuerdos tangibles. Como la que acaba de terminar en Egipto con un inconcreto plan de creación de un fondo para los más pobres, los más afectados por el calentamiento. Para unos, un acuerdo histórico, para otros, nuevo fiasco. Falta un año para la próxima, en Emiratos Árabes Unidos, cuya principal fuente de ingresos es el petróleo (en 2009 producían más de 2,5 millones de barriles al día, mientras que en 2021 subieron a 3 millones). Y será en Dubai, la ciudad de la isla artificial en forma de palmera, ligada al derroche y la ostentación. Con esta perspectiva, muchos dudan de los acuerdos que puedan cerrarse allí para salvar un mundo donde si todos los habitantes llegaran a 'disfrutar' del estilo de vida de EE UU (emisor junto con China del 40% de gases de efecto invernadero) serían necesarios 5 planetas Tierra.

Recurrir entonces al decrecimiento económico para frenar el desastre medioambiental es una tendencia que se extiende. Como define el antropólogo Jason Hickel, miembro de la británica Royal Society of Arts: «Hablamos de la reducción planificada del uso de energía y recursos diseñada para restablecer el equilibrio de la economía con el mundo vivo de manera que reduzca la desigualdad y mejore el bienestar humano».

Tampoco hace falta vivir como uno de los defensores del decrecimiento en nuestro país, el naturalista Joaquín Araujo, en una casa en la Sierra Palomera, en la comarca de Las Villuercas (Cáceres), donde cultiva ecológicamente, utiliza paneles solares y biodiesel, cuida de gallinas, planta árboles y ordeña cabras: «Vivir más austeramente es el mayor grado de libertad que puede conseguir un individuo», asevera con conocimiento de causa. También el papa Francisco en su encíclica de 2015 llamaba a «detener la marcha» incluso «volviendo atrás», aceptando «cierto decrecimiento en unas partes del mundo y aportando recursos para que otras puedan crecer sanamente».

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Abanderado de esta causa es Fernando Valladares, científico del CSIC: «La palabra decrecimiento era hasta hace poco una blasfemia. Pero mientras algunos buscan un término que suene mejor estamos perdiendo un tiempo muy valioso para ir programando la ineludible desescalada económica. O lo programamos o nos golpeará una recesión…». Recuerda que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) expone la necesidad de «poner patas arriba el modelo socioeconómico, cambiarlo profundamente».

«Trabajar menos para desear menos y gastar menos. Pero para disfrutar más y mejor. ¿De verdad creemos que tener 4 pantallas es progreso?»

Romain Lauféron | Ingeniero. Extinction Rebellion

Un ingeniero informático

En cuanto a lo de volver a las cavernas, solo hay que entrar en casa del francés afincado en Leioa (Bizkaia) Romain Lauféron, ingeniero informático de 40 años, padre de tres hijos e introductor en Euskadi del movimiento internacional Extinction Rebellion, que lucha por frenar la crisis climática mediante la desobediencia civil a través de la acción no violenta. Tanto él como su familia intentan «vivir con menos para vivir mejor». Pese a que lamenta no poder llevar más a rajatabla los principios que defiende: «Este ordenador es de segunda mano, lo compré en Reciclanet, donde lo formatean y le instalan un software libre». Así trabaja en la creación de páginas web y ve películas con sus niños de 11, 9 y 5 años, pues no tienen tele: «Leemos más, jugamos a juegos de mesa, tocamos instrumentos, hacemos manualidades, salimos a la naturaleza. Y evitamos los juguetes con pilas 'made in China'».

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Regenta la Tienda Comprometida, donde vende productos solidarios y camisetas 'tuneadas'. «Hay que reducir la jornada laboral para trabajar menos y mejor y ganar más vida. Ya lo dijo José Múgica, expresidente de Uruguay, que cuando compramos algo no lo pagamos con dinero sino con el tiempo que estuvimos trabajando». Si sus hijos o él necesitan ropa, y solo si la necesitan, acuden a Koopera a comprarla de segunda mano. Y si van a París lo hacen en tren, nunca en avión. «Solemos asociar calidad de vida a dinero, consumo, viajes lejanos... Yo lo asocio a tiempo de calidad con personas, juegos, naturaleza, amistades, amores. Prima el ser frente al tener. Trabajar menos para desear menos y gastar menos. ¡Para disfrutar más! ¿Acaso tener 4 pantallas es progreso?».

Coral Calero, del Observatorio de Impacto Social y Ético de la Inteligencia Artificial OdiseIA, incide en ser conscientes de la cantidad de software que consumimos: «Todo se ejecuta en un dispositivo, sea el que sea, y todo dispositivo necesita electricidad». Aporta un dato que asusta: una hora viendo Netflix equivale al CO2 que emite un coche para recorrer 12 kilómetros. Cada minuto del día se ven 452.000 horas de Netflix, 5 millones de km. en coche... ¡127 vueltas al mundo!

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Aun sin ser vegetarianos estrictos, los Lauféron conocen «la importancia de no comer tanta carne», además de comprar productos locales y de temporada. Suele desplazarse en bicicleta, aunque con tres hijos usa también coche. Es socio de la cooperativa de energía Goiener, iniciativa ciudadana de energía renovable, y guarda su dinero en la banca ética. «Pero el decrecimiento no es la suma de decisiones individuales sino un cambio estructural para salir de nuestra adicción al crecimiento». Señala la necesidad de empoderar a la gente: «En Nantes, paralizaron la creación de un aeropuerto. Ahora van a hacer un conducto subfluvial para unir la margen izquierda con la derecha. Pero, ¿hacen falta más infraestructuras? Deberíamos poder decidir entre construir un parking para coches o un parque para niños».

Algo similar señala Iosu Ramírez, socio director de la ingeniería Leber, a quien recurren ayuntamientos vascos para generar sus planes de movilidad. Resalta que, según la Diputación Foral de Bizkaia, «en los últimos 25 años hemos aumentado un 35% el total de kilómetros realizados en nuestras carreteras, a pesar de ser un territorio maduro con una población que no aumenta». Apunta que en España el 30% de la electricidad se produce emitiendo CO2.

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«Nuestro bienestar no puede depender de tener más, sino de ser más. Tenemos más, pero no por ello somos mejores»

José Antonio Corraliza | Psicólogo ambiental de la UAM

La etiqueta 'ecológica'

«Sumemos que solo para cargar las baterías de nuestro parque de turismos necesitaríamos subir un 15% la producción total de electricidad. Sin aumentar la nuclear y sin más hidráulica, deberíamos multiplicar por 2,5 la producción actual con solar y eólica. Y, por desgracia, igual que el tabaco light aumentó el consumo total de nicotina en EE UU, la etiqueta 'ecológica' que le ponemos al coche privado eléctrico nos llevará a usarlo más. Aun con motores más eficientes, el aumento de kilómetros sobrepasa el efecto positivo de la mejora tecnológica. Deberíamos examinar con más seriedad el decrecimiento».

Defensor del buen uso de la tecnología y escéptico sobre el poder del decrecimiento es Enrique Dans, profesor de Innovación y Tecnología en el IE Business School: «Básicamente no es posible llevarlo a la práctica. Las sociedades ven muy mal el decrecimiento porque presupone una pérdida de bienestar, de estándares ganados que no estamos dispuestos a perder. Y si lo quieres llevar a cabo, solo van a seguirte aquellos a los que obligues». Considera que hablar de energías renovables no es decrecimiento, sino desarrollo tecnológico.

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Romain Lauféron, en bici. P. Nieto

José Antonio Corraliza es catedrático de Psicología Ambiental en la Universidad Autónoma de Madrid: «Las personas siempre aspiramos a más. Y después de centurias de información, la idea está muy incrustada en nosotros. Sin embargo, los individuos se están dando cuenta de que el problema no es crecer o decrecer, sino de qué significa crecer. El modelo de crecimiento significa tener más, conseguir más, disponer de más. Y está fracasando porque es excesivo, de aspiraciones descontroladas. Nos vamos percatando de que lo que proclama el minimalismo es cierto, menos es más». La idea es controlar nuestras aspiraciones; «los psicólogos llevan tiempo diciendo que las mejores y más efectivas ambiciones son las moderadas, no las desmedidas. Usar la templanza, una virtud, porque no podemos tener de todo a la vez y ya. Adoptar estilos de vida y conductas más sostenibles no significa ir a peor. Tenemos más cosas pero no somos mejores.

Gasto de recursos

5planetas Tierra serían necesarios si todo el mundo consumiera como lo hace EE UU en la actualidad. 4,5 si lleváramos el estilo de vida de Australia; 3,5 con el de Rusia; casi 3 con el de España; 2,5 el de China y menos de 1 con el de India.

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