Zurita y la ceguera de Dios
Golpe a golpe ·
'Mi Dios no ve' es el último volumen poético del chileno Raúl Zurita, un defensor del arte total que llegó a convertir su cara en soporte artístico produciéndose a sí mismo una quemaduraGolpe a golpe ·
'Mi Dios no ve' es el último volumen poético del chileno Raúl Zurita, un defensor del arte total que llegó a convertir su cara en soporte artístico produciéndose a sí mismo una quemaduraCARLOS AGANZO
Sábado, 29 de octubre 2022, 00:00
Su vida ha sido y es un purgatorio. El purgatorio, traído al presente, de aquella 'Divina comedia' de Dante que su abuela Josefina le leía una y otra vez en italiano, cuando murió su padre y él y su hermana quedaron sumergidos en una «pobreza ... ilustrada» que lo llevó a convertirse en el personaje que hoy es. Un personaje siempre controvertido, reconocido con grandes galardones internacionales, como el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, o el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Autor de cerca de cuarenta libros traducidos a lenguas como el italiano, el francés, el alemán, el inglés, el chino, el bengalí, el griego, el noruego, el estonio, el coreano o el ruso. Profesor visitante en Tufts, California o Harvard, y honoris causa por otras tantas universidades, entre ellas la de Alicante.
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Un defensor del arte total, lo que le llevó a convertir su cara en soporte artístico, produciéndose la autoquemadura que ilustró la portada de su primer libro, titulado precisamente 'Purgatorio', en 1979. También un adicto al amor maldito, cuando en marzo de ese mismo año, en competencia por «la autodestrucción» con su pareja de entonces, la escritora Diamela Eltit, decidió verter amoníaco en sus ojos para quedarse ciego, lo que no consiguió, a pesar de la gravedad de las heridas. Pero además un visionario de altura cuando, con treinta y pocos años, escribió con la estela de cinco aviones un poema visual sobre los cielos de Nueva York: quince frases de hasta nueve kilómetros de largo que el artista Juan Downey consiguió registrar con su cámara. O cuando dejó labradas en el desierto de Chile las palabras con las que se cerraba su libro 'La vida nueva': «Ni pena ni miedo», tres kilómetros de extensión de un verso para ser leído desde muy alto…
«Si alguien ha encarnado la poderosa y, por cierto, conflictiva, relación entre obra y vida, entre escritura y pasión, entre las palabras y lo que las mantiene vivas es, sin lugar a duda, Raúl Zurita», escribe el poeta, ensayista y editor Héctor Hernández Montecinos en el prólogo de 'Mi Dios no ve', el último libro del poeta, publicado en España por Vaso Roto. «Escribir, imaginar poemas escribiéndose en el cielo o trazados sobre el desierto fue mi forma íntima de resistir, de no enloquecer, de no resignarme», dice con sus propias palabras Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950), y añade: «No se trataba de responder con andanadas de poemitas de combate, sino de algo mucho más arrasado, más luminoso, más sordo, más violento». Una explicación más a una obra fundamentalmente centrada sobre sí mismo, sobre las heridas y las roturas de su vida en conflicto permanente consigo mismo y con los demás. También con ese Dios que es ciego, mudo y sordo, o que sencillamente no es, y al que permanentemente interpela.
Una muestra esclarecedora, la que se consigna en 'Mi Dios no ve', de la poética artística de uno de los autores chilenos más singulares de nuestro tiempo. Un ingeniero de Estructuras que fue uno de los primeros detenidos, apresados y torturados tras el golpe de Pinochet de 1973, creador desde la resistencia del CADA (Colectivo de Acciones de Arte), un grupo revolucionario que reivindicaba el uso de las ciudades como espacios puros de creación, y que a él lo llevó a utilizar su propio cuerpo como medio para «expresar la impotencia frente a la realidad y la necesidad de decir sin palabras». Un libro que surge de a traslación de los principales hitos de la muestra titulada 'Verás', organizada por el propio Hernández Montecinos, a instancias de la Biblioteca Nacional de Chile, en 2017, para conmemorar la concesión a Zurita del premio Pablo Neruda.
Desde su primer libro, aquel 'Purgatorio' que descolocó por completo a la crítica de su país a finales de los años setenta, el libro trae la obra poética de Zurita hasta hoy, entreverándola con lo más señalado de sus acciones artísticas. Recuerda sus grandes obras, además de 'Purgatorio', 'Anteparaíso' (1982), 'La vida nueva' (1994, revisada y aumentada hasta su versión definitiva de 2018) o 'Zurita' (2011), y se complementa con inéditos, originales y fotografías de algunas de sus creaciones más importantes.
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A estos habría que sumar otros títulos relevantes de su trayectoria, como 'Canto a su amor desaparecido' (1985), 'Inri' (2003) o 'Los países muertos' (2007). Antes que una antología, un 'mapa' de la obra creativa de Zurita, en palabras del responsable de esta edición, que trata sobre todo de destacar el trabajo de Zurita como 'poeta total', y de señalar su influjo en la poesía chilena e iberoamericana de nuestro tiempo. «Zurita ilumina y estremece lo que hasta ahora hemos llamado poesía chilena -escribe Montecinos-, pues a lo que creíamos nuestra tradición le ha dado un antes y un después; y a nuestra geografía, una historia».
Una dilatada vida poética y artística, con numerosos perfiles y puntos de vista, pero con un nexo común. La apuesta del escritor por la literatura sin concesiones, por la acción directa y, ante todo, por la fuerza. «Lo que más me importa, al menos en lo que trato de hacer -escribe Zurita en una de sus prosas poéticas- es la fuerza, que tenga fuerza. Es lo que me importa, no digo que yo sea el modelo de eso que me importa». «Si se pudiera hablar de una misión del artista -escribe en otra de estas prosas- ésa es ponerlo frente a lo que es, lo que podría o lo que debería ser, en forma permanente. Aunque la realidad de los hechos esté indicando exactamente lo contrario. En la medida en que se agudizan las situaciones dramáticas y conflictivas, yo más vuelvo a los viejos y antiguos sueños para ponerlos frente a lo que está dando». Frente a un Dios que no ve, su poeta, que trata de verlo todo.
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