Verso

Cuando se indaga en la etimología de una palabra, en ocasiones, la investigación se torna en viaje poético. Así ocurre con «verso», derivado del participio latino de 'vertere': girar, derribar, convertir. Su conexión etimológica con otras palabras habla de las múltiples caras del verso, de su esencia polifacética. En el verso se 'vierte' el alma del poeta, al igual que el agua se derrama. Este desbordamiento poético puede causar 'vértigo', provocar 'aversión' o simplemente 'divertir', aunque las más de las veces ese verso 'vertido' en papel o acompañado de melodía puede resultar 'controvertido' y mostrar el 'reverso' de una sociedad y 'advertir' de que no es oro todo lo que reluce. En otras ocasiones, ese verso es simplemente 'travieso' y juguetón, o silencioso e 'introvertido'.

Henchido de metáforas, barroco, vanguardista, «a sílabas cuntadas», o libre de rima, coreado golpe a golpe, o susurrado como un haiku de Aurora Luque: «La soledad/ sorprende en salas llenas/ de voces solas». El verso sigue siendo verso, y la poesía, poesía.