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félix maraña
Sábado, 21 de enero 2023, 01:11
Una fotografía de un grupo de poetas (Sevilla, 1927) ha simplificado la historia cultural de un tiempo más complejo y diverso que lo que fija la fotografía del homenaje a Góngora. La llamada Generación del 27 fue una constelación (hombres y mujeres) de músicos, poetas, pintores, narradores, intelectuales, privilegiados en una España pobre. Lo reconoció José Bergamín a propósitode los de la fotografía de Sevilla: «Éramos señoritos de marca». No es de extrañar que les molestara el olor a realidad de Miguel Hernández. Deseosos de tomar territorio en el pastel cultural, algunos echaron un pulso a sus mayores, como es el caso de Juan Ramón.
JRJ había asumido los principios de la Institución Libre de Enseñanza. Vivió en casa del doctor Simarro con otro institucionista del 27, Nicolás Achúcarro, bilbaíno a quien estimó de por vida y dedicó un libro de poemas. Ambos bebieron de Spinoza, y la docena de la fotografía de Sevilla, alineación oficial del 27, eran más de andar por casa, y se quedaron en Góngora, un cura aldeano, a decir de Machado.
Pero en aquella fotografía está Gerardo Diego (llamó al 27 'grupo', porque al franquismo no le gustaba 'generación'), quien con su antología de poetas de 1932 determinó un canon imborrable, antes y después de la guerra. Ni Machado ni JRJ quisieron estar en la segunda de sus antologías. Y algunos señoritos de Sevilla la emprendieron contra JRJ. Aprecios y desprecios marcan esa relación entre el poeta de Moguer y algunos del 27, todos ellos hombres. Las mujeres, inspiradas en la ILE, eran más educadas. Ese proceso creó relaciones, cordiales o despectivas, como retrata José Antonio Expósito en su libro 'Ecos de una voz. La amistad traicionada: JRJ y la generación del 27' (Linteo), donde cuenta con pormenor cómo algunos bebieron de JRJ. Salinas, plagiando con descaro. Una historia que es y se lee como una novela.
A JRJ no se le respetó como enfermo y exiliado. Guillén vino a España en 1953, crecido con homenajes de postín, y relanzó sus denuestos contra JRJ en la revista 'Índice'. A Aleixandre y los demás no les gustaba el endiosamiento de quien nunca escondió su psique ni su enfermedad. Nadie en España defendió entonces al poeta. El destino se vengó de las miserias concediendo en 1956 el Premio Nobel al autor de 'Platero y yo'.
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