luisa idoate
Sábado, 2 de octubre 2021, 00:57
El Etna está en erupción. De nuevo. Es el volcán más activo de Europa, con decenas de estallidos laterales e incontables en la cumbre; el primero anotado en 1.500 aC. No le faltan leyendas. Unos lo creen Tifoeo enterrado bajo Sicilia, otros Encélado, sepultado ... en ella por Atenea y Júpiter, y muchos lo vinculan con los cíclopes y la fragua de Hefesto. Desde la Antigüedad, atrae a naturalistas, escritores y científicos. Tres poetas romanos del siglo I aC lo describen, explican, admiran, analizan y documentan.
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«Allí está la voraz Caribdis, allí los bramidos del Etna amenazan con acumular de nuevo sus llamas rabiosas y en su violencia vomitar fuego por las fauces y volver a lanzar hasta el cielo sus rayos flamígeros». Así lo pinta en 'De rerum natura' Lucrecio, para quien la Tierra tiene recursos para sacudirse, conmoverse, emanar fuego y encender el cielo. Explica «de qué modo, la llama provocada de repente vomita fuera de los vastos hornos del Etna». Lo que, en su opinión, se debe «a la hueca naturaleza del monte», casi totalmente «apuntalada en cavernas de sílice» en las que «hay, además, viento y aire».
En 'Geórgicas', Virgilio lo retrata con pasión. «¡Cuántas veces contemplamos al Etna rebosante de fuego y humo, abiertas sus hornazas, desbordarse hirviente sobre los campos de los cíclopes y rodar globos de fuego y rocas derretidas!». Lo dibuja de nuevo en la 'Eneida'. «Borbotea cuajarones de llamas que lamen las estrellas. Otras veces arroja a las alturas las entrañas desgajadas del monte mugidor, sus derretidas rocas por los aires. La lava borbollea en lo hondo de su sima… Trinacria (Sicilia) entera tiembla».
La 'Metamorfósis' de Ovidio prevé las variaciones del volcán. «Pues si la tierra es un ser animado y vive y tiene respiraderos que exhalan llamas por muchos lugares, puede cambiar las vías de respiración y, cada vez que se mueve, cerrar estas cavernas y abrir aquellas». Se alimenta de los vientos de la profundidad que escupen brasas, y del alquitrán y el azufre que se incendian, señala. «Pero cuando la tierra no proporcione nutrición y grandes alimentos a la llama, consumidas sus fuerzas después de largo tiempo, y le falte a la voraz el sustento que le es propio, ella no soportará el hambre y abandonada abandonará el fuego».
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