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ELENA SIERRA
Sábado, 4 de agosto 2018
La mañana en la que la periodista y escritora Florencia Etcheves promocionaba en Bilbao su tercera novela (la primera en el mercado español), en su país se estaba votando en el Congreso si se despenalizaba el aborto o no. La votación fue ajustada, y durante ... horas se creyó que la ley no podría ir adelante, llegar hasta el Senado, pero al final ganó el sí. Un millón de personas estuvieron toda la noche en la calle, con sus pañuelos verdes como símbolo de la lucha por una nueva ley que evite que miles de mujeres mueran en abortos clandestinos.
Etcheves llevaba su pañuelo en la muñeca. Seguía a sus colegas periodistas en las redes. Es una de las voces que Argentina exige que las mujeres puedan decidir sobre sus propios cuerpos, y también es una de las que más se escuchan contra los femicinidios –la campaña 'Ni una menos'– y contra la trata de mujeres, un negocio «que borra fronteras» y que es la columna vertebral de 'Cornelia' (editada por Planeta). Veinticinco años trabajando en periodismo de sucesos son la base «cien por ciento real» de esta historia.
– Siempre es algo muy grande, siempre hay que dejarlo para luego, dice una de las policías de 'Cornelia' cuando preparan el dispositivo para detener a unos traficantes de mujeres.
– Cuando hablamos de la macrocriminalidad siempre son temas muy grandes y por grandes parece que se pueden posponer para después, pero inmediatamente yo pienso que han de ser muy importantes y que no deberían poder posponerse. Esa policía se planta ante esa situación desde su ironía para, como decimos en Argentina, decir 'che, loco, a ver si nos ponemos las pilas'. Desde su lugar de mujer también. Parece que lo que nos afecta pudiera esperar porque las mujeres durante tantísimos años hemos tenido paciencia; parece que esa, la de la espera, es una herramienta para que sigamos siendo pacientes. Me parece maravilloso que las mujeres occidentales, a nivel global, estemos dejando de tenerla. Agarrate, hacemos una revolución cuando dejamos de tener paciencia.
– En Argentina estos días se viven momentos decisivos. ¿Qué ocurriría si finalmente el aborto siguiese siendo ilegal?
– Que seguirían muriendo las mujeres en abortos clandestinos, 37.000 en los últimos años. Hay muchísimas mujeres muy pobres, muy humildes, que no tienen dinero para pagar un aborto seguro así que han acudido a cualquier lugar, llegaban a los hospitales con infecciones, a veces morían, a veces tenían que ser mutiladas. Las que sí tienen dinero de todas maneras han sido víctimas de la clandestinidad, como si fueran delincuentes. Si en el último trámite, en los próximos días, no sale adelante, las mujeres vamos a seguir en situación de riesgo pero vamos a seguir luchando. Estamos juntas. Tenemos esperanzas de que nos escuchen.
Femicidios
– Otro gran problema: los femicidios.
– Tenemos cifras grandes. En el último informe se habla de 379 asesinadas por el mero hecho de ser mujeres, una cada 30 horas. Hay que decir que en Argentina solo se cuentan estos casos desde 2015. Un país que no cuenta a sus muertas es un país tendente a fracasar en muchas materias.
– Ese número hace referencia a las que mueren...
– Otras son víctimas de violencia y no están en el registro porque siguen vivas.
– 'Cornelia' habla, en parte, de ellas, de las mujeres secuestrada por redes de trata. ¿Cuánto es real en esta ficción?
– Cien por ciento. Todo. Los personajes son ficción pero la mecánica está basada en casos que yo cubrí, en testimonios de mujeres rescatadas de las redes de trata a las que conocí, en familiares que durante años y años fueron buscando y siguen buscando, en causas judiciales a las que tuve acceso... Son las herramientas de veinticinco años de trabajo en la sección de Sucesos, que me sirvieron para armar la trama paralela al relato.
– De vez en cuando leemos una noticia sobre trata, pero...
– Ocurre todos los días a todas horas, es un delito que se sostiene en el tiempo. Explotan a una chica durante años. Y los hombres que, sabiéndolo, se convierten en 'clientes' de esas redes, son unos violadores y deberían ir a la cárcel. Es el mismo delito. 'Cornelia' es la historia del funcionamiento de la red, y es la búsqueda de la víctima, pero no solo: habla de las búsquedas de todos los personajes, de momentos personales. Este era el delito adecuado para focalizar la historia.
Libro como escudo
– ¿Sorprende los lectores?
– «¿Esto es así?», me preguntan, y eso me gustó mucho porque quiere decir que conté cosas que yo creí que sabía todo el mundo y no, lo sabía yo, que trabajé en ello durante tantos años. Y me causó muchísima emoción, cuando yo estaba en la feria del libro de Buenos Aires con la novela en 2016, que muchas madres vinieran a decirme que querían que sus hijas jóvenes la leyeran, sentían que eso iba a ayudarlas a cuidarse más, a protegerse. Es un libro que puede ser un escudo, una herramienta de información. La información es poder, nos ayuda a empoderarnos.
– ¿Para la trata no hay fronteras?
– Como ocurre con Cornelia, esta chica secuestrada a los 15 años, la trata borra fronteras. Es como si no existieran los océanos. Hay países cotos de caza, los de mayores índices de pobreza (en Argentina son las provincias más pobres y las chicas acaban en la capital), países de tránsito y países de consumo, a los que llevan a las chicas para ser consumidas como objetos sexuales. Mueve tanto dinero que está claro que las complicidades son enormes, no es delito pequeño y necesita complicidades de políticos, fuerzas de seguridad, etcétera. Cuatro o cinco bandidos son los de abajo, los que caen y van presos. Cuando vas subiendo en el escalafón, esos, los que manejan el dinero producto de las violaciones sistemáticas contra las mujeres, no caen nunca.
– ¿Está usted amenazada? Lo digo porque la periodista Lydia Cacho, mexicana, lo está en su país por informar sobre estos temas.
– Nunca tuve ningún inconveniente. México no es Argentina. Estuve en Ciudad Juárez un tiempo y sufrimos momentos extraños y difíciles, aquello es otra cosa. Lo que hace Cacho es de una valentía tremenda, ella es víctima de amenazas y en México las amenazas se cumplen.
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