
El tiempo que se irá
El latido cultural ·
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El latido cultural ·
'La casa', excelente novela gráfica en tono intimista de Paco Roca, ha sido llevada al cine por Álex MontoyaPaco Roca (Valencia, 1969), ha llegado a la madurez y a la maestría en su arte, que es la conjunción entre literatura y narración mediante ... dibujos que llamamos cómic. Todo lo que hace es bueno. En la distancia corta, con el estupendo humor de los álbumes de la serie del hombre en pijama, en la que se ríe mucho de sí mismo y se adivina que son más anécdotas autobiográficas, con el necesario punto de exageración, que autoficciones. Y en la ilustración; me encantan las que hizo para la edición de Astiberri (que publica todo lo de Roca en preciosas ediciones) de 'La metamorfosis y otros cuentos', de Franz Kafka. Pero es en la distancia de largo aliento, en la novela gráfica (un trabajo de una dimensión y exigencia que tiene que resultar tan abrumador como satisfactorio su buen resultado), donde Paco Roca da lo mejor de sí mismo y nos ofrece sus obras maestras. 'La casa' es una de ellas y así le fue reconocida en 2020 con el prestigioso Premio Eisner (que toma el nombre de WIll Eisner, el gran autor norteamericano creador de 'Spirit').
'La casa' acaba de ser llevada a la pantalla por Álex Montoya. Por lo que he leído es una buena adaptación que ha dado pie a una solvente película. Encabeza el reparto David Verdaguer (merecido Goya de actor protagonista por su encarnación del humorista Eugenio en 'Saben aquell', la mejor película de David Trueba). En el Festival de Málaga, recién concluido, el director y Joana María Ortueta han recibido la Biznaga a mejor guion adaptado.
'La casa' trata de dos de las constantes en la obra de Paco: la memoria, ya sea colectiva o personal, y las erosiones del transcurso del tiempo. En este caso es la memoria familiar, la íntima de tres hermanos en la modesta casa de campo del padre, donde transcurrió su infancia. Y aborda desde este prisma uno de los grandes temas del arte narrativo: la muerte del padre. La maestría de Paco Roca a la que hacía referencia se demuestra, entre otros logros, en su dominio de la narración visual, en la alternancia de planos, lo que podría considerarse el equivalente al montaje en cine. En 'La casa', el comienzo con las viñetas de decadencia en detalles y planos generales de la casa y sus elementos deshabitados me recuerda al subyugante comienzo con planos de naturaleza de 'La hija de Ryan', una de las grandes películas de David Lean. Mientras que en 'El abismo del olvido', su más reciente y magna obra (de la que hice breve referencia) sobre la vergüenza de las fosas comunes del franquismo y la necesidad del mantenimiento de la memoria histórica, su sentido de la narración visual me recuerda al del maestro Peckinpah en 'Grupo salvaje'. Hace poco escribí a Paco por otra cuestión y aproveché para decírselo. Le pareció una comparación hiperbólica pero le complació mucho.
Una obra suya muy ambiciosa, tanto por su extensión como por el tema que aborda, es 'Los surcos del azar'. Trata de la historia de La Nueve, la mítica compañía formada por republicanos españoles que, tras perder la Guerra Civil, se enrolaron en la división del general Leclerc y fueron los primeros en entrar en París.
Me emocionó un inserto en la narración. Es otra de las potencias de Paco, su capacidad para transmitir emoción con sus palabras alojadas en un aparentemente sencillo dibujo de línea clara. Me refiero a las viñetas de Antonio Machado camino del exilio en Francia. Agotado y hundido, descansa en un banco con su anciana madre al lado. Un hombre se le acerca, se quita la manta que lleva terciada y se la pone sobre los hombros. Un soldado, que forma parte de la columna que huye a pie, dice a los demás con respeto: «¡Es el poeta!». Y el de la manta se despide: «Ánimo, maestro».
Aunque quizá el álbum que más dio a conocer a Paco Roca fue 'Arrugas', en el que trataba con exactitud y conocimiento de la progresiva invasión del monstruo del alzhéimer. De nuevo la memoria, aquí tratada desde su pérdida. Para terminar este artículo regreso a 'La casa' de Paco, pero no con mis palabras, sino con las de Fernando Marías pertenecientes al emocionado epílogo que escribió para el libro. Concluía así: «A medida que envejezco siento que el único tema de la literatura (y probablemente de todo lo demás) es el paso del tiempo. Y 'La casa', que es el libro que un chico quiso dibujar para su padre muerto, es también el libro que ha permitido a Paco Roca dibujar el tiempo que se va, o que se fue, o que se irá».
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