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Cuando me preguntan de dónde saco los temas para mis novelas policiales, siempre suelo contestar que hago una especie de test sobre las cosas que ... preocupan a la sociedad en general. No se imaginen ninguna proeza tecnológica. Cuando no existía la red, echaba mano de los periódicos y no buscaba en la sección de sucesos, ni en las grandes preocupaciones habituales: paro, seguridad etc. sino que me dirigía a las noticias correspondientes a un barrio o un pueblo. Las inquietudes de los vecinos eran poco habituales, pero en ocasiones crecían y se extendían a ciudades e incluso a todo el país. De este modo encontré tema para algunos de mis libros: las peleas ilegales de perros, los homeless asesinados en las calles, la pornografía infantil.
Hoy en día, ordenador mediante, todo debería ser más fácil, y sin embargo, no lo es. Desde el punto de vista del delito se señalan con frecuencia: los robos, las drogas, la okupación… lo habitual. Si nos vamos a las cuestiones más amplias, aparte de las andanzas del señor Trump y sus muchachos, las guerras y las pensiones de jubilación, lo más repetido es inaudito (para mí). A la gente le interesa la longevidad, cómo morir tarde y en plena forma, junto a los consejos nutricionales: no comas yogur pasadas las seis de la mañana o ten cuidado porque los aguacates te pueden dejar el hígado hecho cisco (ambos ejemplos son inventados) Curioso, ¿verdad? Cumplimos más años que nunca pero, al parecer, no es suficiente con llegar a nonagenarios, de modo que queremos más y más años de vejez. Lo de las dietas y vitaminas, alimentos dañinos y otros saludables es un follón de mucho cuidado. Las informaciones se contradicen una vez sí y otra también. Hay estudios de tropecientas mil universidades de cuya existencia cabe dudar, tanto de los estudios como de los propios centros educativos. ¿Cómo es posible que semejante olla de grillos siga siendo apreciada por el personal? Supongo que al final cada uno se zampa lo que le apetece, por ejemplo, unas alubias con chorizo y ¡ancha es Castilla!, aunque al chorizo le añadas un espolvoreo de culpabilidad.
Me pregunto como autora criminal: ¿estos temas dan para una buena novela negra? O caes en el mundo delictivo convencional o ¿dónde encuentras la originalidad? Tendré que estrujarme el cerebelo. ¿Colaría un nutricionista que envenena a sus seguidores con batidos de fresa y cianuro? Lo intentaré.
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