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Tenemos ante nosotros un futuro oscuro y complejo. Tanto en las cuestiones sociales como en las que se refieren a la vida en nuestro planeta. Aun así, existe una esperanza basada en que la posibilidad de que, globalmente, nos gobernemos bien sigue estando ahí. Y en que el avance de la ciencia es imprevisible y puede ayudar a resolver problemas para los que ahora no se ve una solución clara. De entre las muchas ideas que los participantes en la mesa de debate de Pensamiento manejaron, estas son dos de las más relevantes. Los problemas, cuya dificultad casi nadie ignora, y la posibilidad de hacerles frente.
Territorios reunió a la psicóloga Helena Matute, la socióloga María Silvestre, la filóloga Nerea Fernández de Gobeo, la teóloga Carmen Bernabé, el filósofo Daniel Innerarity, el químico José María Mato y el astrofísico Agustín Sánchez Lavega para hablar de estas cuestiones. Y lo hizo en un lugar de enorme fuerza simbólica: la catedral vieja de Vitoria, en cuya base, ese espacio rocoso sobre el que se asienta todo el edificio, se realizaron las fotos que van en estas páginas.
En el ámbito social, el problema al que se han enfrentado nuestras sociedades en los últimos años y que seguirá ahí en el futuro, puede que incluso con más presencia, es el de la integración de los inmigrantes. Daniel Innerarity explicó que no le gusta el término 'integración' por lo que supone, algo que también subyace en la opinión de María Silvestre: «La sociedad europea ha asumido un modelo muy asimilacionista. En EE UU se habla de multiculturalismo pero allí hay muy poco contacto entre los distintos grupos. Frente a ese concepto está el de interculturalidad, pero es complicado llevarlo a la práctica». La referencia no puede ser más clara: en este siglo, unos cuantos atentados en Francia, Alemania y otros países europeos han sido realizados por personas que habían nacido en ellos. «Se ve que algo se ha hecho mal, con esos discursos que generan odio»
Un elemento crucial para entenderlo es la religión. «El pluralismo religioso no se acepta como tal», denunció Carmen Bernabé. A su juicio, «la negación de los sentimientos religiosos o el paso a una religión natural» revela miopía. Pero lo que está sucediendo es que frente a la Teología de la Liberación se enarbola ahora una 'Teología de la Prosperidad' que propone usar esos sentimientos «para inducir posturas más sumisas y menos contestatarias en la población». Algunos grupos han invertido mucho dinero en ello porque hay un objetivo económico y social, comentó. Con la derivada de que «se está generando un fundamentalismo» que conduce a que se use «la religión por parte de ciertos grupos para recortar derechos de las minorías».
Junto a la religión, otro factor crucial puesto sobre la mesa a cuenta de la inmigración es la lengua. «Existe un problema de segregación escolar. En el País Vasco, y más en concreto en una ciudad como Vitoria, tenemos una de las mayores de Europa. Desde los primeros años de vida, esos niños son 'los otros'. Y esa segregación afecta a la integración social del alumnado y sus familias», sostenía Nerea Fernández de Gobeo. También Silvestre ve la lengua como un elemento clave de segregación, pero no el único. Y entiende que quizá en Euskadi, donde la mayoría de quienes llegan son mujeres latinas que vienen a cuidar a los mayores, no sea tan relevante como en otras zonas.
Pensamiento
Daniel Innerarity Filósofo
Catedrático de Filosofía Política, Ikerbasque/ Instituto Europeo de Florencia. Premios Nacional, Euskadi, Unamuno, P. de Viana y E. Trías.
Helena Matute Psicóloga
Catedrática y directora del Laboratorio de Psicología Experimental (Deusto), presidenta de la Sdad. Española de su campo. Premio Prisma.
José María Mato Químico
Director del CICbioGUNE y el CICbiomaGUNE. Presidió el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Premio Nacional de Investigación.
José María Mato advirtió de la necesidad de cambiar algunos criterios ante esta nueva realidad. Y puso como ejemplo los indicadores que se usan en Medicina, puesto que los baremos aplicables a la población europea blanca pueden no ser igual de válidos con otros colectivos humanos a los que se atiende también en nuestros centros de salud.
La referencia médica dio paso a tratar acerca de los retos de la ciencia y qué puede esperarse en el futuro. Claro que lo primero es que la ciencia sea socialmente relevante. Innerarity apuntó directamente a Donald Trump por señalar a los académicos como enemigos pese a que su Administración se ha rodeado de numerosos técnicos de campos abiertos a grandes avances futuros. Lo singular es que eso surge en el contexto de un «populismo anticientífico» que divide a la sociedad. «Es preciso ver cómo se articula la relación entre conocimiento y poder». Un asunto complejo porque, como apuntó Helena Matute, «la ciencia requiere dedicarle mucho tiempo y tener confianza en quien la está haciendo. A veces la ciencia es contraintuitiva y hay grupos que se aprovechan de ello». Mato insistió en que la ciencia debe transmitir confianza y Agustín Sánchez Lavega asumió que «puede haber prepotencia de los científicos, pero también hay que exigir más a la sociedad». La ciencia no es una cuestión de creencias, dijo, y denunció que se da demasiado protagonismo a teorías disparatadas (movimientos como el terraplanismo o los antivacunas como símbolos), detrás de las cuales hay ideologías de todo tipo. E intereses económicos.
En el fondo, estamos ante la consecuencia de algo en principio bueno: el saber se ha diversificado. Pero cuanto más lo está, «menos intermediación se produce. Pasa con la ciencia, las religiones o el periodismo», expuso Innerarity de manera muy gráfica. «Los lugares de transmisión de conocimientos ya no son los clásicos y se genera desorientación». Si a eso se le suma, como apunta Silvestre, que ahora «nos hacemos nuestra propia identidad a la carta», el resultado es un cultivo perfecto para los populismos. Aún más. Como sostiene Fernández de Gobeo, en coincidencia con Bernabé, «vivimos en una sociedad que está tapando el raciocinio de manera que las emociones se imponen a la realidad». Y Matute lo lleva a un campo próximo: «La política influye incluso en la forma de analizar datos científicos».
¿Nos liberará de algunas de estas servidumbres la Inteligencia Artificial (IA)? De entrada, «vivimos en una época de histeria digital, en la que pensamos que nos va a reemplazar o va a ser la solución de todos los problemas», en opinión de Innerarity. Para Sánchez Lavega, hay cosas «que la IA hace muy bien, pero crear es algo diferente». Es un tema sobre el que los participantes en el coloquio se hacen no pocas preguntas. ¿En manos de quién está el desarrollo de la IA?, decía Bernabé preocupada. Y le contestaba, al menos en parte, Matute. «Puede hacer cosas fabulosas y ayudar a la Humanidad. Pero a nivel social, están utilizando la psicología para manipular a la especie humana. Por eso lo que viene es muy grave. Los grandes experimentos en ese campo, con la IA como instrumento, los hacen multinacionales para su servicio y apenas publican los resultados». «Es que esto es un asunto de humanos contra humanos», recordaba Innerarity.
Humanos. Y transhumanismo. ¿Es posible? ¿La manipulación genética llegará hasta un horizonte que de momento solo dibuja la ciencia ficción? «La edición genética avanza. Vivimos más tiempo pero no conseguimos alargar la etapa en que podemos llevar una vida independiente. Estamos programados para acabar bien en un cierto momento», entiende Mato. Algo que tiene una enorme relevancia. «En 2050, casi el 40% de la población del País Vasco tendrá 65 o más años. Eso entraña la resolución de graves problemas y el consumo de muchos recursos». El asunto de los recursos es crucial porque, avanzó, el coste de nuevos fármacos puede llegar a ser inasumible para un sistema de salud. «En Occidente habrá un momento en que solo los ricos podrán comprarlos. Por eso, aplicar la IA para abaratar la investigación será crucial para evitar esa injusticia», añadió.
Se suman una circunstancia deseable –prolongar la vida– y una situación medioambiental compleja para la que además no parece fácil poner en marcha medidas verdaderamente eficaces. «La estrategia contra el cambio climático no es otra cosa que resistencia». Fue Innerarity quien puso sobre la mesa el fracaso, o al menos el escaso resultado de muchas políticas aprobadas hasta ahora. «No hay fe en grandes intervenciones que reviertan la situación. ¿El futuro es verosímil? ¿Es esperanzador?», se preguntaba.
Pensamiento
Carmen Bernabé Teóloga
Profesora en Deusto, presidió la Asociación de Teólogas Españolas, directora de la Asociación Bíblica.
Nerea Fz. de Gobeo Filóloga
Especialista en enseñanza de las lenguas, profesora en la UPV/EHU tras haber pasado por la Complutense y laRey Juan Carlos.
María Silvestre Socióloga
Profesora en Deusto, donde fue decana. Fue directora de Emakunde y dirige el Deustobarómetro.
Agustín Sánchez Lavega Astrofísico
Catedrático de la UPV/EHU, miembro del comité del Sistema Solar de la Agencia Espacial Europea.
Y esta es la población que tenemos y el planeta que habitamos. Hoy por hoy, pensar en colonizar otros planetas no pasa de ser un juego al borde mismo de la ficción, por más que se hayan dado avances espectaculares. «En 1957 se lanzó el 'Sputnik' –recordó Sánchez Lavega–. Desde entonces hemos recorrido todo el sistema solar, llegando incluso a Plutón, que está a 6.000 millones de kms. Y no tardaremos mucho en viajar a Marte. La cuestión es si queremos ir, porque pensar en una gran colonia es otra cosa».
Tras la investigación espacial hay un negocio, y esa es la razón de que haya un puñado de empresas empujándola. Y muchas incógnitas cuya resolución puede llevarnos a lugares que ni hemos soñado. «Quizá se descubra que hubo vida en Marte. Y si sucedió: ¿estaba basada en el ADN o no fue así porque hay otras formas de generar vida? La ciencia es impredecible», subrayó Sánchez Lavega. Lo es en cuanto a lo que puede permitir pero también obliga a ser conscientes de que siempre puede haber quien aproveche avances y descubrimientos para otros fines.
Mirar al espacio o al visor del microscopio es contemplar una ventana al futuro. Pero eso no debe hacer que olvidemos que este se asienta en el presente. En el aquí y ahora. Por ello, para terminar el coloquio, Innerarity lanzó una propuesta: la de que tengamos en cuenta de cara al porvenir que lo mejor puede que sea gobernarnos bien hoy mismo. Si se consigue, el futuro será sin duda mejor.
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Fermín Apezteguia y Josemi Benítez (ilustraciones)
Iker Cortés | Madrid
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