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En la iglesia del rock. En primer plano, de izquierda a derecha, Rafa Rueda, Izaro y Pela. Detrás, Isa Fernández Reviriego, Ane Barcena, Unai Madariaga e Iratxe Aguilera.
Solo de festivales no se vive
ROCK Y POP

Solo de festivales no se vive

Un cartel muy variado. Bajo la icónica cúpula de Bilborock, siete artistas de estilos diversos toman el pulso a nuestro presente musical y reivindican el valor de lo pequeño y lo subterráneo: «Sin eso no existe lo grande, es un ecosistema»

Viernes, 14 de marzo 2025, 12:17

Todos son músicos, eso está claro, pero da un poco de respeto juntar a artistas de estilos tan variados, porque a lo mejor saltan chispas y el venerable edificio de Bilborock hace implosión y desaparece de nuestro universo. Después todas esas prevenciones se revelan un poco ridículas, porque resulta que la mayoría de los participantes en el encuentro se conocen de antes (de fiestas, de festis y de la Azoka de Durango, que hace mucho por establecer lazos) y conviven con total naturalidad: se irá viendo, en la conversación, que esta demolición de viejos muros es un signo de nuestros tiempos, frente a aquella costumbre de antaño de encerrarse en la propia fortaleza y verter el aceite caliente del desdén sobre los de fuera, esos que no usaban guitarras, que sí usaban guitarras, que bailaban, que no bailaban, que cantaban en euskera o en castellano o en inglés, que sonaban demasiado en la radio, que se peinaban distinto...

La idea es revolver alegremente géneros y generaciones. Por un lado tenemos a tres veteranos: Rafa Rueda (que triunfó en los 90 al frente de Pi L.T. y con ellos sigue, tras su reciente retorno), Iñaki 'Pela' Urbizu (que también empezó en los 90 con Obligaciones o, como se llamaban al principio, Obligaciones del Estado) e Isa Fernández Reviriego (cuya primera banda, a finales de aquella década y aquel milenio, fueron Electrobikinis). Los otros cuatro, en cambio, en los 90 se dedicaban principalmente a nacer: Izaro en 1993, Ane Barcena (del dúo vasco-catalán Pinpilinpussies) en 1994 y Unai Madariaga (de EZEZEZ) e Iratxe Aguilera (de Kai Nakai, embajadora de las músicas urbanas en la reunión) en 1996, el mismo año que empezó a publicarse Territorios. Y lo más curioso es que, si exceptuamos al siempre cáustico Pela, unos y otros coinciden en sus apreciaciones al tomar el pulso a la escena vasca.

«Está superdinámica, muy interesante, muy florecida. Es como una primavera musical y se nota que ha habido mucha siembra», resume Izaro, que recuerda el ambiente mucho menos fecundo de hace diez años, cuando empezó su carrera: «Ahora veo a la gente joven, cómo colaboran y hacen giras conjuntas, y me da hasta un poco de envidia. Se ha vuelto todo muy variado: la gente no tiene miedo de probar cosas y el público se anima. Hay menos complejos, menos peligros». Unai coincide: «Veo la escena diversa y poderosa. Hay un huevo de artistas de cada palo y existe una simbiosis entre estilos diferentes, con un público más abierto: ya nadie dice lo de 'estos no usan guitarras, así que no me gustan', incluso hay grupos de punk que no usan guitarras», aunque, frente a esa riqueza e inquietud del 'underground', aprecia también cierto empobrecimiento de lo que llama el 'mainstream' en euskera: «La escena euskaldun ha sido siempre guitarrera, en nuestro acervo está el ruidito, pero quizá cada vez menos: el 'mainstream' se está aplanando y no llegas a acceder a él aunque vayas subiendo escalones dentro del 'underground'».

Rock y Pop

«Nuestra meta no es vivir de esto, algo supercomplicado: la única ambición es no parar»

Ane Barcena Pinpilinpussies

«Nuestra meta no es vivir de esto, algo supercomplicado: la única ambición es no parar»

Desde 2017 forma con Raquel Pagès el dúo vasco-catalán Pinpilinpussies, en el que ambas se relevan a la guitarra, batería y voz principal.

«La industria va a demasiada velocidad para que calen las propuestas, es todo muy voluble»

Rafa Rueda Pi L.T.

«La industria va a demasiada velocidad para que calen las propuestas, es todo muy voluble»

Además de su carrera en solitario, es cantante y guitarrista de Pi L.T., banda que triunfó en los 90 y ha editado recientemente un EP de retorno.

«Los espacios autogestionados son donde nace todo, la savia, y hay que dejarlos existir»

Isa Fernández Reviriego Magia Bruta

«Los espacios autogestionados son donde nace todo, la savia, y hay que dejarlos existir»

Empezó con Electrobikinis, luego vinieron Charades y Aries. Ahora hace pop de vanguardia en el dúo Magia Bruta y compone bandas sonoras y música para anuncios.

«Veo a los jóvenes, cómo colaboran y hacen giras conjuntas, y me da hasta envidia»

Izaro Cantante

«Veo a los jóvenes, cómo colaboran y hacen giras conjuntas, y me da hasta envidia»

Es una de las estrellas de la escena vasca: en mayo cerrará su gira con un concierto especial en el BEC.

Son tiempos de mezcla, de exploraciones compartidas: «Hace doce años, cuando me marché de Durango, dominaba un sonido más común. Lo que se escuchaba era más punk-rock, más lo que se ha oído siempre aquí. Ahora que he ido volviendo, veo propuestas que mezclan todo en un cóctel y que encuentran su hueco tanto en escenarios grandes como en gaztetxes», analiza Ane. «En comparación con lo que era hace treinta años, el nivel de calidad y de oferta es increíble», asiente Rafa, mientras que Iratxe subraya el ímpetu imparable de lo urbano: «Yo empecé con el reguetón y era romper un poco, pero se han ido generando fusiones y se puede hacer de todo». Pela aporta descreimiento punk, como debe ser: «¿Pero hay escena? Yo creo que no. A mí, con La Excavadora, me han metido en una escena punk con grupos a los que no habría ido a ver en la vida, gente que no tiene nada de rock and roll en la sangre. También es verdad que nunca he vivido una escena, siempre he procurado apartarme», admite.

En lo que sí coincide el vocalista alavés con sus compañeros de tertulia es en reivindicar lo pequeño, la planta baja (o incluso los sótanos) de la pirámide musical. «Poco a poco, el PNV va desmantelando la red de gaztetxes y pequeños garitos que teníamos. En Gasteiz, desde que cerraron el Ibu Hots, donde tocaban todos esos grupos que vienen de Alemania o de donde sea amontonados en una furgoneta, no nos hemos recuperado. Y es ahí donde se crea la cultura, no en los macrofestivales: la cultura surge en garitos a las cinco de la mañana, ahí todo parece posible y se crean proyectos. Admiramos sitios como Berlín o el París de los años 20, ¡qué bonito!, pero chapamos el garito de debajo de casa», critica. Con una perspectiva más optimista, también Isa defiende el valor de esa red menos visible: «Siguen surgiendo iniciativas 'underground' y espacios autogestionados, que es donde nace todo, de donde viene la savia, y las instituciones tienen que dejarlas existir -reclama, y cita un local donostiarra como ejemplo-. El Dabadaba es un milagro, con una programación que abarca un montón de estilos y apuesta por la escena de club y por lo minoritario, aun perdiendo dinero».

Bilborock. Su agenda mensual está siempre repleta. En los próximos días, el 'kumbia power' de La Tokokera, una jornada de ilusionismo solidario, el encuentro de mentes creativas Imaginautak, el VillaSoundBilbao, el Damba Festival...

«La música es un ecosistema -analiza Izaro-. Yo empecé a tocar en bares, por un bocata o lo que fuera, y me da un poco de miedo que esa escena desaparezca, porque sin eso no existe lo otro, es todo un engranaje». Los hábitos de consumo cultural se han ido transformando y no siempre favorecen el afianzamiento de los proyectos que se aventuran a dar sus primeros pasos: «Hay mayor tendencia al consumo plural, colectivo, a acudir a grandes eventos. Se está perdiendo un poco la clase media, los aforos intermedios: se tiende a llenar BECs y estadios, incluso en la cultura vasca, y esa tendencia a lo grande está tapando un poco el día a día del 95 o el 98% de los creadores», lamenta Rafa Rueda. En el rock, sobre todo, se ha vuelto recurrente y casi obsesiva la queja sobre el envejecimiento del público, la falta de relevo, pero bandas jóvenes como EZEZEZ no experimentan ese proceso: «Nosotros nos encontramos de todo. El bolo que hicimos en el Antzoki sirve como resumen: había gente de 18 años y también mayores que nosotros, punkis... Es una suma de perfiles que genera un ambiente muy interesante: me gusta ver que gente muy distinta la goza igual, se suelta igual», celebra Unai. Y estas consideraciones demográficas, desde luego, no cuentan para lo urbano, ese universo de exultante juventud donde el desafío sería en todo caso el contrario, seducir a más oyentes talluditos: «Mi público es muy jovencito, con muchos niños y adolescentes, pero también me sorprende algún adulto. Y yo suelo decir que me siguen 'girls & gays', el público heterogenérico no es tan fan de Kai Nakai», sonríe Iratxe.

Polacos tocando 'Agur Jaunak'

¿Hasta qué punto es posible vivir del pop o el rock en Euskadi? «Es muy difícil», ataja Izaro, y eso que ella sí lo ha logrado: «Muy poca gente lo consigue plenamente, como mucho lo compaginan con otras cosas. Y tenemos gente que ha trabajado mucho en la música, se jubila y no ha cotizado nada. Es una pasión difícil de enfocar como profesión», añade. ¿Grupos emergentes como Pinpilinpussies o EZEZEZ llegan a planteárselo siquiera? ¿Cuáles son sus ambiciones? «Nuestra única meta hablada era tocar una vez al mes, a eso queríamos llegar -descarta Ane-. Nuestra ambición no es vivir de esto porque nos parece supercomplicado y hemos visto a amigos con una frustración terrible. ¡El único objetivo es no parar!». Y Unai, confrontado con la pregunta, pone el gesto más irónico del mundo: «Hay gente que vive de la música, incluso en nuestra banda, haciendo mil cosas. Técnicamente es vivir de la música. Lo que resulta bastante más complicado es vivir de tu música. No sé si nos lo llegamos a plantear: igual sí llegamos a 'sobrevivir' de la música, que es más fácil».

«El público es más abierto, ya nadie dice 'si no tienen guitarras no me gustan'»

Rafa parece especialmente indicado para reflexionar sobre esta cuestión, ya que su banda ha retomado la actividad tras muchos años de ausencia, en los que ha operado en solitario. ¿Qué ha cambiado en la estructura de la industria? «No son tiempos fáciles -dice-. La industria va a demasiada velocidad para que las propuestas calen. Todo es muy voluble y las apuestas a largo plazo cada vez son más inciertas: es como estar en un alambre que tiembla. Siempre ha sido así, pero ahora el alambre tiembla más. Y el mayor cambio son las redes, la manera de contactar con el público. Se ha acortado mucho ese trayecto y eso tiene su lado positivo y su lado no tan positivo: deja muchas propuestas sin tiempo para madurar y hace que tengan una exposición muy temprana, que puede ser perjudicial. Las redes permiten pasar de cero a cien en nada de tiempo, pero también bajar de cien a cero». Lo que se resiste a desaparecer, a pesar de los años, es el tozudo machismo: a Isa y sus compañeras les tocó aguantar de todo en tiempos de las Electrobikinis («mucha gente que nos cuestionaba entonces ya ni toca ni va a conciertos», apuntilla con estilo) y Ane sigue padeciendo el sexismo «tanto en comentarios como en actitudes».

Rock y Pop

«En nuestro acervo están las guitarras, el ruidito, pero el 'mainstream' se ha ido aplanando»

Unai Madariaga EZEZEZ

«En nuestro acervo están las guitarras, el ruidito, pero el 'mainstream' se ha ido aplanando»

Tras un debut en solitario, encabeza como cantante y guitarrista los desprejuiciados EZEZEZ, apuesta segura del nuevo rock.

«Admiramos sitios como Berlín o el París de los años 20 y cerramos el garito de debajo de casa»

Iñaki 'Pela' Urbizu La Excavadora, Víctimas Club, Marky Ramone's Blitzkrieg

«Admiramos sitios como Berlín o el París de los años 20 y cerramos el garito de debajo de casa»

Con actitud punk y poderío escénico, su trayectoria incluye también Obligaciones y Sumisión City Blues.

«Empecé con el reguetón y era romper un poco, pero ya se puede hacer de todo»

Iratxe Aguilera Kai Nakai

«Empecé con el reguetón y era romper un poco, pero ya se puede hacer de todo»

Pionera del reguetón en euskera, es un nombre ineludible en las músicas urbanas de nuestro entorno.

Algunos de nuestros protagonistas conocen bien otras escenas. Ane ha vivido muchos años en Barcelona, donde sigue residiendo su compañera de banda: «Aquí tenemos la suerte de haber tenido circuitos 'do it yourself' y 'underground', un sentimiento de comunidad y apoyo mutuo, mientras que Barcelona a lo mejor es más nicho, se hace más difícil acceder a salas... No envidio mucho aquella escena: aquí hay más tejido de apoyo, más altruismo y menos capitalismo», concluye. Isa estuvo afincada en Galicia y destaca la versatilidad de Euskadi, su sugerente catálogo de posibilidades: «Me parece alucinante poder escuchar rock and roll, electrónica, música clásica, jazz... o ir al Kremlin y convertirme en un murciélago. Eso sí, Bilbao me parece más conservador que Donosti, aunque también tengamos propuestas tan personales como Rrucculla, Elbis Rever, Zabala, Gravelbed...». Y Pela recorre el mundo como vocalista de la banda de Marky Ramone, que le lleva -esta misma semana- a rincones del planeta tan inesperados como Panamá. ¿Qué podríamos aprender, por ejemplo, de esa escena estadounidense que le toca frecuentar tan a menudo? «¡Todo! Cualquier grupo de chavales nos da la voltereta a bandas de aquí que llevamos toda la vida. Es su música, nosotros somos como polacos tocando 'Agur Jaunak'».

A modo de despedida, ¿qué tal si cada uno nos recomienda algún artista, para seguir alimentando la llama y que nunca se apague? Izaro no duda: «Mi favorita del mundo es Olaia Inziarte, que acaba de sacar el segundo. De mayor quiero ser como ella, ¡el problema es que es más joven que yo!». Isa recupera su mención a la baracaldesa Rrucculla («es increíble») y aprovecha para reivindicar también a un ilustre veterano, Ibon Errazkin («ha sacado un disco alucinante»). Unai sostiene con aplomo que «el mejor grupo de Euskal Herria es Silitia, porque consigue elaborar un brebaje nuevo a partir de sus fuentes», mientras que Ane apuesta por Txopet, «gente maravillosa que hace música superinteresante». Iratxe no escatima elogios para Anixe, «una tía muy chula, la Bad Gyal euskaldun». Pela lleva días escuchando a Izukari, «dándole vueltas a alguno de sus versos», y Rafa reparte juego entre TOC, Marte Lasarte y Esanezin, «una cantautora con muchas cosas que decir». Como todo ha ido tan bien, la próxima vez les proponemos una colaboración entre los siete, a ver qué sale.

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