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L. I.
Viernes, 24 de enero 2020
Ansiedad crónica, depresión, fatiga. Inestabilidad emocional, trastornos del sueño. Aislamiento y falta de adaptabilidad social. Pérdida de iniciativa. Son los síntomas del síndrome del superviviente. Lo detectan los terapeutas estadounidenses a mediados del siglo pasado, al constatar pautas patológicas idénticas entre los supervivientes del Holocusto, ... de matanzas, de catástrofes naturales y de guerras. En 1976, Robert Jay Lifton y Eric Olson lo describen. Tipifican las pesadillas, las imágenes recurrentes y los recuerdos del suceso que las acompañan. La culpa por la muerte de los demás y por seguir vivo sin haberlos salvado. Mencionan el embotamiento emocional que anestesia ante lo vivido. La apatía, el aislamiento, el deterioro de las relaciones familiares y sociales. El intento de encontrar un sentido a lo ocurrido. Todo envuelto en irritabilidad, ira, agresividad, cefaleas, hipertensión, desórdenes gastrointestinales…
El estrés de sobrevivir causa en las víctimas del Holocausto un daño neurológico permanente que podría afectar a sus descendientes. Lo deduce el neurólogo Ivan Rektor, del Instituto de Tecnología de Europa Central (República Checa), del estudio de resonancias magnéticas cerebrales realizadas a 56 octogenarios: 28 supervivientes del exterminio nazi y otros tantos no. Los supervivientes presentan una significativa pérdida de materia gris cerebral; mayor si tenían menos de 12 años en 1945, achacada a la vulnerabilidad del cerebro infantil. La reducción afecta a áreas vinculadas al trastorno de estrés postraumático y al procesamiento de emociones, memoria y cognición, y se aprecia también en los descendientes; pero hay que determinar si se debe «a factores culturales y de aprendizaje o biológicos», precisa Rektor.
Además de sufrir estrés postraumático, quienes salen vivos de los campos nazis «se adaptan peor a la vida diaria» y tienen un bienestar psicológico «más deficitario». Son conclusiones de un trabajo de Efrat Barel, de la Universidad de Haifa (Israel), publicado en el 'Psychological Bulletin' (2010). Analiza las secuelas físicas y mentales de los supervivientes, revisando 44 estudios efectuados con 12.746 judíos entre 1964 y 2008. Según los resultados, poseen una gran fortaleza en la vida diaria, pero traslucen el trauma vivido con diversos síntomas psiquiátricos. Dicen estar satisfechos con su vida rehecha.
Algunos se centran en contar lo ocurrido y señalar a los culpables. Primo Levi (Turín, 1919-1987) lo hace con sencillez demoledora en 'Si esto es un hombre', 'La tregua' y 'Los hundidos y los salvados', que integran su trilogía sobre Auschwitz, donde estuvo preso. Apunta a los oficiales del Ejército alemán como responsables del genocidio; y a la industria germana, alimentada con el trabajo esclavo de los presos. Escribe: «Destruir al hombre es difícil, casi tanto como crearlo: no ha sido fácil, no ha sido breve, pero lo habéis conseguido, alemanes». El 11 de abril de 1987 se suicida.
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