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Un siglo de vida literaria en rosa
Artista a destajo | Barbara Cartland ·
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Artista a destajo | Barbara Cartland ·
Glamurosa y excesiva, la autora inglesa produjo más de 700 novelas románticas a lo largo de casi ochenta añosEDUARDO LAPORTE
Viernes, 2 de agosto 2019
Si uno entra en la mayor plataforma de venta de libros por internet y busca títulos en inglés de Barbara Cartland, tendrá que elegir entre los «más de 2000» que ofrece la tienda on-line. 'Matrimonio fingido', 'La coronación del amor' u 'Odio a primera ... vista' son algunas de las más de 700 novelas románticas que escribió en su dilatada trayectoria. Porque Barbara Cartland nació en Lancaster, Inglaterra, en 1901, y murió en mayo de 2000 a punto de cumplir los 99 años. Tiempo más que suficiente para ser considerada la maestra del género de la novela de quiosco: popular, pero sin prestigio literario.
Si Johnny Cash vestía siempre de negro, Barbara Cartland lo hacía de rosa. Cuestión de marketing o que 664 de sus 728 libros trataron de amor, tema que suele asociarse a ese color. Su vida no fue precisamente rosa, como quería para sí Edith Piaf, pero sí digna de estudio como reina de la novela de folletín romántico en una carrera tan prolífica como extensa. Porque, tras un periodo como columnista para un diario londinense, publicaría una primera novela en plenos años veinte que pronto se convirtió en un éxito de ventas. Titulada 'Jig-Saw' (rompecabezas), inauguraba una carrera de historias de amor y finales felices que se vendieron por miles, al más puro estilo Corín Tellado.
Porque el siglo XX, inaugurada la tradición en el XIX, también fue el del folletín y las novelas rosas con portadas igualmente rosas, como son muchas de Barbara Cartland. Aquella 'Jig-Saw', que hay quien dice que escribió con tan solo 19 años aunque se publicara un tiempo después, ya marca la pauta de su estilo y temas en su sinopsis: «Una chica joven se enfrenta a las dificultades y tentaciones en su acceso al rico y colorido mundo de la alta sociedad londinense. Las tentaciones de su nueva libertad y su amor por las aventuras la llevarán a explotar su ingenio y belleza conduciéndola a la infelicidad. Pero por su suerte, al final encontrará paz y felicidad».
Porque 'Dame Barbara', como se referían a ella los medios y hasta sus allegados, se regía por unos valores morales estrictos, con una nítida barrera entre el bien y el mal, como demuestra su rechazo frontal al divorcio (aunque lo practicara ella misma), al sexo antes del matrimonio y a las infidelidades. Un corsé moral que le fue bien en lo comercial: vendió 750 millones de copias en todo el mundo.
No creía en el divorcio, pero Barbara Cartland puso fin a su primer matrimonio en 1933, lo que suscitó ríos de tinta en la prensa sensacionalista de la época, que ya había encontrado en tan británico personaje un filón para sus crónicas de sociedad. Alexander McCorquodale, oficial del ejército, tenía una fuerte afición a la bebida, pero antes del divorcio pudo darle una hija a su mujer. Se llamaba Raine y se casaría más adelante con Earl Spencer, que tenía una hija fruto de otro matrimonio: Diana Spencer, futura Diana de Gales.
Así, la prolífica escritora de novela rosa ejercería un curioso rol como abuelastra de lady Di, quien llegaría a decir que los libros de Cartland eran los únicos que leía. Porque la malograda 'princesa del pueblo' visitaba con frecuencia a su escritora favorita, antes de casarse pero también después de entrar en la Familia Real. «Mamá le regalaba nuevos libros y le daba vitaminas para levantarle el ánimo», confesaba el hijo de la escritora, Ian McCorquodale, en una entrevista para el diario 'Telegraph'.
Fue él quien se tomó el trabajo de recuperar sus 160 manuscritos y ponerlos a la venta 'on line' en una serie que en España se llamó 'La colección rosa'. Títulos como 'Ella quería amor' o 'Un corazón encuentra amor', con sus correspondientes cubiertas estilo kitsch, engrosan desde 2013 la oferta 'cartlandiana', aunque su hijo no tuviera claro que ese estilo, pacato y ñoño, fuera a triunfar en la era de 'Cincuenta sombras de Grey'. Pero 'por intentarlo que no quede' pareció ser el deseo de un hijo más que heredero, pues la fortuna cosechada tras tantos años de actividad y libros publicados se disipó. «No sé qué pasó con todo el dinero», declaró Ian McCorquodale en aquella entrevista. Todo el mundo suponía que su legado económico era ingente, pero a su muerte se descubrió que no tenía nada. Ni siquiera su hija Raine, la primogénita, figuró en las últimas voluntades.
Queda la mansión, Camfield Place, que su otro hijo, Glen, de avanzada edad como Ian, habita de vez en cuando. Un villorrio de diez habitaciones al norte de Londres, saturado de muebles rococó, que hoy se muestra en estado de total decrepitud, aunque los herederos se resisten a venderla. En sus tierras está enterrada su madre, bajo un roble que plantó nada menos que la reina Isabel I en el siglo XVI. En esa casa cenaba con toda solemnidad la escritora en compañía de su hijo Ian, desde que enviudó hasta cumplir los 97, sin abandonar sus emperifollados atuendos rosas y con la vajilla de gala. Excéntrica, pero también «dictatorial», reconocería Ian, quien no por ello dejó de tenerla en un pedestal. Más favorable de los hijos varones que de las hijas, la relación entre 'Dame Barbara' y Ian McCorquodale, que la acompañaba en todos los viajes de promoción y siempre estuvo a su lado, daría para otra novela.
Los héroes de Cartland son siempre guapos y oscuros, pero sus heroínas lucen en cambio un rubio luminoso, en un proceso que siempre terminaba con la felicidad de entregarse el uno a los brazos del otro. Historias estereotipadas que servían para conciliar el sueño y quizá para algo más. Un mito del amor romántico que podría haber influido a miles de mujeres, tanto que se llegó a decir que Diana de Gales leyó con tal fruición las novelas de su abuelastra como para sentir el deseo de seducir al entonces joven Carlos de Inglaterra, con quien se comprometió con tan solo 19 años. El feminismo arremete ahora contra ese mito del amor romántico, o el amor mal entendido, en que se idealiza a la persona y se fantasea con una existencia en suntuosos palacios en los que no se cuelan los problemas. ¿Resistirían hoy las obras de Cartland una lectura en clave de ideología de género? Probablemente, no.
Pero la guerra de 'Dame Cartland' era otra. Vestir siempre de rosa, codearse con lo más granado de la sociedad británica y, sobre todo, vender libros, que siguió escribiendo hasta casi su muerte. El último lo firmó con 97 años, poniendo fin así a 20 de un ritmo trepidante, el doble que el habitual, con 25 novelas por año, es decir, una cada dos semanas. Uno de sus trucos era dictarlos a su secretaria, a razón de 8.000 palabras por sesión diaria, lo que en 15 días se traduce en unas 80.000 palabras, cantidad más que suficiente para una novela hecha y derecha. A su resistencia física se une también una capacidad de visualizar sus historias como si estuviera viendo una película en el interior de su cabeza, como recordaba con devoción su hijo Ian. También dijo que escribía para escapar de sí misma. ¿Tanto lo necesitaba?
'Jig-Saw' Novela romántica, publicada en 1923.
'Duelo de corazones' Novela romántica, publicada en el año 1949.
'El marqués aburrido' Otra novela de amor, que vio la luz en 1974.
'El santo y el pecador' Pese a su título, se trata de otra novela rosa. Llegó a las librerías en 1977.
'Un caballero enamorado' El título no engaña: novela romántica sin matices, publicada en 1979.
'La boda no deseada' La dama de la literatura romántica no podía defraudar en cuanto al tema a sus lectores. Vio la luz en 1983.
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