El regreso de Buddy Bradley
Cuatro entregas ·
Una colección de nuevas historias actualiza el retrato del protagonista de 'Odio' y ahonda en su pasadoCuatro entregas ·
Una colección de nuevas historias actualiza el retrato del protagonista de 'Odio' y ahonda en su pasadoJuan Manuel Díaz de Guereñu
Sábado, 1 de febrero 2025, 00:01
Peter Bagge (Nueva York, 1957) ha desarrollado con pertinaz coherencia una obra humorística que lo encumbró en los noventa como máximo exponente norteamericano de la sátira alternativa, el heredero de su admirado Robert Crumb. La publicó bajo varias cabeceras, la más duradera y representativa de ... las cuales fue 'Hate' ('Odio'), revista de la que editó treinta números entre 1990 y 1998. Bagge ha proseguido luego la serie de forma discontinua. Ahora la retoma en 'Hate Revisited', titulado en español '¡Odio desatado!' (Ediciones La Cúpula).
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'Odio' sigue los pasos entre la adolescencia y la edad adulta de su protagonista principal, Buddy Bradley, de su familia y amigos, según crece y apenas madura en su ciudad, Seattle, y después lejos de ella. La familia Bradley compartía de inicio el papel protagonista en la serie, pero Buddy se adueñó de él. Era el personaje cuya experiencia guardaba más similitudes con la del autor, explica Bagge, por lo que le resultaba más natural atribuirle sucesos y emociones propias, siempre guardando una distancia de al menos una década al emplear material autobiográfico.
'¡Odio desatado!' reúne cuatro entregas del cuadernillo de historietas que Bagge ha publicado con ese título a lo largo del pasado año, en el que reanuda su crónica de las patéticas desventuras de Buddy. Como siempre, cada una de ellas transcurre en sólo unas páginas, de modo que los cuadernillos, y por ende el libro, están constituidos como una colección de relatos breves. Cada uno articula su anécdota diferenciada, pero el conjunto da sentido a todas ellas.
Han pasado tres décadas desde la juventud de Buddy, tan desastrada y desprovista de brújula. Ahora está casado con Lisa y el hijo de ambos, Harold, ya tiene la edad necesaria para cometer los errores en que incurrió su padre al comienzo de la serie. El regreso de la familia a Seattle los pone en contacto de nuevo con quienes fueron sus amigos y con familiares a los que apenas han visto durante esos años. Es el momento de ponerse al día.
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Buddy y Lisa se reencuentran con las consecuencias de un pasado no tan lejano en sus parientes y viejos conocidos. Babs, la hermana de Buddy, es madre de dos jovencitos y su novio la ha dejado plantada la víspera de la boda que habían planeado. La señora Bradley, madre de Buddy, vive sin apenas contacto con sus vecinos y de su balcón cuelga una pancarta en favor de Donald Trump. Cada personaje arrastra las consecuencias de sus decisiones pasadas y afronta las viejas y las nuevas convulsiones sociales con la misma desolada ineptitud de siempre.
Bagge distribuye las historias en dos tiempos. Las referidas a los años ochenta y noventa, a su ya lejana juventud, están impresas en blanco y negro. Por lo general, parecen concebidas para completar lo ya narrado, para añadir alguna pieza significativa al rompecabezas de la vida de Buddy Bradley y compañía. Las historias que transcurren en el presente del protagonista ya maduro están impresas en color. La alternancia de estas y aquellas viene a consolidar el retrato ya cuajado del protagonista. Hay momentos en los que Buddy Bradley incluso reconoce las inconsistencias y contradicciones en que ha incurrido con frecuencia.
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La edad adulta no ha cambiado la personalidad de Buddy en lo esencial. Sigue siendo el descerebrado que se enreda en todos los embrollos que la vida en una gran ciudad norteamericana le pone delante de las narices, aunque a estas alturas se las da de precavido. El breve recuerdo de la muerte de su amigo Stinky, Apestoso, lo muestra sin embargo capaz de remordimiento. A Buddy Bradley no le faltan pesares.
También le acucia su condición de padre. Cuando Harold comunica a sus progenitores que planea compartir vivienda con un zarrapastroso sin hogar, a quien tiene por amigo, Buddy y Lisa resuelven conseguir más información acerca de este, incluso si han de recurrir al seguimiento y el espionaje, actividades sigilosas para las que, como el lector imagina, los aparatosos Bradley no están demasiado dotados. Pero lo que importa en el nuevo retrato de Buddy que propone '¡Odio desatado!' es que se ve comportándose como otrora sus padres, a fin de evitar problemas a su retoño, mientras que Harold reacciona como lo hacía él mismo.
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Como siempre, el dibujo de Peter Bagge recurre sin reparos a la caricatura desquiciada. Sus personajes tienen habitualmente rasgos extremos: grandes bocazas que a menudo salpican saliva, narices características de cada uno y de hechura a veces imposible, ojos que bizquean y amenazan con huir de sus cuencas. Los cuerpos en acción se retuercen y contorsionan de modo inverosímil.
Tales fisonomías recuerdan al lector que, incluso en las escenas de transición entre catástrofes, lo que Bagge narra son las vidas de gentes de inteligencia y criterio moral dudosos, que no aciertan a afrontar sus muchos problemas. Provocan la risa porque en cada ocasión prevemos un nuevo fracaso absurdo. Pero no están tan lejos de nuestra experiencia. Algo nos los hace creíbles, casi conocidos, pese a todo.
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