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El poeta Miguel Hernández falleció en 1942, de tuberculosis, en el Reformatorio para Adultos de Alicante, donde estaba recluido por militancia comunista (fue comisario político en el Quinto Regimiento de Líster) y combatiente republicano tras la conmutación de la pena de muerte. Solo tenía 31 ... años. Ahora, 80 años después de la desaparición física (por aplicación de la ley anterior de la propiedad intelectual; la actual reduce el plazo a 70 años), su valiosa obra literaria, que ha sorteado el olvido, pasa a ser de dominio público: los deudos dejarán de percibir los derechos de autor derivados de la venta de sus libros (precisamente hace muy poco salían a la luz 170 textos inéditos que revelan cómo era su proceso creativo). Es un tema controvertido el del dominio público de la obra de los artistas pasado un tiempo. La propiedad de un inmueble puede heredarse de generación en generación mientras este siga en pie; la propiedad intelectual, no. Quizá sea justo que el arte pase a ser patrimonio de la humanidad, no estoy seguro. Puede que lo viera más claro si otros bienes también lo fueran.
«(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería)». Así, a modo de introducción entre paréntesis al poema, comienza la célebre 'Elegía' de Miguel Hernández dedicada a su querido amigo Ramón Sijé, quien murió, 'como del rayo', por una fulminante infección en 1935, aún a más temprana edad que Miguel: 22 años.
Como tantas personas de mi generación, descubrí los poemas de Miguel Hernández por el disco de Joan Manuel Serrat de 1972. Lo oí tantas veces que me aprendí los poemas cantados por Serrat de memoria. Una de las canciones era 'Elegía'. «Tanto dolor se agrupa en mi costado, / que por doler me duele hasta el aliento». Me fascinaron esos dos versos y la honda pena que transmiten. La introducción al poema, Serrat la declamaba hablada, antes de ponerse a cantarlo, y hacía una apreciable alteración del texto: en vez de «con quien tanto quería», decía «a quien tanto quería». Sin embargo, en posteriores actuaciones ante el público, lo he comprobado en varias, empleó la versión original. Tal vez fue una imposición de la compañía discográfica porque ese 'con quien' podía sugerir una relación homosexual; no lo sé. Cuando conocí a Serrat en persona y tuve la oportunidad de charlar con él, se me olvidó preguntárselo. Parece clara la interpretación de ese original y cálido «con quien tanto quería»; lo entiendo como una declaración de estrecha amistad con alguien con quien tenía mucho que ver y a quien le unía el interés intelectual por las mismas cosas. El poema concluye: «…que tenemos que hablar de muchas / cosas, / compañero del alma, compañero».
Otro poema cantado que me impresionó es 'El niño yuntero', que revela la conciencia de clase de Miguel Hernández y su preocupación por el sufrimiento de los parias de la tierra, de los que él no estaba lejos en ningún sentido. «Carne de yugo ha nacido / más humillado que bello,» […] «Nace, como la herramienta, / a los golpes destinado…». Y desde luego 'Nanas de la cebolla', que escribió en la cárcel madrileña de Torrijos cuando su esposa, Josefina Manresa, le confesó en una carta que solo tenía para comer pan y cebolla y apenas salía de su pecho leche con que alimentar al niño. «En la cuna del hambre / mi niño estaba. / Con sangre de cebolla / se amamantaba.» Poema que se puede enlazar con 'Menos tu vientre', la evocación del calor del cuerpo de su mujer desde la solitaria aflicción en la celda. «Menos tu vientre, / todo es oscuro». Entre tanta oscuridad sobresale por su luz, anhelo y el tono festivo con que la canta Serrat 'Para la libertad', toda una declaración de intenciones que se entonaba a coro en las postrimerías del franquismo.
Debo también a Serrat haber aprendido de memoria los poemas de Antonio Machado que cantó en un disco anterior. Después leí sus libros, al igual que los de Hernández. Antonio Machado y Miguel Hernández fueron los dos poetas que más me marcaron en la adolescencia. Pero a diferencia de tempranas lecturas de la poesía de Lorca o de Kavafis o de Cernuda, en que era mi voz mental el conducto para el disfrute de su belleza, esos poemas de Antonio Machado y de Miguel Hernández siempre me han sonado en la cabeza con la voz de Serrat, que nos hizo ese regalo colectivo mucho antes de las declaraciones de dominio público.
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