Pura utopía

Alfredo Sánchez ·

El fotógrafo mexicano explora la compleja relación entre fantasía y realidad

Begoña Rodríguez

Sábado, 1 de febrero 2025, 00:01

Originario de la vibrante Ciudad de México, Alfredo Sánchez descubrió su amor por la fotografía a temprana edad, aunque antes de dedicarse a ella se decidió por el Derecho internacional. Su obsesión por capturar momentos efímeros le llevó a estudiar el arte de la cámara. ... Cuando empezó, comenzaba también la era digital y era el momento adecuado para estudiar en profundidad dos grandes áreas: técnicas de fotografía y Photoshop. Lo hizo asistiendo a las mejores escuelas y seminarios y talleres en Estados Unidos y Europa, como la escuela de EFTI en España y The London School of Photography con un gran amigo suyo, Antonio Leanza. Además, asiste anualmente al Congreso Mundial de Photoshop en Las Vegas y Orlando. Así es como ha pulido sus habilidades técnicas y desarrollado una profunda apreciación por la luz, la sombra y la composición.

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La capacidad de experimentar lo increíble, de deleitarse con el asombro, es una búsqueda continua en la obra de Sánchez, para quien la vida está llena de gracia, movimiento, color, textura y belleza. Solo necesitamos detenernos a observar, a ver y experimentar estas cualidades en todas partes. Eso es lo que el mexicano intenta lograr con sus fotografías: llamar la atención sobre las maravillas del mundo, capturar la magnificencia de la expresión y el gesto y resaltar lo que tan a menudo se pasa por alto en la observación ordinaria. Ese es el propósito de su trabajo. Al componer, iluminar, coreografiar y manipular cuidadosamente cada aspecto de una composición, se esfuerza «por transformar lo ordinario en perfección y lograr, aunque sea por breves instantes, momentos de pura utopía», confiesa en sus entrevistas. Las experiencias de cada día moldean su propia visión en la fotografía. Y cada una de esas pequeñas experiencias lo construyen para ser el fotógrafo que es hoy. A menudo, cita una anécdota. Una vez, en una conferencia, le preguntaron a Eduardo Galeano que qué era la utopía. «Y la respuesta fue la mejor que he escuchado jamás: La utopía es como el horizonte... cada vez que quieres alcanzarlo, se aleja más y nunca llegarás allí». De manera que el arte perfecto no es alcanzable, «pero el camino hacia la perfección es el que debemos disfrutar».

Lo que nunca termina

La fotografía de retrato llegó tarde a su carrera, básicamente porque le llevó mucho tiempo y esfuerzo aprender todas las técnicas de los viejos maestros. Le atrae la fotografía de retratos, confiesa a Yvette Depaepe, debido a la interacción que surge con el retratado y cree que los buenos resultados se producen cuando uno se esfuerza «en hacer que las personas luzcan geniales». En 'Utopia Dreaming' no deja lugar a dudas. La serie fotográfica, magnífica y exuberante, desafía las convenciones y nos lleva a un mundo donde lo inimaginable cobra vida. En estas imágenes, Sánchez fusiona elementos de la realidad con la fantasía, creando un universo visual único. Sus fotografías celebran la imaginación e invitan a explorar los límites de lo posible.

Su trabajo está impregnado de la rica herencia cultural de México. A menudo incorpora elementos de su iconografía, desde calaveras y máscaras hasta colores vibrantes que evocan el folclore y la tradición. Esta fusión de lo contemporáneo y lo ancestral aporta una capa adicional de profundidad a su obra. Ha demostrado que la fotografía es una forma de expresión poderosa que puede trascender las barreras culturales y lingüísticas.

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En cuanto a su técnica, cada una de sus piezas figurativas se crea sobre una serie de base narrativa, siempre tiene una «historia detrás». Sánchez prefiere filmar en su estudio, le da más control sobre el proceso artístico. Particularmente meticuloso en cuanto a luz, medición y posición, sus obras distintivas se completan a través de programas digitales. Describiendo el proceso, en sus propias palabras, básicamente empieza con Lightroom estableciendo la base y preparándose para enviarlo a Photoshop. Al postprocesar retratos en Photoshop empieza a trabajar en limpiar todas las imperfecciones de la piel en una separación de frecuencias para luego trabajar con micro dodge y quemado, burning, al cual dedica la mayor parte de su tiempo (al menos 2 horas) y luego pasa a diferentes programas de edición solo para darle un toque artístico. «Siempre recuerdo esa frase de que nunca terminas una novela o una obra de arte, simplemente la abandonas. Es exactamente lo mismo».

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