La primera novela sobre el conflicto en Oriente Medio
Arnold Zweig. ·
Ante su trágica actualidad, reeditan el libro que publicó en 1932, que suscitó perplejidad y encono y apenas fue leídoSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
Arnold Zweig. ·
Ante su trágica actualidad, reeditan el libro que publicó en 1932, que suscitó perplejidad y encono y apenas fue leídoIbon Zubiaur
Sábado, 7 de septiembre 2024, 00:03
Arnold Zweig (1887-1968) fue uno de los grandes novelistas alemanes de la época de Weimar. 'El sargento Grischa' la tradujo ya en 1929 Salvador Vila (que llegó a rector de la Universidad de Granada y fue fusilado por los franquistas); también pueden leerse en ... español su correspondencia con Freud y 'El hacha de Wandsbeck'. En su país natal quedó un tanto eclipsado porque tras la Segunda Guerra optó por la Alemania del Este, donde presidió la Academia de las Artes al fallecer Heinrich Mann (ambos eran pacifistas, algo que incomodó doblemente en el maniqueísmo de la Guerra Fría). En vista de su trágica actualidad, la prestigiosa Die andere Bibliothek reedita ahora su 'De Vriendt kehrt heim' (De Vriendt vuelve a casa), publicitada convincentemente como «la primera novela sobre el conflicto en Oriente Medio».
Zweig visitó en 1932 Palestina, por entonces bajo mandato británico, y se exilió allí tras la llegada de los nazis. Antes publicó esta obra insólita que, pese a su espléndida factura literaria, suscitó más bien perplejidad y encono (entre sus colegas entusiasmó a Lion Feuchtwanger y espantó a Joseph Roth, notablemente más primario en lo político).
Narra el caso real de un judío ortodoxo al que asesina un joven sionista por buscar una avenencia con ciertas facciones árabes, mostrando así lo que siempre muestra la mejor literatura: que las denominadas «partes en conflicto» son una abstracción de multitud de destinos y pasiones, concretos y diversos (hasta el asesino es mostrado como lo que es: un ser humano, y no el mero instrumento de una idea). Esto no gustó entonces y seguirá sin gustar ahora, después de innúmeras matanzas. Pero quien se anime a leer la novela (a la espera de la muy deseable traducción española, existe una versión francesa) hallará un formidable cuadro del abigarrado Jerusalén de entreguerras, adonde siguen llegando fugitivos de los pogromos en Europa Oriental.
Zweig plasma en detalle sus disparidades y sus pugnas intestinas (un personaje afirma: «Así fue siempre entre nosotros, sabe, ya en tiempos de Tito») y su convivencia entre decente y suspicaz con árabes musulmanes y cristianos. También cuando se producen enfrentamientos masivos y violentos (y por primera vez los colonos judíos, bien organizados, oponen resistencia armada), la novela recoge desde linchamientos y ajustes de cuentas a la solidaridad entre vecinos. Un valor emblemático se confiere al colono judío que, herido de muerte en un ataque, emplaza a sus compañeros a no hacer pagar su muerte al conjunto de los árabes, sentenciando que «el castigo y la venganza han rebajado el mundo hasta este estado».
Además de este mensaje esencial (y las magníficas descripciones de paisajes y ambientes), hay dos rasgos de la novela que destacan. En primer lugar, la perspicacia de su análisis materialista: la ociosidad de las élites árabes locales no se debería tanto a una supuesta inferioridad cultural como al hecho de que en la Palestina británica no tributan la renta ni el patrimonio, sino solo el trabajo. Y un sionista ortodoxo no deja de ver que al comprarles tierras a los hacendados árabes están desclasando a sus arrendatarios, y así «enriquecemos a nuestros enemigos y creamos una situación explosiva aumentando la pobreza».
Pero quizá lo más pasmoso sea cómo Zweig quiso hacer justicia al modelo de De Vriendt (el político de origen neerlandés Jacob Israël de Haan) tematizando también su homoerotismo. Lo despoja de sexo y se centra en su pasión despendolada por Saúd, un adolescente árabe de buena familia al que enseña Historia. Cuando ante la noticia del asesinato de su maestro el chico se derrumba, el comisario británico Irmin (protagonista imparcial de la novela) concluye que «el amor es el amor, y todo lo demás sandeces y pacatería».
'De Vriendt' fue mal acogida en los medios judíos y no se tradujo al árabe. Nunca se publicó en Alemania Occidental; sí en la Oriental, aunque con retoques, para marcar distancias claras con el imperialismo británico y el sionismo. Aun así apenas fue leída, y casi solo desde un prisma político. Como le dijo Zweig a una de sus traductoras, «quizá fui ingenuo al esperar que se entendiera el tono de disposición cálida y positiva que late en cada página del libro, allí donde no se trata de nacionalismo y violencia.» Pero como también se dice en la novela: «En pocos días debería llegar la paz. Una peor, pues toda guerra arranca algo de bien moral a los participantes. Pero a fin de cuentas paz».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.