El primer puente

El Pont Neuf se remonta a tiempos del monarca Enrique III, y fue el primero en atravesar de parte a parte, con su paradita en la Isla de la Cité, el Sena. Además de ser el más antiguo de los 37 que cruzan el río, sigue figurando como el más largo, con cerca de 240 metros. Cuenta con doce arcos, siete ubicados en la zona norte, viniendo desde la 'Rive droite', y cinco en la zona sur o 'Rive gauche'. Se ubica en la parte oriental de la Isla de la Cité, en el extremo contrario al que se levanta Notre Dame. Una isla que, vista desde el aire, recordaría a un barco, siendo el Pont Neuf una especie de tablón transversal frente al mascarón de proa. Así lo define precisamente Hemingway en 'París era una fiesta'.

El Puente Nuevo se erigió pensando en los peatones, para evitar que se mancharan de barro en sus desplazamientos por una ciudad entonces insalubre. Inaugurado en 1607 por Enrique IV, previo paseo triunfal a lomos de un caballo blanco, su aspecto chato y robusto recuerda a su 'homólogo' madrileño, el puente de Segovia, cuya apertura sería anterior, de 1584. Pero 'el 'Neuf' añade un toque particular: sus 381 'mascarons', que representan a criaturas salvajes de los montes.

Uno de los más transitados en la actualidad de todo París, al Pont Neuf se llega desde la calle homónima, que nace en Les Halles y conecta ahora con otro gran templo del comercio. Porque a finales de junio se abrieron las puertas, tras 16 años de obras, de La Samaritaine, un espectacular espacio de tiendas de lujo cuya fachada e interiores sintetizan el mejor estilo modernista. Un enclave privilegiado, en el corazón de París, que dará un nuevo protagonismo al puente más emblemático de la ciudad.

Y quien prefiera no fundirse la tarjeta en La Samaritaine, siempre puede cruzar el puente paladeando un helado de Berthillon, despachado en la vecina isla de San Luis.