![Un pilar narrativo](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202202/12/media/cortadas/pilar-kn1G-U160900277039Dv-1248x770@El%20Correo.jpg)
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laura lazcano
Sábado, 12 de febrero 2022, 00:01
Apesar del menosprecio al que se ha sometido el género romántico por estar dirigido desde los grandes estudios a un público femenino, no hay que olvidar cuántos directores han consagrado su carrera al romance. En un estudio imparcial realizado por el teórico de cine David Bordwell en el que incluía cien películas de Hollywood de entre 1915 y 1960, Bordwell descubrió que el amor estaba presente en el argumento del 85% de estos filmes mientras que el 95% de ellos tenía el amor como temática dominante. Es la mejor demostración de que el amor ha sido uno de los pilares narrativos del cine ya no solo de Hollywood sino de toda la producción mundial.
Siendo el amor un sentimiento que en numerosas ocasiones puede rozar la locura, pocas películas transmiten con tanta precisión ese estado de enajenación mental como 'La criada' (Kim Ki-Young, 1960), cuyos créditos iniciales ya sugieren un embrollo en el que la tensión va escalando hasta desembocar en un clímax irrespirable que infecta el delicado tejido afectivo de una familia en un barrio de Seúl. Mediante un primer plano de los hijos pequeños de la pareja protagonista jugando en la alfombra a pasarse un cordel perfectamente anudado en las manos, 'La criada' no escatima en motivos visuales de manos entrelazadas, hilos trenzados e incluso dedos que se cruzan con su propia sombra mientras se cierran sobre un bote de veneno para acentuar esa percepción de paranoia.
Kim Ki-Young consigue escenificar esa atmósfera malsana gracias a la fotografía -una casa llena de luces y sombras- y el uso de una banda sonora dramática que invoca constantemente la culpa -con el piano como principal protagonista-. Por su parte, el trabajo de cámara se afana en imitar cada movimiento de sus personajes elevando la angustia vital que impulsa este terrorífico triángulo amoroso entre un profesor de piano, su esposa y la sirvienta de la casa y dinamitando así la frágil estabilidad de la familia protagonista.
Porque en muchas ocasiones la etiqueta de amor enloquecido no es sino un eufemismo para hablar de relaciones de maltrato, es ahí donde se ubica una obra como 'The honeymoon killers' (Leonard Kastle, 1970), sobre una pareja que se conoce a través de una agencia matrimonial. Ella enfermera, él un estafador que corteja y roba a mujeres solteras o viudas. Ella desarrolla una relación obsesiva y dependiente con él hasta tal punto que decide convertirse en su cómplice y adoptar ese estilo de vida. El maltrato psicológico está a la orden del día en esta sórdida historia -basada en hechos reales- que en un principio iba a dirigir Scorsese. La espiral de mentiras, manipulación psicológica, violencia física y demencia en la que se ve envuelta la pareja no tarda en dejar un sangriento reguero de víctimas que culmina con ambos entre rejas. A pesar de su bajo presupuesto y una dirección que tampoco aporta demasiado estilo a la historia de dos degenerados supuestamente enamorados, es interesante interpretar 'The honeymoon killers' como una extraña precursora de la ola de filmes 'true crime' (basados en crímenes reales) que se popularizaron a partir de la década de los ochenta.
Trayectoria criminal la de la pareja de 'The honeymoon killers' que recuerda a la de los protagonistas de 'Badlands' (Terrence Malick, 1973). Tras contemplar una joven Sissy Spacek cómo su novio termina con la vida de su padre de dos disparos en el pecho, ambos deciden huir convirtiéndose en fugitivos. Con los paisajes rurales e industriales de Dakota del Sur de fondo, asistimos como espectadores a la brutalidad más pura a través de dos personajes unidos por un sentimiento romántico. Ya lo decían los protagonistas de 'Átame' de Almodóvar: «Más que una historia de terror parece una historia de amor». A lo que contesta otro: «A veces se confunden».
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