Conjuntos inspirados en Pierre Bonnard (2001). nicolas mathéus
Artes plásticas

París responde al amor de Yves Saint Laurent

exposiciones ·

Seis museos de la capital francesa, incluidos Louvre, Orsay y Pompidou, rinden homenaje al gran modisto y muestran sus vínculos con el arte

abraham de amézaga

Sábado, 22 de enero 2022, 00:03

A principios de los años 80 del aún cercano siglo XX, se lanzaba un perfume de alta gama al mercado, bautizado como Paris. Llevaba la firma de Yves Saint Laurent. Ante tal hecho, un puñado de gentes del mundo creativo se rebeló, acusando al costurero ... de haberse 'apropiado' del nombre de la Ciudad de la Luz, en su beneficio. Hasta tal punto estaban molestos que escribieron al alcalde parisino, a la sazón Jacques Chirac.

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La respuesta de quien años más tarde sería presidente de Francia fue clara: Saint Laurent, que embellecía a la mujer desde París con sus impresionantes desfiles en el Grand Hôtel, proyectando como nadie la imagen de lujo y sofisticación de la capital a nivel internacional, tenía toda la legitimidad del mundo para utilizar ese nombre. Este hecho lo relataba hace pocos años la escritora y periodista Lola Gavarrón, en el transcurso de una de sus conferencias.

Pues bien, la ciudad en la que desarrolló su estilo y triunfó como creador de moda desde la década de los sesenta, hasta decir adiós a principios de este siglo a la profesión, y al mundo, con su fallecimiento, se rinde ante el gran maestro. Y lo hace a lo largo de varios meses, con exposiciones-aniversario en varios de sus museos de manera simultánea; algo inédito hasta ahora en lo concerniente a un diseñador. Y son precisamente seis los museos, porque el 29 de enero de este mes -fecha en la que, por cierto, comienzan las muestras- se cumplirán sesenta años -o lo que es lo mismo, seis décadas- del primer desfile de Yves Saint Laurent (1936-2008). Se trataba de una colección de alta costura; ese saber hacer que solo se desarrolla de manera ortodoxa en la capital gala desde que un inglés, que respondía al nombre de Charles Frederick Worth, lo inventara a mediados del XIX.

'La fée electricité' de Raoul Dufy (1937). Museo de Arte Moderno. pierre antoine

Con el nombre de 'Yves Saint Laurent aux musées' (Yves Saint Laurent en los museos) se quiere poner de relieve el interés a lo largo de su trayectoria por el mundo del arte, que plasmó en multitud de colecciones, así como su conexión, sus lazos, con obras de diferentes museos públicos de París. Los que se suman a la efeméride son los más prestigiosos de la capital francesa: desde el Louvre, al Orsay, pasando por el Pompidou, el de Arte Moderno, el Picasso, y finalizando en el que lleva el nombre del creador de moda desde 2017. En ellos y con ese formato inédito se logra un diálogo entre algunas de las obras de sus colecciones permanentes y un buen número de modelos icónicos que diseñara el maestro entre la década de los sesenta y principios del siglo XXI.

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El Pompidou, el que lleva el nombre del que fuera uno de los presidentes de la Quinta República gala, también conocido como Beaubourg, cobra una importancia especial entre los seis implicados: fue allí, justo hoy hace veinte años, el 22 de enero de 2002, donde con un gran desfile retrospectivo, rodeado de sus musas y un público entusiasta, Monsieur Saint Laurent decía adiós a la moda. Los que no tuvieron el privilegio de estar invitados a aquel histórico evento, pudieron seguirlo desde el exterior del Pompidou, gracias a una inmensa pantalla que emitía lo que se estaba desarrollando en el interior. Aquella sería su primera muerte, en palabras de Pierre Bergé, su compañero durante décadas y el hombre de negocios que hizo de la marca una de las más grandes del panorama internacional. La segunda y definitiva muerte de nuestro protagonista le llegaría un largo lustro más tarde, el 1 de junio de 2008, día en el que cerraba los ojos definitivamente.

«Si Chanel liberó a la mujer, Saint Laurent le dio poder», dijo Bergé

Los grandes

¿Cuándo comenzó su homenaje a los grandes del arte? A partir de mediados de los sesenta, con su colección otoño-invierno 1965. Será con sus vestidos Mondrian -«el primer artista al que me atreví a acercarme»-, a los que seguirán guiños y reverencias a otros maestros, como Poliakoff y Wesselmann. Pondrá «el arte en movimiento», por aquello de que lo traslada a vestidos que serían portados por mujeres. Y ahí dará comienzo ese diálogo con los artistas, donde no faltarán españoles, como Picasso, Zurbarán o Goya. No se trataba de copiar sus obras en tela, sino de traducir el universo de cada uno de ellos, elevando al mismo tiempo un oficio, el de la moda, al rango del arte; o por lo menos acercarlo aún más. Braque, Bonnard, Léger, Matisse, Van Gogh o Watteau, entre la amplia nómina, van a figurar también entre los que nutren a Saint-Laurent. «Este diálogo constante fue un elemento clave del ingenio y la creatividad sin límites del diseñador», en opinión de Madison Cox, presidente de la Fondation Pierre Bergé-Yves Saint Laurent.

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Si bien no fue el primero en inspirarse en artistas -ahí está nuestro Cristóbal de Balenciaga, en su caso con los grandes del arte español, como dejó de manifiesto a la perfección la muestra que tuvo lugar en 2019 en el Museo Thyssen-Bornemisza-, Saint Laurent, que viste a nuevas generaciones de mujeres, y se adentra también con fuerza y éxito en el prêt-à-porter, logra que la moda entre en los museos y ver en vida diversas exposiciones en torno a su trayectoria y colecciones. Su primera gran retrospectiva tenía lugar en el Metropolitan de Nueva York, en 1983, justo el año del lanzamiento de -para algunos- polémico perfume Paris. Aunque para polémicas, en este campo, la de una década después, cuando bautizaría otra de sus fragancias con el nombre de Champagne. La muestra del mencionado museo, bajo la dirección de Diana Vreeland -la Anna Wintour de la época, en lo que a moda se refiere- fue visitada por más de medio millón de personas.

Homenajes a Picasso (1979) y Braque (1988). nicolas mathéus

Gran amante del arte, tanto a nivel profesional, como personal, Yves fue además junto a Bergé un gran coleccionista. De hecho, al poco tiempo de su fallecimiento, este último se encargaría de organizar una histórica subasta de arte en el Grand Palais de la colección que ambos recopilaron durante medio siglo. Logró un récord en cuando a recaudación, por su calidad y prestigio: 206 millones de euros.

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Colores, formas y materiales componen el trío inseparable del que Saint Laurent se valdría, para moldearlo de las más variadas e inimaginables maneras. Posando la mirada en los seis museos que a partir del próximo sábado y hasta el 15 de mayo harán su particular homenaje al maestro, será el propio público el que trace el recorrido de su elección, al no haber una ruta obligada, ni norma alguna. Solo faltaría, en estos tiempos pandémicos donde la gente está ya saturada de obligaciones y estrictas nuevas normas que no paran de cambiar.

Si al hablar del Pompidou mencionábamos Mondrian, convendría hacer igualmente lo propio con Matisse, a quien el diseñador de moda consideraba EL pintor. En su cuadro 'La blouse roumaine' (1940) se inspira a principios de lo 80 para, por ejemplo, una de las blusas que incluye en su colección. También reparará su atención en el trabajo de Fernand Léger y Martial Raysse, así como en el de Agam. El guiño al de este último serán las fotos en polaroid que realiza a sus modelos entre 1979 y 2002, siempre la víspera de sus desfiles.

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La subasta organizada tras su muerte con algunos de sus cuadros recaudó 206 millones de euros

El escritor y las mujeres

En el Orsay, templo del arte impresionista y que en otros tiempos fue una estación de tren, se subraya su amor por la obra del autor de 'En busca del tiempo perdido'. «De todos los escritores, Proust es el que ha hablado de las mujeres con más sensibilidad y verdad. Y pienso menos en el Proust que describía vestidos con arte que en el que pintaba personalidades», confesaba en cierta ocasión Saint Laurent. Allí, en el Salon de l'Horloge se exponen modelos que creara para el Bal Proust, organizado a principios de los 70 por la baronesa Marie-Hélène de Rothschild, coincidiendo con el centenario del nacimiento del autor. Un museo en el que sorprenden igualmente un buen número de esmóquines femeninos, otra de las características del trabajo saint-laurentiano. Por aquello de que «nunca está más femenina una mujer que cuando se viste de hombre». A lo que podríamos añadir la reflexión de Bergé: «Si Chanel liberó a la mujer, Saint Laurent le dio poder».

Atravesamos el Sena, por el cercano puente Royal y llegamos al Louvre. En la suntuosa galería Apollon, se pone de manifiesto la fastuosidad, con el oro como protagonista, el color del sol. Luminosidad y riqueza con creaciones de alta costura repletas de bordados, lentejuelas, piedras… Un festival que nos recuerda el derroche de tiempos pasados, como los años 80 y 90, y donde hay lugar para el corazón, pero no el que late en cada uno de nosotros, sino aquel que incluía el modisto sobre sus musas en los desfiles; símbolo de amor y fe.

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En el museo Picasso se despliega la gran admiración de Saint Laurent por la obra del malagueño, así como por el cubismo. Los arlequines, los periodos azul, rosa… Ejemplos habría muchos. Nosotros nos quedamos con su chaqueta-homenaje a la obra del artista, de la colección otoño-invierno 1979, así como con aquel vestido de la misma serie que se presenta junto al 'Busto de mujer con sombrero de rayas' (1939). La muestra del museo Picasso, debido al calendario de la pinacoteca, finalizará el 15 de abril, un mes antes que el resto.

Diseño para el Bal des Têtes (1957). nicolas mathéus

Al otro lado de París, en concreto al suroeste, nos aguardan las dos últimas de las exposiciones-homenaje: la del Museo de Arte Moderno, con salas de diferentes tipos, desde intimistas a monumentales, y donde podríamos destacar a tres artistas que tuvieron influencia en la obra de Saint-Laurent: el antes citado Pierre Bonnard, pintor en el que se fija en una de sus últimas colecciones, la de la primavera de 2001; Raoul Dufy, de cuya luz y colores se apropiará de algún modo en algunos de sus modelos de los 90, y Alain Jacquet. La versión del 'Déjeuner sur l'herbe' (1964) de este último le aportará ideas que plasmará en algunas de sus prendas de mediados y finales de los 60.

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Y cómo no, qué mejor que terminar el recorrido muy cerca de este museo, en el consagrado a Yves Saint Laurent, en el número 5 de la avenue Marceau. Allí se desvelan una parte de los archivos de la casa, la mayoría inéditos hasta ahora, así como el proceso creativo, sus diferentes pasos, del boceto a la prenda montada. Un homenaje además a los artesanos, a las petites mains, las manitas, mujeres sin las cuales nada de lo que diseñó sobre papel el maestro hubiera sido posible. Quedarán positivamente impactados por la chaqueta-homenaje a Van Gogh, repleta de colores y bordados, de 1988.

Un recorrido que, como imaginan, se ha de degustar, como la mayoría de exposiciones. Abstenerse por tanto quienes deseen hacerlo con prisas, por aquello de que además de no ser estas últimas buenas consejeras, se perderán mil y un matices, o lo que es lo mismo, conocer más y mejor la obra del costurero. En el terreno de la escenografía, que ha corrido a cargo de Jasmin Oezcebi, especialista en la materia, esta es depurada, lo que «proporciona una particular atención a las líneas y siluetas», según Mouna Mekouar, una de las dos comisarias de esta manifestación internacional de gran envergadura.

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