
El padre de la teoría posmoderna
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El estadounidense Fredric Jameson es responsable de algunas de las contribuciones más relevantes al pensamiento contemporáneodaniel reboredo
Sábado, 13 de agosto 2022, 00:07
El concepto de posmodernidad se asocia a la atmósfera sociocultural que define al mundo occidental en la actualidad, tanto en el ámbito cultural como en el artístico o en el que se refleja en la organización política, económica y social. Todos están en relación con la configuración de la sociedad y con los acontecimientos y transformaciones que en ella acaecen. El movimiento posmoderno se caracteriza por cuestionar las formas y modos hegemónicos de definir e interpretar las ideologías y las formas de concebir la realidad y los acontecimientos históricos.
La posmodernidad se articula en torno a la naturaleza, a la situación cultural y a cómo las instituciones y los modos de vida característicos de la modernidad se han modificado dando lugar a nuevos procesos y modos de vida (cambios de configuración social y cultural); mientras que el posmodernismo hace referencia a las nuevas formas de comprender el mundo en términos de elaboración de conocimiento (actitud y posición epistémica para generar conocimiento resultante de la situación sociocultural de finales del siglo XX e inicios del XXI). Ambas concepciones están íntimamente relacionadas por diferentes puntos de encuentro: dimensión subjetiva (fragmentación y diversidad); política y económica (globalización); y, finalmente, social (tecnología y medios de comunicación).
En el elenco de pensadores contemporáneos, hay algunos como Fredric Jameson, que consideran que el posmodernismo (reacción contra la seriedad moderna y sus pretensiones filosóficas y metafísicas) ha concluido y que seguimos sumergidos en una posmodernidad entendida como la manera en que el primero define un momento del capitalismo avanzado influyendo en los modos de producción.
Proclamar el fin de la posmodernidad como coyuntura del capitalismo es algo aventurado cuando su otra cara, la globalización, está en plena pujanza. Ambas personifican lo mismo, el capital financiero. Así piensa este intelectual norteamericano nacido en Cleveland (Ohio), quien también considera conveniente mantener la palabra posmodernidad porque nos anima a buscar las implicaciones culturales de este cambio y no sólo las económicas.
Responsable de algunas de las contribuciones a la teoría de la cultura más importantes de las últimas décadas, sus obras son un legado indispensable para el pensamiento contemporáneo, tanto por ser un referente internacional en el ámbito de los estudios literarios como por sus aportaciones sobre arquitectura, cine, cultura popular o pintura. En su obra más importante, 'El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado' (1991) señala, partiendo de un marxismo original, que el capitalismo comienza sobre una base local o nacional y se extiende al ámbito europeo, después se expande por el mundo por medio de un proceso imperialista y finalmente entra en una fase de globalización. Analiza la dimensión sociopolítica de diversos fenómenos culturales de la posmodernidad (artes plásticas, arquitectura, cine, literatura, música, vídeo), las nuevas formas de percepción del espacio y el tiempo que estos han introducido y un gráfico panorama sobre la dinámica del mercado mundial, los dilemas de algunas perspectivas teóricas, los nuevos movimientos sociales, etc.
La perspectiva que ofrece la realidad desde los años ochenta del pasado siglo es mucho más completa para periodizar el comienzo de este sistema, para establecer una genealogía de lo posmoderno y para constatar que muchas de las prácticas económicas de entonces se han convertido en dominantes. Comprobamos cómo su marco de análisis se asienta en un marxismo metodológico que, de manera preferente, estudia las relaciones entre el desarrollo del capitalismo y la producción cultural. El pensador estadounidense, doctorado con una tesis sobre Jean Paul Sartre en 1959, plantea una nueva lectura de la teoría cultural del marxismo y relaciona estrechamente cultura y economía.
Las formas estéticas que definen la posmodernidad encajan con la fase de mundialización del mercado, y es este el que las pone de moda. De esta forma, la profundidad de la cultura se reemplaza por la diversidad y la complejidad de lo huero e insustancial; predominando el plagio, el remedo y el pastiche, vaciando la razón y arrinconando el ser de la Historia. La posmodernidad se retrata como la lógica cultural del capitalismo, como la plataforma que lleva a la cultura, a través de los medios de comunicación (capitalismo mediático), al espacio de la globalización económica.
De esta forma, el posmodernismo es la era del fin de las ideologías tradicionales, en un marco de capitalismo multinacional del que se convierte en precepto y regla cultural. Así lo ratifican sus principales características: debilidad de la historicidad, fin de estilo, impersonalidad, intertextualidad, nueva superficialidad, temporalidad esquizofrénica, marginación de los afectos, nueva lógica espacial del espectáculo, nuevas tecnologías, tiranía de la ideología de grupo, etc. El más célebre seguidor contemporáneo del marxismo hegeliano, como ningún otro pensador, ha creado una teoría general y totalizadora de dimensiones culturales, geopolíticas y socioeconómicas de lo posmoderno. La vinculación entre el posmodernismo y el sistema socioeconómico del capitalismo de última generación (predominio de corporaciones multinacionales, nueva división internacional del trabajo, preeminencia del sector de servicios y comunicaciones en los países del centro capitalista, nuevo funcionamiento del sistema bancario internacional, etc.) recupera el método histórico-cultural utilizado desde Hegel y característico del siglo XIX.
Para Jameson, el desarrollo de este capitalismo multinacional homogeniza las sociedades, limita el poder de los estados, fomenta nuevas formas de poder internacional, endiosa la tecnología y unifica la cultura, empobreciéndola, a la par que promueve su consumo descontrolado, y transmite la imposibilidad de que existan alternativas a este sistema.
Entre su producción literaria, además de la ya citada 'El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado' (1991), podemos destacar obras como 'La cárcel del lenguaje' (1980), 'Documentos de cultura, documentos de barbarie' (1989), 'La estética geopolítica' (1995), 'Teoría de la postmodernidad' (1996), 'La posmodernidad y el mercado' (1998), 'Estudios culturales: Reflexiones sobre el multiculturalismo' (1998), 'Las semillas del tiempo' (2000), 'El giro cultural' (2000), 'Una modernidad singular: ensayo sobre la ontología del presente' (2004), 'Arqueologías del futuro' (2009), 'El posmodernismo revisado' (2012), 'Las variaciones de Hegel. Sobre la 'Fenomenología del espíritu' (2015), 'Las ideologías de la teoría' (2015), 'Marxismo y forma' (2016), 'Las antinomias del realismo' (2018), etc.
En todas ellas vislumbramos los aspectos ya señalados de su pensamiento, a la par que encontramos un deseo de restituir el valor literario y político de la utopía frente al capitalismo uniforme de nuestra época.
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