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Guillermo Gómez Muñoz
Sábado, 3 de agosto 2024, 00:03
Las operaciones nos acompañan a lo largo de la vida. En la escuela, las matemáticas amargan la existencia a algunos estudiantes. Las quirúrgicas nos salvan la vida. Las financieras despluman a los incautos. Y en estas fechas, las operaciones salida o retorno colapsan carreteras, como ... el colesterol las arterias. Las «operaciones» son un derivado del verbo 'operar', una evolución a partir del sustantivo 'opus' (obra) y su variante verbal 'operari' (trabajar). Estas formas latinas han dado los típicos dobletes: el patrimonial 'obrar', con su sonorización de la 'p' y la síncopa de la 'e', y el cultismo 'operar', sin cambios fonéticos. El étimo latino se originó a partir de la raíz indoeuropea 'op', presente también en 'oficio' (literalmente, el que hace una obra) u 'opíparo', en el que 'op' se suma al verbo 'paro' (proporcionar). El sustantivo 'operación' se documenta en el siglo XV y el verbo 'operar', en su sentido médico, lo recoge el 'Diccionario de Autoridades'. La 'operación salida' y la 'operación retorno' aún no han encontrado hueco en el diccionario. Habría que definirlas como el sístole y el diástole del corazón urbano. Operaciones salida que vacían las ciudades con caravanas de coches expectantes por las vacaciones que comienzan. Operaciones retorno que las llenan con caravanas desencantadas por volver a la rutina.
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