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luisa idoate
Sábado, 20 de noviembre 2021, 00:13
Machu Picchu sintetiza la arquitectura inca. Austera, compacta, resistente, sin adornos y precisa. En calidad, dimensiones y número, no tiene rival. Fue uno de los ... muchos logros de un imperio que alcanzó los 11 millones de habitantes y abarcó Perú, Ecuador, parte de Colombia, Bolivia, Chile y Argentina. Enclavados en uno de los lugares más hostiles del planeta, los incas se autoabastecían de alimentos y materias primas y exportaban los excedentes. Sembraban en bancadas escalonadas, hasta cincuenta superpuestas; aprovechaban cada palmo de tierra con un cultivo selectivo por alturas: maíz, patata, pimiento, quinoa… Una eficaz intendencia y la práctica red viaria facilitaban el almacenaje y transporte. El Camino Real, de 5.200 kms., iba de Quito a Tucumán; derivaba con ramales hasta el de la Costa, de 4.000 kms. Atravesaban alturas de 5.000 metros. Confluían en la capital, Cuzco, 'el ombligo de la tierra' en quechua. Allí estaba el Korikancha, el templo del sol, literalmente tapizado en oro; tan incrustado en las paredes que los conquistadores españoles lo arrancaron a martillazos. Usaron parte de sus muros para levantar la iglesia de Santo Domingo de Cuzco, porque los edificios incas eran antisísmicos. En algunos se observan piedras maestras de hasta 12 ángulos, muy difíciles de encajar, que sujetan todas las demás.
La inca era una monarquía teocrática con una red de vigilancia integral. Unos funcionarios controlaban a otros, como las familias; y, a su vez, los vigilantes formaban parte de un paquete mayor que otros vigilaban… Y así hasta cubrir todo el imperio. El emperador controlaba la economía. Cada región tenía un cupo que producir. Parte del producto se almacenaba en la capital para las vacas flacas por guerras y sequías. Se admitía, veneraba y adoraba a los ídolos, símbolos, objetos sagrados y momias de los pueblos sometidos; y se usaban como arma si alguno se rebelaba. Mantenían muchos observatorios astronómicos y seguían de cerca el clima. Carecían de escritura y desconocían la rueda, pero un pescado llegaba a la capital desde la costa en un día y los 'chasquis' o mensajeros trasladaban una noticia de Quito a Cuzco en una semana, salvando los 2.000 kms. con relevos. Los hacían en los 'tambos', albergues que salpicaban los caminos cada diez o quince kilómetros. Al llegar a uno de ellos, un correo era sustituido por otro. El sistema era tan eficiente que los españoles lo mantuvieron durante el Virreinato de Perú. Pedro Cieza de León lo alabó en 'Crónica del Perú' (1554): «Los incas inventaron las postas, que fue lo mejor que se pudo pensar ni imaginar».
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