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Óleo y miriñaque
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El museo Meadows de Dallas se alía con el del Traje de Madrid para mostrar pinturas que dialogan con vestidos y accesoriositxaso elorduy
Sábado, 9 de octubre 2021, 00:23
El Museo Meadows, de Dallas, creado por el filántropo Algur H. Meadows con la misión de ser «un pequeño Prado para Texas», presenta 'Lienzo y seda: moda histórica del Museo del Traje de Madrid'. Una selección de cuarenta pinturas de la colección del Meadows que ... dialogan con vestidos y accesorios del Museo del Traje. La muestra conjunta, abierta hasta el 9 de enero, narra la evolución de la moda española a lo largo de cuatrocientos años y revela cómo han influido en la vestimenta determinados aspectos de la historia del país, como su implicación en el comercio mundial o la formación de una identidad nacional.
La exposición enseña como la moda se relaciona con la Historia. Así, puede verse un traje de luces de época, junto al 'Segovianito' de Ignacio Zuloaga, de 1912; como el mantón de Manila tostado, de 1920, que acompaña al retrato de la Duquesa de Arión, ataviada con la castiza peineta, un bello vestido de satén verde y un mantón entre las manos. 'La reina Luisa de Prusia' (1929), de Joan Miró, junto a un vestido de colores brillantes pintado a mano y zapatos del diseñador Manuel Piña.
Elvira González, comisaria del Museo del Traje, explica que el «proyecto surgió como primer paso de comunicación entre el Museo del Traje y el Meadows, con el ánimo de sentar las bases de una relación institucional. El objetivo de la muestra es poner el acento en la indumentaria y en los complementos que tienen que ver con el mundo del vestir y de la apariencia, que el espectador vea aspectos que podrían pasar inadvertidos». 'Lienzo y seda' alude a la materia prima de la que son partícipes ambos museos y se divide en temas que ilustran varias tendencias de la Historia de la moda europea, en general, y de la española, en particular, a lo largo de quinientos años. «Al emparejar piezas de la colección del Museo del Traje con las del Meadows se consigue dar vida a la ropa, los accesorios y otros materiales, lo cual permite a los espectadores ver el contexto en el que se llevaron tales artículos y ahondar en el conocimiento de la pintura», precisa González.
El espacio expositivo se abre con 'Cosas preciosas', joyas que abarcan desde los siglos XVII al XIX y se ponen en correlación con una exquisita serie de 'miniaturas de la Corte de Carlos IV', realizadas por una de las contadas mujeres artistas de la época, Francisca Ifigenia Meléndez y Durazzo. Elvira González destaca a su vez el cuadro del 'Caballero de Santiago', de Giuseppe de Rivera, de 1635, que aparece con una insignia de la Orden de Santiago. «Joyas minúsculas que aluden no solo a su adscripción a una orden religiosa, sino al estatus social y a una serie de elementos socioculturales».
Otra sala más amplia, 'En la corte', propone un juego con los iconos más identificativos de lo español, «entrelazada con cuadros bellísimos como el de 'María Teresa del Castillo', de Francisco de Balleu, una niña ataviada con un gorro y una bata, conocida en España como traje a la francesa tipo manteau». O el cuadro de Casanova 'Los favoritos de la Corte', que muestra a Fernando VII y su esposa en el palacio de Fontenebleau, donde reciben a unos toreros. Los reyes están ataviados con la indumentaria que va a prevalecer durante gran parte del XVIII e inicios del XIX, cuando Francia marcaba el estilo de la época en las cortes europeas, con ese traje a la francesa masculino compuesto por calzón hasta las rodillas y casaca. En el caso de la indumentaria femenina, se puede ver el cambio de estilo, con la revolución que supuso para la mujer la pérdida del corsé.
El majismo y el torero, como su prototipo por excelencia, se trata en 'Tipos españoles y majos'. Surgió a finales del XVIII con la invasión francesa, partiendo de las indumentarias populares, y fue apropiado por el mundo nobiliario, durante un corto periodo de tiempo, con una calidad de tejidos mayor pero siguiendo los tipismos de las madroñeras, que jalonan los vuelos de las faldas y las cofias. Tuvo una continuidad, a lo largo del XIX, y llega a un traje de doña Isabel de Borbón y Borbón -conocida popularmente como La Chata-, de la que el Museo del Traje tiene una colección importante.
Esta obra alude a los agasajos que distintas corporaciones municipales entregaron a su madre, Isabel II, en diferentes viajes reales, que se hicieron para fortalecer el imaginario regio de sus representantes. Viste faldita con miriñaque y crenolina, silueta acampanada y madroñeras, que jalonan los vuelos de la falda. «El retrato de 'la Duquesa de Medinaceli', de José Casado y del Alisal, de 1834, tiene una enorme sintonía con la vestimenta de La Chata en ese momento. Esas personas tenían unas costumbres que dan las claves para determinar su estatus social», detalla la comisaria de la muestra. En otra sala destaca 'La duquesa de Arión' de Zuloaga, de 1918, engalanada con la mantilla, la peineta y el mantón de Manila, curiosamente tejido en China, que ella no lleva sobre los hombros, sino enrollado, protegiéndose las manos y que delata la posición social de la dama representada y la singularidad del artista. Una prenda icónica en la indumentaria española, a partir del XIX, símbolo de las rutas comerciales españolas que conectaron Sevilla con la capital filipina y que ocuparon un lugar destacado en el comercio entre Asia, América y España.
«Esta muestra favorece un relato más matizado del desarrollo de la sociedad española, gracias a la presentación de pinturas históricas junto a ejemplos contemporáneos de las prendas allí representadas. Nos permite explorar, como nunca antes, las complejas relaciones entre representación y realidad o entre imagen y objeto», concluye González.
La moda es un espejo de la Historia, recorre todas las esferas sociales, desde la nobleza hasta el pueblo llano. La Historia de la Moda permite viajar en el tiempo, colarse en el imaginario del pasado y visualizar costumbres castizas y lujosas. El vestir es un termómetro universal, una ventana a la imaginación que, en ocasiones, establece diferencias y, en otras, aproxima clases sociales.
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