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El objeto del deseo

El objeto del deseo

Cine ·

Ningún cineasta como Claire Denis ha conseguido hacer una serie de películas que son verdaderos tratados sobre la sensualidad

Laura Lazcano

Sábado, 11 de febrero 2023, 00:08

Es complicado imaginar hoy una cineasta más sensual que Claire Denis. Su obra, a menudo categorizada como seductora y onírica, no solo aborda el deseo de manera atípica sino que lo incrusta en la forma fílmica hasta convertirlo en una marca de identidad. Ella misma reconoce en entrevistas la influencia del deseo en su filmografía: «En la vida real deseamos, tenemos deseos sin ser conscientes y no sabemos si se cumplirán». Su forma de rodar y su predisposición a alejarse de las convenciones narrativas clásicas dan lugar a una filmografía compuesta por obras que son verdaderos tratados sobre la sensualidad y el deseo, haciendo de ella una de las autoras contemporáneas más importantes no solo de Francia sino a título internacional.

De esta manera, la habilidad de Claire Denis para seducir con sus imágenes está íntimamente ligada a su manera de filmar los cuerpos y pensar los personajes, así como a la presencia del baile en sus historias y a su capacidad para crear ritmos hipnóticos y narrativas envolventes, dando lugar todo ello a un cine de los sentidos, de las sensaciones. Con una filmografía muy diversa y sin miedo a transitar terrenos desconocidos para ella, Denis ha explorado gran variedad de géneros de forma muy orgánica, con la raza, el colonialismo blanco, la soledad y las relaciones familiares, entre otros, como temas recurrentes que cimentan sus inquietudes. Pues su cine encierra una obstinación por hacer visible la otredad mientras destila un compromiso palpable con sus personajes, concibiendo a menudo junto a su guionista habitual, Jean Paul Fargeau, protagonistas al margen de la sociedad y poniendo el foco en sus emociones. En una clase magistral que dio en 2020 en el festival Visions Du Réel, Denis desvelo cómo concibe el vínculo entre los intérpretes y la sensualidad: «El acto de hacer cine crea una conexión sensual con el actor/actriz. No hay nada más bello que filmar a alguien y desvelar su propia belleza, su vitalidad, sea masculino o femenino. Nunca elegiría a alguien solo por ser buen actor/actriz, tiene que haber una conexión».

En 'Chocolat' (1988), su primera película, ya se puede observar el peso del deseo en su obra

Aunque su cine trata grandes temas, el interés de la directora por detalles concretos de la vida cotidiana que a priori pueden medirse como insignificantes define un estilo que combina el realismo con lo etéreo. La propia Denis se refiere a sí misma como heredera del realismo; lo que no es de extrañar si atendemos al hecho de que a partir de los 30 pasó unos cuantos años como asistente de dirección de realizadores como Jacques Rivette, Jim Jarmusch, Costa Gavras y Wim Wenders. Fue este último quien la animó a perseguir su propia carrera en el cine. Así, la sensibilidad visual que despliega y su modo de tensar la narrativa revelan tramas que avanzan gráciles, sin que el espectador en la mayor parte de los casos pueda anticipar ni explicarse cómo se ha llegado al clímax. Y es esa cualidad onírica y misteriosa de sus relatos la que en parte se justifica debido al apego de la cineasta por las elipsis. Por eso, Denis a menudo piensa el guión desde el montaje: rueda rápido y crea la película en la sala de montaje, cortando y cambiando el orden de sus escenas cuando lo considera necesario.

Cine de los sentidos

Asimismo, las enseñanzas que absorbe Denis de sus mentores desembocan en una suerte de cine de los sentidos que, aunque no siempre, utiliza la realizadora para representar el deseo en la pantalla. Es el caso del olfato en 'Viernes noche' (2002), filme sobre dos desconocidos (Vincent Lindon y Valerie Lemercier) que entablan relación en medio de un atasco de tráfico. Lindon da la impresión de oler a café y tabaco durante todo el metraje, de lo que se sirve Denis para construir su identidad. Es a través de estos olores como el espectador recibe y comprende el flirteo, la aventura y conexión emocional que se da entre ambos. También las imágenes de 'Nénette et Boni' (1996) avivan el sentido del gusto en la escena en que la panadera del barrio (Valeria Bruni Tedeschi), el objeto de deseo del protagonista (Gregoire Colin), mete un dedo en la nata que recubre los pasteles del aparador. O el olfato activándose una vez más cuando el protagonista la observa absorto tras el escaparate de una perfumería mientras ella se prueba colonias. No existe nada más en ese instante aparte de la mirada furtiva de Colin y los olores que se están materializando en su cabeza y en la del espectador, que nos acercan a la indefensión que sabemos que siente este ante un deseo no correspondido.

'Almohada', de Sara Morello, ganadora del concurso «Proyectos La Sedución 2023» organizado por la Facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU junto a EL CORREO.

El arte de la seducciónVer 31 fotos

'Almohada', de Sara Morello, ganadora del concurso «Proyectos La Sedución 2023» organizado por la Facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU junto a EL CORREO.

Esta traslación sensorial también se da con el tacto en 'Trouble Every Day' (2001), filme en el que Denis nos sumerge en el deseo desbocado e insaciable que alberga la protagonista (Béatrice Dalle), recluida para no cometer asesinatos. Dalle deviene así prisionera por partida doble: en su casa y de su propio deseo. La investigadora Elena del Río lo resume así en su artículo 'Body transformations in the films of Clare Denis': «Todas las películas de Denis asumen la tarea de hacernos desaprender como espectadores. 'Trouble Every Day' frustra nuestro deseo obediente y bien entrenado de saber y, en lugar de ello, nos facilita la entrada a un terreno de sensación y afecto. Al hacer esto, este tipo de cine constituye en sí mismo la forma más abierta, autoconsciente y exhibicionista de seducción». En este 'thriller' erótico de vampiros la sangre desdibuja los cuerpos de los personajes creando imágenes verdaderamente perturbadoras a cargo de Agnes Godard, la directora de fotografía con la que realiza la mayoría de sus películas Denis.

Su cámara se desliza y merodea por los cuerpos de sus personajes

Al hilo del deseo, es innegable que la fascinación por el cuerpo constituye el núcleo de la obra de Denis. Su cámara se desliza y merodea por los cuerpos de sus personajes, siendo quizás en este aspecto donde mejor se puede discernir la influencia de Wim Wenders en su bagaje. A su vez, la directora se aprovecha de la escasez de diálogos para mostrar a sus personajes a través del cuerpo. La fisicidad adquiere, en consecuencia, una dimensión política en las imágenes de Denis. Lo decía el filósofo y pensador Jean Luc Nancy: «No tenemos un cuerpo sino que somos un cuerpo». Denis, que se basa en las memorias de Nancy para escribir el guión de 'El intruso' y colabora con él en un par de ocasiones más, comprende esto y lo incorpora en su obra.

No cabe ninguna duda, por tanto, de que la seducción vertebra la obra de Claire Denis constituyéndose como un elemento transversal e inherente a su creación. Basta con remontarse a 'Chocolat' (1988) su ópera prima, para comprobar el peso que tenía el deseo ya desde los inicios de su filmografía. En parte autobiográfica y en parte basada en 'Une vie de boy', la novela de Ferdinand Oyono, el debut de Denis explora los límites entre raza y género. La trama gira en torno a una mujer blanca francesa, que recuerda su infancia en la colonia de Camerún y la relación con Protée, el sirviente negro de la familia. La otredad desde la perspectiva blanca es confirmada por la propia Denis, que en entrevistas admite que siempre intentó mantener únicamente la perspectiva de los blancos sin necesidad de fingir entender la experiencia negra. La tensión sexual entre Aimée, la madre de la protagonista (colonizador) y Protée (colonizado) discurre mediante miradas persistentes y gestos que se repiten pero nunca se llega a comunicar verbalmente, encontrándose así Protée subordinado a la mirada femenina. Elena del Río sintetiza cómo integra Denis en su narrativa este deseo reprimido -ya sea sexual o de libertad- más allá del cliché: «La singularidad del cine de Denis no reside en cómo renuncia a una representación cinematográfica tradicional -una hazaña ya conseguida por muchos cineastas antes que ella- sino en la fusión de lo analítico, en cómo fusiona lo analítico con lo físico y lo sensual».

Homenaje a Godard

Otra obra regida por la disparidad de deseos es '35 tragos de ron', la adaptación libre que realizó Denis en 2008 de 'Primavera tardía' (Ozu, 1949), sobre el vínculo especial entre un conductor de trenes y su hija y la comunidad que crean con los vecinos. Una de las escenas más reconocidas y alabadas del filme muestra a los protagonistas refugiándose en un bar tras una avería en su coche. Con banda sonora firmada por Tindersticks, el foco de Denis deja al descubierto las tensiones y anhelos de estos personajes que bailan mientras se observan en la penumbra del bar.

Lo táctil, la comprensión del personaje, se da a través del baile

Por último, 'Beau Travail' (1999), una de las obras capitales de Denis, sobre un grupo de legionarios destinados en Djibouti, seduce por su manera de filmar los cuerpos de los soldados mientras llevan a cabo sus ejercicios diarios, rituales y entrenamientos en el desierto. Pues como confesó Denis en una entrevista a la revista 'Sight and Sound', «el interés principal de la película reside en la carga sexual entre actores y espectadores». El homoerotismo hipnótico que se desprende de estas rutinas intensifica la tensión que se crea entre el sargento (Denis Lavant) y uno de sus soldados (Grégoire Colin) concluyendo en una hostilidad declarada, conflicto del que se sirve Denis para explorar la masculinidad. A pesar de que en las imágenes de 'Beau Travail' resuena la herencia visual de 'Olimpiada' de Leni Riefenstahl, Denis realmente concibió el filme como un homenaje a 'El soldadito' (1963), de Jean-Luc Godard.

Igualmente, la omnipresencia del baile en la obra de Denis es otro rasgo que se relaciona de forma directa con la seducción de sus fotogramas. Lo táctil, los cuerpos, la comprensión del personaje se da a través del baile. Probablemente el último baile desenfrenado de Denis Lavant con su ropa negra de civil al ritmo de 'The Rhythm Of The Night' -escena que se ve con el corazón en un puño por lo que representa- constituya uno de los mejores ejemplos de toda la obra de Denis para comprenderlo.

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