
«Nuevo público no equivale a público joven»
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Anima a que la música clásica conquiste nuevos canales aunque cree que «el concierto en vivo nunca podrá ser sustituido»Secciones
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Anima a que la música clásica conquiste nuevos canales aunque cree que «el concierto en vivo nunca podrá ser sustituido»iratxe bernal
Sábado, 27 de febrero 2021, 00:17
Juan Pérez Floristán reconoce que le da «una pena tremenda» debutar en el Musika Música con unas medidas de seguridad que inevitablemente quitarán «espontaneidad a ... un festival en el más amplio sentido de la palabra, el de fiesta». «Es un formato muy chispeante que en otros lugares me ha permitido descubrir maneras de interpretar más frescas y originales con las que ya me he quedado», explica el pianista sevillano, ganador en 2015 del Concurso Internacional Paloma O'Shea. El público bilbaíno podrá oírle el domingo a las 13.15 horas (Palacio Euskalduna) interpretar el Concierto para piano y orquesta Nº 20 de Mozart junto a la BOS, que en esa misma actuación ofrecerá también la Sinfonía 'Inacabada' de Schubert.
- ¿Qué o quién le viene a la cabeza en primer lugar a un intérprete de música clásica cuando piensa en Viena?
- Que el festival se centre en Viena es casi como pedirnos que hablemos en nuestra lengua materna. Yo no sabría escoger. Es la 'desdicha' de los músicos clásicos, sobre todo de los pianistas; tenemos un repertorio tan amplio de obras absolutamente geniales que es un no acabar.
- Usted dice que en formatos de festivales como el del Musika Música «la falta de presión hace que uno se encuentre muy agradables sorpresas».
- Cuando el público está más relajado tú también te relajas y las cosas fluyen de otra manera. Los músicos tendríamos que estar más hechos a la idea de que hay diferentes maneras de disfrutar de la música. Los actores, por ejemplo, son mucho más versátiles. Entienden que un día se puede actuar en una película y otro, en una serie para después interpretar a Chéjov o hacer una obra infantil. No piensan que ningún formato sea mejor que otro o se pueda despreciar.
- ¿Eso lo ha aprendido en las clases de arte dramático?
- Si me hubiese quedado este último año pensando solo en cómo va a afectar a mi carrera como pianista la pandemia me hubiese vuelto loco. Creo que cuando el camino profesional de pronto se reduce o se estrecha hay que aprovechar este tiempo para buscar dentro de uno mismo. A mí siempre me han apasionado las artes escénicas y el cine y, de hecho, me encantaría dirigir una película algún día. Así que estoy empezando a formarme. Estudiar teatro me divierte y creo que enriquecerá mi trayectoria como músico. También soy muy consciente de que hablo desde la tranquilidad de quien no ha llegado a estar totalmente parado y tiene las espaldas cubiertas, que sé que es una suerte que no tienen muchos músicos.
- Volviendo a los distintos formatos, ¿servirá la pandemia para que la música clásica se lance por fin a conquistar nuevos espacios y nuevos públicos?
- Sí, y aunque pienso que el concierto en vivo nunca va a poder ser sustituible, ya estamos viendo cómo orquestas importantes están grabando sus conciertos a todo lujo en plataformas digitales. También creo que en esto hay que diferenciar dos debates. Por un lado, hay que mirar cómo generar tejido industrial y puestos de trabajo y, por otro, cómo lograr nuevos públicos. Y llegar a nuevos públicos no puede hacerse solo con la mirada puesta en ganar dinero; hay que hacerlo para transmitir valores y enriquecer culturalmente al mayor número posible de personas y tener una sociedad mejor. Si puede ser rentable, mejor, pero ese no debe ser su único objetivo. La primera es una discusión económica y la segunda, social. Es plantearnos qué función tiene un artista en el siglo XXI si no es trabajar para la sociedad. Pero, claro, si un artista dice que históricamente las artes nunca han sido rentables y defiende públicamente que la supervivencia de estas no debería depender de su rentabilidad, enseguida habrá quien diga que somos unos jetas amigos de chiringuitos.
- Y ese nuevo público, ¿solo está entre los jóvenes?
- Esa es otra. La música clásica se ha visto arrastrada a una pelea durísima por atraer a los jóvenes porque los programadores creen que son los únicos que consumen y no se plantean que en realidad son quienes menos dinero tienen, que cuando consumen lo hacen con el dinero de papi. Da la sensación de que creen que hace cincuenta años los conciertos de música clásica estaban llenos de chavalines que han envejecido escuchando a Mozart o Beethoven y que hoy el público no se renueva porque los quinceañeros de ahora no van a este tipo de conciertos. Y no es así. En muchos casos, el público que hoy tiene 50, 60 o 70 años no empezó a ir a conciertos de música clásica hasta la madurez. Además, hoy la competencia por el público es feroz y encima cada vez tenemos la atención más atrofiada. Hay quien ni puede ver un mediometraje de veinte minutos.
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