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Viernes, 3 de abril 2020, 18:17
Iñaki Ezkerra
Hay dos tendencias temáticas que están asomando en el panorama de la narrativa hispánica: el autobiografismo y el tratamiento problemático de la figura del padre. En la primera de esas tendencias ha predominado la llamada autoficción, de la que dan cuenta obras como ' ... La noche fenomenal' o 'La barrera del sonido', de los catalanes Javier Pérez Andújar y Juan Trejo respectivamente, o 'La parte contada', ambiciosa trilogía del argentino Rodrigo Fresán. En la segunda tendencia, la centrada en una conflictiva figura paterna, caben citarse 'Derecho natural', una ficción ajena a la vida de su autor, Ignacio Martínez de Pisón, o novelas que mezclan ambas tendencias y en las que el tratamiento del progenitor como personaje puede entenderse como un ajuste afectivo de cuentas. Es el caso de 'Tiempo de vida', del madrileño Marcos Giralt Torrente, o de la aún más reciente 'No entres dócilmente en esa noche quieta', del gijonés Ricardo Menéndez Salmón. En este contexto hay que situar 'Libro de familia', la recién publicada novela del bilbaíno Galder Reguera, si bien haciendo dos matizaciones que distancian el texto de esas dos citadas tendencias. Por un lado, el carácter autobiográfico del libro no admite la menor concesión autoficcional aunque el título sea homólogo de una novela de Patrick Modiano. Lo que aquí se cuenta es verídico antes que literario. Por otro lado, ese padre al que el autor, protagonista y narrador se enfrenta en estas páginas falleció antes de que este naciera, hecho que marca el punto de partida narrativo y al que se alude en las dos primeras líneas: «Mi padre murió el día en que mi madre le dijo que estaba embarazada de mí».
Ese día fatídico fue el de la Nochevieja de 1974. Galder Reguera narra con un realismo dramático, y desde una primera persona que no nos ha de abandonar a lo largo de todo el libro, cómo acogieron, Carmen, su madre, y el resto de una amplia familia (celebraban la despedida del año en el domicilio de sus abuelos maternos) la noticia del accidente en el momento en que, ante el retraso del padre, que atribuyeron a motivos de trabajo, se disponían a cenar. Ese padre, Luis Reguera, tenía 23 años y ese trabajo era el de una de las varias tiendas de electrodomésticos, televisiones y radios que constituían la empresa familiar. El lector se encuentra, así, ante un relato pegado al suelo de la realidad con todo detalle (comparece hasta la botella de Muga que le había regalo a su abuelo un amigo para esa celebración); con un desarrollo narrativo atado a los hechos, que el autor conoció forzosamente de segunda mano, pero que recrea con una minuciosa fidelidad. Aquí es preciso señalar que Galder Reguera resuelve de una manera satisfactoria el problema específicamente técnico del punto de vista. Pese a que estamos ante un narrador que se refiere desde la primera persona a unos hechos de los que no fue testigo, este soluciona tal amago de omnisciencia narrativa aludiendo de una forma recurrente a las fuentes de información (su madre y demás parientes), de tal modo que el lector queda advertido de que se halla ante un voluntarioso esfuerzo de reconstrucción que, como tal, lleva implícitos unos límites que, paradójicamente, son los que le dan, al artificio y a lo que cuenta, verosimilitud. Asimismo esa referencia permanente a la insistencia con la que extrae información de su madre o de otros miembros del clan dan al libro una interesante dimensión metaliteraria en el sentido menos congestionado o pretencioso del término.
A lo largo de 400 páginas, que, en virtud de su veracidad, mantienen a ese lector en vilo, no por la vía habitual de la intriga argumental sino por la de la empatía emocional, Galder Reguera pasa de la conmoción inicial a los avatares que siguen viviendo los suyos y que empieza a vivir él mismo cuando llega al mundo en 1975. Pasa al segundo matrimonio de su joven madre con un sujeto que la conocía a distancia de su paso por la Facultad de Bellas Artes y que resultó ser un maltratador de manual; un ser enfermizamente celoso de que su mujer mirara a los ojos a cualquier otro hombre. Reguera nos lleva por el relato con los sentimientos a flor de piel. Con él compartimos las ganas de partirle la cara a ese sujeto por haberse comportado como un canalla con esa mujer. Con él le tomamos afecto a Javi, el tercer hombre que aparece en la vida de ella y que logra que el autor no echara de menos la figura del padre o que sigamos con consternación el accidente casero que lleva a un estado de coma a su hermano Borja, tres años mayor que él.
J. Ernesto Ayala-DIP
Para los tiempos que corren (y sobre todo los que correrán), me parece que no vendrá nada mal leer algo sobre Economía, Politología o Filosofía. Precisamente estos días cayó en mis manos un libro que en principio no tenía intención de leerlo ya. Pero hago una lectura en diagonal, como suelo hacer siempre que me llega un libro nuevo, y descubro que es el que más necesitaba en estos aciagos momentos que todos estamos viviendo. Se trata de 'Historia olvidada del liberalismo', de la historiadora norteamericana Helena Rosenblatt. Un libro francamente ilustrativo sobre un concepto que vuelve a estar en la agenda de las reflexiones sobre el liberalismo, ahora, en tiempos de neoliberalismo y déficits cero, más urgente que nunca.
Helena Rosenblatt ha escrito un libro de una extraordinaria utilidad. Es útil porque nos recuerda hechos históricos que a lo mejor hemos olvidado, sobre todo en lo que respecta a sus consecuencias. Por ejemplo, la Revolución Francesa, los años del Terror, el desdichado Directorio de Napoleón Bonaparte, su derrota y la posterior revancha de la extrema derecha (entonces no se conocía con ese nombre) en la figura de una restauración lamentable. Luego nos recuerda la autora las revoluciones de 1830 en Francia y la de 1848 también en Francia y el infructuoso intento de trasladarse a toda Europa. Como es evidente, no se salta Rosenblatt el segundo Imperio cesarista en la figura de Napoleón III hasta su caída durante la guerra franco-prusiana. Hasta aquí un resumen de este informadísimo y documentado ensayo, algo de lo que da cuenta un dato:la bibliografía consultada y las notas ocupan cuarenta páginas.
A mí particularmente me sirvió para algunas cosas. Como recordar hechos históricos sin los cuales no se entendería lo que vino después, en el siglo XX. O figuras literarias y del pensamiento que haríamos muy bien en desempolvar para hacernos una idea mucho más aproximada de la intrahistoria que se halla entre los datos históricos que desliza nuestra autora. Por ejemplo, a mí personalmente me sirvió la lectura de este libro para releer algunos textos de Benjamin Constant, una de las figuras capitales, junto a su compañera Madame de Stäel, en el uso y aplicación en sus estudios de pensamiento político de ambos, del concepto de liberalismo (en la antigüedad romana, se llamaba 'liberalidad'). Otro autor al que también nos conduce Rosenblatt es a Alexis de Tocqueville y su célebre e ineludible 'La democracia en América'.
En resumen, un libro imprescindible que nos habla sobre cómo se entendía, en las esferas intelectuales europeas y americanas del siglo XIX, para bien y para mal, la democracia, la atención a los pobres y más necesitados.
Pablo Martínez Zarracina
En su canónico 'Historia natural de los cuentos de miedo' (Fuentetaja), Rafael Llopis recuerda un texto periodístico de finales del XVIII en el que se señalaba la profusión de novelas góticas que se daba en la Inglaterra: «Tómese un viejo castillo medio en ruinas, un largo corredor lleno de puertas, varias de las cuales tienen que ser secretas, tres cadáveres aún sangrantes, tres esqueletos encadenados…». La parodia puede entenderse. No habrá muchos subgéneros tan estrictos con sus propios tópicos como el relato gótico. Ni tampoco muchos que viviesen un esplendor tan intenso y breve. Pese a que su influencia llega hasta nuestros días, la edad de la novela gótica se comprime en el medio siglo que va desde la publicación de 'El castillo de Otranto' a la de 'Melmoth el errabundo'. La novela de Walpole es de 1764 y la de Maturin de 1815. Ahora sabemos que en las postrimerías de ese ciclo apareció un título magnífico y secreto: 'La bruja de Ravensworth'. Fue publicado originalmente en 1808 y su autor, George Brewer, corrigió ampliamente una segunda versión en 1842. Es esta revisión la que ahora Siruela presenta traducida por primera vez al español, en una edición ejemplar al cuidado de Eva Lara Arbeloa y Alfonso Boix Jovaní.
Siguiendo los mandatos del género en la primera página de este relato encontramos a una bruja horripilante que se encorva sobre un caldero, junto a su gato, en una choza solitaria «en el extremo de un páramo salvaje». Un par de páginas después, encontramos a un noble ambicioso, de mirada feroz, que vive cerca del páramo en un castillo «accesible tan solo por sus puentes levadizos». Se trata del peligroso barón de La Braunch, que el día de su boda con lady Bertha ve cómo la misteriosa anciana del páramo interrumpe el banquete nupcial y suelta una horrible carcajada antes de desaparecer. La peculiar magia del texto no solo hace que estos presupuestos arquetípicos atrapen al instante la atención del lector, sino que este ni siquiera tenga tiempo de reparar en que está cayendo en la trampa de la ficción como un niño de seis años.
Lo que viene después es una historia terrorífica de codicia y castigo que se mantiene a la altura del reclamo inicial. Lo hace por dos razones que la hacen especialmente legible en nuestros días: el texto avanza con gran ritmo, no se pierde en digresiones, y a la magnífica escritura de Brewer no le sobra nada: es una mezcla de fibra y encanto. A ratos brilla con el color de las novelas medievales de Mark Twain o Conan Doyle. Y a ratos se adensa con la rotundidad teatral de Shakespeare. El resultado es feliz y aterrador: un viaje a un mundo antiguo, sombrío y peligroso. Ciento cincuenta páginas de puro disfrute.
Íñigo Linaje
Tan necesario en la vida cotidiana como indispensable para la salud anímica de las personas, el humor es un ingrediente esencial de algunas obras literarias. Lo es en 'Maniobras de evasión', la antología que ha editado Leila Guerriero de un puñado de textos de Pedro Mairal que oscilan entre la crónica, la anotación de blog y el apunte evocador. Una obra que constituye una autobiografía involuntaria escrita a retazos y desde distintos enfoques genéricos.
El volumen alterna narraciones referidas a la infancia y la adolescencia del autor con recuerdos familiares y momentos memorables de su vida adulta. Entre anécdotas jocosas extraídas del mundo literario y experiencias cruciales como la paternidad, el libro discurre como una novela dividida en capítulos donde Mairal maneja con igual solvencia la nota poética, la epístola y el artículo de opinión tradicional. En muchos de ellos asoma cierto erotismo canalla, expuesto siempre con naturalidad y no poca ironía. Además, diseminadas en muchas páginas, encontramos reflexiones acerca de la escritura que, veladamente, van esbozando toda una teoría literaria.
Publicadas en su mayoría en periódicos y revistas, aunque hay inéditas escritas para la ocasión, podríamos destacar muchas de las maniobras aquí antologadas: 'Para Hide' o 'Un mail', por ejemplo. La primera es una carta de amor llena de ternura; la segunda, un largo monólogo de ritmo frenético. Algunos de ellos son verdaderas proezas narrativas en miniatura.
Iván Orio
Brillante y lúcido, para algunos, excéntrico e inabordable, para otros, César Aira no deja indiferente a nadie. Por su temática, siempre atrevida, alejada de los tópicos, y por su estilo, una mezcla de luz y oscuridad en la que las frases y las ideas fluyen con fogonazos unas veces líricos y otras descarnados. En 'Fulgentius', el autor describe el avance de una legión romana por la agreste Panopia para firmar un tratado sobre la inspiración artística, el teatro, la creación y la muerte. Fulgentius es un militar atípico. Es cruel y despiadado con quienes batallan y rechazan someterse a los designios del imperio, pero al mismo tiempo es un dramaturgo aficionado de una egolatría incontrolable que no deja de hacer castings entre sus guerreros para ensayar y representar una tragedia escrita por él y con él, por supuesto, como personaje central. Su fuerza vital, alimentada con brotes lunáticos, trasciende los avatares de la guerra y le permite atisbar un porvenir prometedor para él y para Roma en medio de la destrucción: «Estamos pisando un florecer», les dice a sus oficiales sobre las cenizas de una ciudad. Aira siempre se reconstruye.
I. E.
A los 66 años, el escritor peruano Alonso Cueto tiene en su larga trayectoria literaria una docena de novelas publicadas, con una de las cuales, 'La hora azul', obtuvo el Premio Herralde en 2005. En 'Palabras del otro lado', su última entrega narrativa, toma como protagonista a Aurora, una treintañera que vive en Lima dedicada con éxito a la abogacía y a la que su madre le desvela un secreto en el lecho de muerte: la identidad de su verdadero padre, que es un español que vive en Madrid.
Dicha revelación altera de forma radical su tranquila existencia de manera que decide viajar a España para conocer a su progenitor y averiguar cómo es. En esa aventura que tiene lugar entre Madrid y Barcelona, se encontrará con una galería de personajes implicados en los descubrimientos personales que irá haciendo y que terminarán por convertirla a ella misma en otra persona.
I. E.
'Cuanto más profunda es el agua, más feo es el pez' es la primera novela de la escritora estadounidense Katya Apekina y cuenta una historia traumática de disfuncionalidad familiar. Las protagonistas son Edie y Mae, dos adolescentes que viven en la casa de una madre desequilibrada que protagoniza un intento de suicidio. Dicho episodio las aboca a ambas inexorablemente a un reencuentro con un padre con el que habían perdido la relación y con el que habrán de vivir de forma inevitable a partir de ese momento.
Si las dos hermanas ya presentaban un carácter problemático, la nueva situación servirá para descentrarlas aún más y sumirlas en un proceso autodestructivo en el que la nostalgia se confabula con los más hondos temores, los viejos fantasmas y los secretos familiares dentro de una estructura del libro en la que la autora recurre con madurez técnica al género epistolar.
I. E.
Además de escritor, el valenciano Paco Inclán es algo así como un 'oenegero' literario. Ha sido coordinador de distintos talleres creativos, ha realizado en diferentes países proyectos de cooperación cultural y es profesor de español para inmigrantes o refugiados. En 'Dadas las circunstancias', brinda al lector una colección de prosas en las que mezcla el relato de ficción con la observación humorística, la experiencia autobiográfica y un estilo desenfadado.
Se ve desde la primera de sus piezas, en la que habla del día de agosto de 2006 en el que la Unión Astronómica Internacional se reunió en Praga para tomar la decisión de que Plutón dejara de ser un planeta. En la prosa que cierra el libro habla de un extravagante 'banco del tiempo' dependiente de una parroquia de Galicia que rige de una manera tiránica el ocio y las ocupaciones de sus clientes.
I. E.
Nacida en Toronto y criada en Texas, Jia Tolentino es la autora de 'Falso espejo', un libro que lleva el ilustrativo subtítulo de 'Reflexiones sobre el autoengaño' y que se encuentra a medio camino entre el género ensayístico y el manual de autoayuda. Se trata de una colección de textos escritos con un estilo directo en los que su autora plantea las dificultades que impiden a las personas verse con claridad a sí mismas en un mundo y una cultura que, por un lado, pivotan en torno al ego pero por otro, de forma paralela, enajenan y humillan a ese mismo ego al imponerle lo que debe desear para lograr la felicidad y sentirse falsamente realizado.
En esta deformación entra una amplia diversidad de factores como las modas culturales, los prestigios sociales, el culto al éxito por el éxito, la religión, las adicciones o la educación mediatizada por Internet y las redes sociales.
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