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Algo tan complicado y doloroso como lo que ocurrió durante las (muchas) décadas que duraron los 'Troubles' -el conflicto norirlandés, es decir, la violencia a todas horas en todas partes- tiene efectos inesperados en las vidas de algunas personas. Inesperados y no terribles, se entiende, que de los terribles ya hay de sobra. Es el caso del actor, director y guionista Kenneth Branagh, que, seguramente, si su familia no hubiera hecho las maletas en 1969 en Belfast para deshacerlas y así descargar sus pertenencias ya en Inglaterra, en Reading, sería un Kenneth Branagh muy diferente al actual. Por el camino habría hecho otras cosas, su plataforma habría sido otra, tal vez también sus intereses. Y no se habría convertido en los años ochenta y noventa en uno de los máximos representantes de la escena británica.
Branagh lo ha sabido siempre y por eso llevaba mucho tiempo dándole vueltas a escribir sobre aquella infancia y rodar sobre el niño que fue, el que vio su vida cambiar de eje por un conflicto que, tan pequeño, será difícil de entender (de mayor tampoco es fácil). Durante el confinamiento que se vivió en muchos lugares del mundo a comienzos de 2020, por fin se puso con el guion y eso hizo posible que finalmente sus orígenes norirlandeses sean ya protagonistas de su última propuesta cinematográfica, después de una larga carrera en la que los clásicos han estado muy presentes. Hace poco se estrenaba en España esa vuelta a casa que es 'Belfast', la película con la que en septiembre pasado el director se hacía con el Premio del Público en el Festival Internacional de Cine de Toronto. Ahí ha querido reflejar cómo era la vida a finales de los años sesenta en la ciudad en la que nació en el año 1960, en el seno de una familia bien situada, una familia protestante con una buena explotación ganadera.
Total, que estos tres niños Branagh acaban creciendo en otro lugar. Para camuflarse con el entorno, el pequeño Kenneth Charles en la calle usaba el acento más inglés que podía simular. Y a los 15 años, después de ver un día a un gran actor haciendo de Hamlet, tiene un deseo: hacer eso mismo él. Esa fue la razón que lo llevó a entrar en la Royal Academy of Dramatic Art tres años más tarde, una vez terminado el instituto. Y ya con el título bajo el brazo, a ingresar en la mítica Royal Shakespeare Company. Hay muchas cosas que son muy inglesas, pero esta en concreto, si hablamos de teatro, es lo más. Y allí estaba él a los 23 años, convertido para empezar en un Enrique V que le abriría muchas puertas.
Muchas están conectadas a los clásicos. En los años siguientes sería Hamlet, Otello, un sinfín de personajes de Shakespeare. Los que no interpretó, los dirigió, y a menudo se concedió ambos roles. Y lo haría en el teatro, en la televisión y en el cine, que es el medio con el que se dio a conocer en medio mundo. Desde que fundara con un amigo su propia compañía teatral en 1987, pasó por las producciones televisivas de postín de la BBC y consiguió llegar a las grandes pantallas en tan solo seis o siete años.
Durante gran parte de ellos fue la pareja de otra imprescindible del cine británico, Emma Thompson, a la que conoció en una serie el mismo año de la fundación de su compañía. Ya por entonces la prensa tenía la mala costumbre de hacer 'packs' con las parejas de moda y a ellos les tocó ser 'Ken & Em'. Juntos trabajaron en películas como 'Morir todavía', 'Los amigos de Peter', 'Mucho ruido y pocas nueces' y juntos fueron a trabajar a Hollywood. A poner el toque intelectual a la industria, con todas sus referencias a la alta cultura. A mediados de los noventa aquello vendía, y Branagh -que se divorciaría en el 95, al parecer tras liarse con su compañera de reparto en 'Frankenstein', Helena Bonham Carter- pudo poner en pie algunas grandes producciones. No se llevó ningún Oscar a pesar de haber tenido cinco candidaturas. Sí tiene en su haber tres Bafta, uno por haber dirigido 'Enrique V', los otros dos como mejor actor de televisión en 'Wallander'. 'Belfast' ya le ha dado un Globo de Oro al mejor guion.
Y es que aunque se volcó en el cine durante unos años, nunca ha dejado de lado los otros medios. En 'Wallander' estuvo casi una década y al teatro ha vuelto periódicamente a lo largo de este tiempo. En 2002 lo hizo con 'Ricardo III', en 2008 con 'Ivanov' y en 2013 con 'Macbeth'. Con los grandes, claro, como corresponde.
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