La niña desplazada de Tokio que buscaba el cielo
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La Tate Modern recorre cinco décadas de carrera de Yoko Ono, de los círculos experimentales al feminismo y la metáfora de la pazBegoña Gómez Moral
Sábado, 6 de julio 2024, 00:12
Las ideas son la urdimbre en el arte de Yoko Ono y a menudo transitan a medio camino entre poesía, absurdo y humor. La exposición en la Tate Modern de Londres que, con más de 200 obras reunidas, traza un exhaustivo recorrido por su producción ... comienza explorando su papel en los círculos experimentales de vanguardia de Nueva York y Tokio con una llamada de teléfono ('Telephone piece', 1964) a la que la voz de Ono contesta: «Hola, soy Yoko». El primer hito en su obra, sin embargo, no es tal, consiste en el desarrollo paulatino de sus 'partituras para acciones' (event scores), instrucciones escritas en papel -con una diminuta caligrafía heredera del tradicional ideograma nipón- que piden al público hacer, experimentar o completar las propuestas. Algunas se componen de un solo verbo, como 'fly' (vuela) o 'touch' (toca). Otras van desde frases cortas como «Escucha los latidos de un corazón», «Pisa todos los charcos de la ciudad» o «Enciende una cerilla y mírala hasta que se apague» hasta tareas destinadas a la imaginación como «Construye un cuadro en tu cabeza» o «Imagina mil soles en el cielo al mismo tiempo. Deja que brillen durante una hora. Luego, permite que gradualmente se fundan en el cielo. Haz un sándwich de atún y come».
En los 'event scores' -«Corta un abrigo a lo largo en dos piezas y llévalas por separado» o «Pide a un amigo prestada una corbata fea y préstasela a otro amigo»- a menudo el resultado queda cerca de la poesía automática o del absurdo, y a veces deja entrever el aguijón de la crítica social o política. Pretende estimular y quizá desbloquear la mente del lector y se inscribe tradicionalmente en Fluxus, un movimiento artístico que en realidad nunca lo fue. Su esencia es fluida y libre de cánones estéticos. Los artistas Fluxus, individualistas y anárquicos, encauzaron la expresión sin ataduras sobre estilo, tema o procedimiento. Conformado como una estructura difusa, intuida e instruida por George Maciunas, inventor de su nombre, la definición del no-movimiento, más bien una actitud, coincidió con la efervescencia contestataria de principios de los sesenta y diseminó el germen de la problemática artística del siglo XX al preguntarse sobre el estatus de la obra, el rol del artista y el arte como institución.
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Como quien da la voz de alarma, Fluxus señalaba las cuestiones expresadas de forma más modulada en el minimalismo, el arte conceptual y el pop. Subido a hombros del dadaísmo, se burlaba de la cultura 'seria' y el arte «atrincherado en los valores del mercado». Mientras tanto, su rechazo del virtuosismo en favor del movimiento entre disciplinas -música, poesía, teatro y cualquier forma de expresión- caía en un terreno tan fértil como resbaladizo a medio camino entre el arte y la vida.
La exposición roza el tributo a más de cinco décadas de carrera a través de las fotografías inéditas que muestran las primeras 'partituras para acciones' de Yoko Ono en su estudio de Nueva York, donde ella y La Monte Young organizaban conciertos y 'eventos' experimentales, y recogen su primera exposición individual en 1961 en la AG Gallery, capitaneada por Maciunas. Por primera vez se expone a este lado del Atlántico el borrador mecanografiado de la antología autopublicada 'Grapefruit', que recopila la mayor parte de sus 'event scores' entre 1953 y 1964. Si la mayoría habían permanecido desde entonces como una sucesión de inofensivas instrucciones escritas, ahora se invita a activarlas, aunque sea ocultándose en las grandes bolsas de Bag Piece, una propuesta creada en 1964. Ese año fue crucial para Ono, que, además de publicar 'Grapefruit', interpretó en Kioto su icónica obra 'Cut Piece'. Permanecía sentada inmóvil y sin expresión aparente en el centro de un escenario mientras voluntarios de la audiencia se iban acercando uno a uno para cortar con unas tijeras trozos de su ropa. En la representación original, la vestimenta cortada era «su mejor traje», ya que el sentido de la pieza alude a un proceso liberador unido a la indefensión y el miedo.
El paradigmático 'Cut Piece', a diferencia del 'happening' popularizado por Allan Kaprow y desarrollado por figuras de la trascendencia de Marina Abramovic, que en 1974 se sometería también a la acción imprevisible del público en la célebre performance 'Rhythm 0', se distingue por una cualidad que podría describirse como modestia. Precisa acciones sencillas con objetos cotidianos. Como en el zen, cuya influencia recibe Fluxus a través de John Cage y la propia Yoko Ono, lo simple debe servir de vía para llegar a lo complejo.
El núcleo de la exposición lo constituyen las obras creadas durante su estancia de cinco años en Londres a partir de 1966. Allí se integró en una red contracultural de artistas, músicos y escritores y conoció a su futuro tercer marido y colaborador John Lennon. Se incluyen piezas clave de sus exposiciones en Indica y Lisson Gallery, como 'Apple' (1966) y la instalación de objetos domésticos divididos por la mitad 'Media habitación' (Half-A-Room, 1967). La película 'Film No. 4' (Culos), que a pesar de ser concebida como «petición de paz», fue censurada, comparte sala con el material de su influyente charla en el Simposio 'Destruction In Art' (La destrucción en el arte), donde describió su concepto de arte participativo: basado en acontecimientos, comprometido con lo cotidiano, personal e inacabado.
Una exposición así permite observar los temas recurrentes en la obra de Yoko Ono a lo largo de décadas. Su compromiso con el feminismo queda patente en películas como 'FLY' (1970-71), en la que una mosca camina sobre el cuerpo de una mujer desnuda o 'Freedom' (1970), en la que intenta en vano liberarse del sujetador. Otra referencia habitual es el cielo, metáfora de la paz, la libertad y lo ilimitado. Cuando era una niña desplazada de Tokio durante la II Guerra Mundial, encontró consuelo y refugio en la presencia constante del cielo y ese elemento aparece ya en 1961 y en la instalación 'SKY TV', de 1966, que emite una señal de vídeo en directo del cielo sobre la Tate Modern. Y de nuevo en 'Helmets (Pieces of Sky, 2001)', un montaje que invita al espectador a llevarse su propia pieza de rompecabezas del cielo.
Las obras participativas han cobrado mayor protagonismo en las últimas décadas. 'My Mommy Is Beautiful' (2004) permite a los visitantes incluir fotografías de sus madres y compartir mensajes personales, mientras un nuevo ejemplar de 'Wish Tree' (1996), también presente en la colección del Guggenheim Bilbao, recibe a los visitantes en la entrada de la exposición, invitando una vez más a contribuir con deseos de paz.
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