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adrián astorgano
Músicos callejeros
Lecturas

Músicos callejeros

Viernes, 24 de julio 2020, 21:04

¡El maldito argentino otra vez! ¡Es insoportable! ¡No puedo más! Esta semana no ha perdonado la sesión de suplicio ninguna tarde. ¿No puede olvidarse de la esquina de mi calle ni un solo día?; el Casco Viejo de Bilbao es grande (en realidad demasiado ... pequeño, en todo). Toca siempre lo mismo, en el mismo tono y en el mismo orden, con el amplificador de la guitarra al máximo volumen. Si alterara una sola nota me daría cuenta, no es una exageración. Me sé el monótono y empalagoso repertorio de memoria: lo tengo grabado a fuego. Es denso como un puré de cemento, concreto como el odio. El tipo se pone a unos veinticinco metros de mi casa. Vivo en un cuarto piso, pero lo oigo como si diera el recital delante de mí. Y siempre se queda el tiempo que le da la gana; a veces rebasa las dos horas. La ordenanza municipal establece que los músicos callejeros no deben estar en el mismo sitio más de cuarenta y cinco minutos. También, que no pueden tocar ni cantar con amplificadores, pero no lo cumple ninguno, ni se hace cumplir. Suelo amortiguar la murga de este y de los demás torturadores viendo una película con los auriculares también al máximo volumen y aun así lo oigo de fondo, se cuela en mis oídos igual que las cucarachas por debajo de las puertas. Cuando no aguanto más, llamo a la policía municipal; se tienen que saber mi número de teléfono de memoria.

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