Está en lo que razonablemente debe ser la mitad de su carrera, pero Gabriel Erkoreka (Bilbao, 1969) tiene ya un impresionante catálogo de obras que son objeto frecuente de grabaciones y ha recibido numerosos premios. El último, el Nacional de Música de 2021, un galardón ... que distingue no una obra sino una trayectoria, lo que le da un valor muy especial. Estos días, Erkoreka, que también es pianista y profesor de Musikene, celebra además la publicación de un álbum que recoge su obra completa para el teclado, con Alfonso Gómez como intérprete (sello Kairos). Y ya es público que la Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS) cerrará la temporada próxima las celebraciones de su centenario con un trabajo que le encargó para la ocasión: un concierto para piano que llevará el título de 'Piscis'.
- «Por su brillante trayectoria como creador, por la riqueza de su lenguaje compositivo, en el que destaca la personal fusión de la sonoridad de instrumentos tradicionales vascos». Esta fue una de las razones por las que el jurado le concedió el Nacional de Música. ¿Se identifica con ello?
- En mi música ha habido una evolución. Durante años es cierto que me interesó mucho hacer referencia a otras músicas, ya sean populares o incluso renacentistas. El uso de instrumentos tradicionales es un elemento destacable, por supuesto. Lo he hecho bastantes veces, desde 'Kantak' en 1996. He escrito música sobre música, con asociaciones sonoras al folclore y también en la instrumentación. Luego mi obra ha ido por otros derroteros.
- ¿Cuáles?
- La naturaleza, con una mirada casi ecologista; los estados extremos de la mente, la conexión con otras artes...
- ¿Qué supone recibir un premio así, a una trayectoria?
- Creo que no me llega ni pronto ni tarde. En condiciones normales, estoy en la mitad de mi carrera, de manera que me queda mucho por hacer, y así lo he sentido.
- ¿Ha notado ya un mayor interés por parte de los promotores de conciertos y las orquestas por encargarle obras?
- No es un premio al que te presentes. De alguna forma, desde el momento en que te lo dan va contigo: 'Gabriel Erkoreka, Nacional de Música en 2021'. Te da realce, proyección. ¿Más encargos? Creo que tu nombre evidentemente suena más pero lo de los encargos será a más largo plazo.
- ¿Cómo lo recibieron sus alumnos?
- Estaban alucinando, felices. Creo que la suya fue una reacción muy sincera.
- El año 2021 fue muy malo para la música española en el sentido de que murieron tres ilustres representantes de la Generación del 51: García Abril, Halffter y De Pablo. ¿Se sienten ustedes un poco huérfanos?
- Yo tenía un vínculo muy fuerte con Bernaola, que fue mi maestro, y De Pablo, a quien hasta no hace mucho tiempo enseñaba mis obras y le llevaba grabaciones. Creo que todos nos sentimos un poco huérfanos ante la casi total desaparición de esa generación tan importante para la música española. Pero lo importante es que su legado siga vigente y para eso es necesario que los programadores los tengan en cuenta porque vivimos en un tiempo en que hay un gusto por lo último. Vivimos la aceleración del olvido.
- Está pasando en todas las disciplinas artísticas: autores de mucho éxito en vida son ignorados bien poco después de su muerte.
- Hay quien ha hablado de que con los compositores sucede que interesa mucho lo que quieren decir hasta que cumplen los 50, luego entran en una zona valle, a los 80 les llegan los homenajes y luego, el olvido.
- ¿Qué le debe la música española a esa Generación del 51?
- La modernización y sobre todo un despertar después de una época sombría. Fueron ellos quienes nos conectaron con las técnicas y las estéticas más representativas en ese momento en Europa. Luego las cosas han cambiado mucho. Ahora el abanico está mucho más abierto y todo funciona un poco a oleadas: lo vanguardista está muy de moda, luego deja de estarlo, regresa, etc. Creo que esa generación deja obras muy sobresalientes, aunque muchas de ellas no han llegado a formar parte del repertorio habitual.
«Existe la preocupación por entablar de nuevo la conexión con el público»
Belleza y tensión
- Acaba de decir que el abanico está más abierto. Supongo que se refiere a que hay una corriente más interesada en recuperar al público y que está más vinculada a un postromanticismo, por ejemplo.
- Es cierto que existe la preocupación por entablar de nuevo la conexión con el público, por que la forma de hacer música llegue a ese público. La música requiere de un mayor esfuerzo que otras artes y vivimos en el mundo de la impaciencia. Hablamos de un abanico muy abierto y creo que es así: en un extremo están compositores que casi buscan el rechazo de una parte del público, pero tienen una indudable magia que debe buscarse en ciertos aspectos de su obra. Como creador, uno quiere tener libertad.
- ¿Y éxito?
- Nunca me ha atraído el éxito por el éxito. Tampoco se busca el fracaso, claro. Se trata de ser capaz de persuadir al público con lo que tú quieres hacer. Mostrar qué hay de personal en lo que haces. Por supuesto, atenúas el riesgo dando pistas pero la comunicación en el arte pasa por la ambigüedad.
- ¿Dónde se sitúa en ese abanico de las corrientes compositivas del que estamos hablando?
- Busco la belleza y para mí se desprende de la tensión. Es importante mantener la atención del oyente, atraparle y que al acabar tenga la sensación de que necesita escuchar la obra de nuevo.
- ¿Qué efecto está teniendo en su generación el cambio de paradigma en el mercado discográfico? Porque el sector está en crisis y se graba más que nunca y a compositores que quizá hace veinte años no se habrían grabado.
- El disco no es solo un producto comercial. Va acompañado de un ensayo sobre el compositor, con lo que se trata más bien de un objeto cultural. Es cierto que la venta de discos físicos ha caído mientras aumentan las grabaciones.
«Nunca me ha atraído el éxito por el éxito. Pero tampoco se busca el fracaso, claro»
Compositor y pianista
- Llegamos al disco con sus obras para piano que acaba de publicar. ¿Cómo surgió el proyecto?
- Alfonso Gómez y yo conectamos hacia 2006. Él estaba tocando 'Nubes' y me llamó para comentar algunos aspectos de la partitura. Desde entonces ha tocado mucho mis obras y en 2017 me propuso hacer una pieza para un homenaje a Boulez que se estaba organizando. Yo andaba con la idea de una pieza extensa para piano que finalmente se convirtió en la colección 'Four Ballades'. Y en ese momento vimos que había material suficiente para un CD.
- ¿Cómo se trabaja en un proyecto así cuando el propio compositor es pianista? No sería lo mismo que cuando estrenó el concierto para chelo que trabajó con Asier Polo, por poner un ejemplo.
- No me resulta fácil escribir para el piano. Es cierto que los recursos los puedes probar de primera mano, frente a lo que sucede con otros instrumentos que no conoces tanto. Pero cuando la obra la interpreta otra persona, descubres facetas nuevas.
- ¿Estuvo en la grabación?
- Sí, estuve varios días. Ya sabía que Alfonso es muy fiel al texto y las indicaciones de la partitura, como se ha visto por ejemplo en sus grabaciones de Ravel y Messiaen. De esa forma, su lectura es muy ajustada y une su sensibilidad, a lo que yo añadí aportaciones sobre cuáles eran mis intenciones en algún pasaje concreto. El disco es como una foto de un momento en el que se refleja la voluntad del compositor.
- Decía hace un momento que no le resulta fácil escribir para el piano. Parece paradójico en alguien que ha sido pianista.
- Es que hoy no es fácil escribir para el piano. Ahora lo que se hace con las teclas pasa casi a segundo plano ante otros recursos. Y piense que, siendo el piano el instrumento rey, no hay mucha producción actual para él.
«Creo que el premio Nacional de Música no me llega pronto ni tarde. Me queda mucho por hacer»
- Hablando de trabajar, usted recibió el encargo de la Sinfónica de Bilbao de una obra por su centenario y ha hecho un concierto para piano.
- La BOS me propuso una obra y les planteé que en vez de una pieza de tipo sinfónico fuera un concierto para piano y que Alfonso lo interpretara. Aún está muy reciente el trabajo con las cuatro baladas y al hilo con ello la orquesta funcionará como una prolongación del propio piano, con bastante uso de registros extremos. El formato de concierto siempre me ha interesado incluso humanamente, porque plantea cómo confrontar al individuo con el colectivo. El concierto se titula 'Piscis' pero no daré más datos sobre él.
- Hace dos semanas se volvió a interpretar en el Guggenheim su obra 'Hamar' escrita para los actos de 2007. ¿Tiene sentido esa partitura fuera del museo?
- Sería posible adaptarla a otro espacio museístico, pero debe mantener la sorpresa que puede generar en el visitante y la filosofía de que durante la interpretación se mueven los músicos y los oyentes. Creo que la pieza tiene un paralelismo claro con el museo, que es un espacio muy complejo, es casi como una experiencia que transcurre en el tiempo.
- Hay un DVD que recoge la interpretación de la obra pero tiene algo de falso por cuanto si alguien está en el museo no puede escuchar todas las partes al completo, cosa que sí sucede en la filmación.
- La pieza necesita de más de una escucha y creo que con el DVD te haces una idea muy clara de cómo es. Digamos que te coloca en una situación ideal en la que te desplazarías en tres segundos de unas salas a otras.
- Uno de sus sueños siempre ha sido escribir una ópera. ¿Cómo va?
- Me apetece, me sigue apeteciendo. Pero si no tengo un encargo claro con un estreno garantizado no me voy a poner con ello. No se puede abordar un trabajo que te va a llevar dos o tres años y que requiere de tantos elementos sin una garantía. Quizá empiece por una cosa mucho más sencilla, una ópera de cámara.