Música para hacer frente al virus y la depresión
Temporada sinfónica ·
Las orquestas vascas se encomiendan al Romanticismo, sobre todo Beethoven y Schubert, para unos ciclos que han debido adaptar a las circunstanciasSecciones
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Temporada sinfónica ·
Las orquestas vascas se encomiendan al Romanticismo, sobre todo Beethoven y Schubert, para unos ciclos que han debido adaptar a las circunstanciasEntre los gremios que trabajan con más antelación se encuentran los programadores de las orquestas y las entidades dedicadas a la música clásica en general. Es frecuente contratar a los artistas con dos o tres años de antelación, y eso supone haber fijado previamente ... unos criterios que deben guiar la programación, puesto que no se trata solo de organizar conciertos sino de que estos formen una temporada coherente que ofrezca al aficionado una cierta mirada sobre esta disciplina artística. Eso ha sido así hasta este año en el que todo se ha venido abajo. Nunca quienes hacen ese encaje de obras y artistas habían trabajado con tan poco tiempo. Tan poco, ciertamente, que los responsables de Euskadiko Orkestra estaban aún la pasada semana haciendo retoques al contenido de los conciertos y encajando fechas y horas de funciones que además tienen cuatro sedes diferentes. Otro tanto ha sucedido en la Sinfónica de Bilbao (que cambió su programa sustancialmente en primavera), y en la ABAO, que aún no han terminado de redistribuir a sus abonados en las distintas sesiones.
La intendencia ha obligado a un extraordinario esfuerzo en las semanas previas al inicio de temporada. Era necesario que la música volviera a los auditorios, y lo van a conseguir a base de esfuerzo e imaginación. A cambio, los aficionados deberán ser flexibles y no perder nunca de vista que la otra opción es peor: limitarse a escuchar las grandes obras del repertorio en su casa.
Aforos limitados a un máximo de 600 espectadores en las salas mayores (Euskalduna y Kursaal), protocolos de entrada y salida de las mismas, mascarilla obligatoria en todo momento, distancia de seguridad entre butacas, ausencia de programas de mano, tiempo superior al habitual para acomodarse, horarios insólitos, duplicación de funciones... Todo será necesario en esta temporada que comienza con grandes restricciones sin que exista garantía alguna de que vayan a aflojarse a lo largo de la misma. Conviene recordar que el último concierto 'normal' en Euskadi lo ofreció Joaquín Achúcarro en el cierre del Musika Música, el domingo 8 de marzo. A continuación se hizo el silencio y hubieron de pasar varios meses hasta que llegaron los primeros conciertos sueltos. Ahora comienzan las temporadas de abono, que requieren de un nivel muy superior de complejidad organizativa.
En esas circunstancias, las dos formaciones sinfónicas vascas se han encomendado a un valor seguro: el Romanticismo. Y dentro de ese movimiento de fuerza arrolladora que cubre con su influencia todo el siglo XIX, hay dos autores que marcan la programación: Beethoven, de cuyo nacimiento se cumplirán 250 años en diciembre, y Schubert. Euskadiko Orkestra había planificado un verdadero festival Schubert para su inicio de temporada: un ciclo con todas la sinfonías de este compositor pobre, humilde y enfermo que tenía la impagable virtud de hacer felices a sus amigos con su música. Como si fuera una 'schubertiada', una de aquellas reuniones en las que ofrecía sus obras a un reducido grupo de afortunados, la orquesta iba a tocar en sus cuatro escenarios habituales hasta completar la serie. Ahora, la duplicación de funciones para alojar a los socios les ha obligado a un puzle organizado además, como explica Oriol Roch, director general de la formación, en torno a una orquesta dividida en dos formaciones, dado que también se ha reducido el número de instrumentistas que pueden estar en el escenario. Ello ha supuesto además la supresión de los dos coros (el Easo y el Orfeón Pamplonés), y las obras respectivas, que iban a participar en la temporada.
Otros programas desdoblados serán los que protagonizarán el violonchelista Pablo Ferrández (tocará los dos conciertos de Shostakovich) y el pianista Behzod Abdyraimov (primer concierto de Beethoven y tercero de Bartók). A partir de ahí, una dosis notable de Rachmaninov, Mahler, Schumann y Wagner tiñe unos programas muy compactos que han sido en algunos casos reducidos en su extensión para poder organizar dos funciones en la misma tarde. Sucede en los cuatro primeros programas de la temporada, que han obligado a una doble sesión o a ampliación de días. Los dos siguientes programas no admitían esas opciones, de manera que, según explica Roch, si para entonces se mantienen las restricciones se adjudicará la mitad de los abonos a cada uno de ellos. Los cuatro últimos programas se mantienen según el plan original, pero si las restricciones perduran serán objeto de una revisión a comienzos de año.
Parecidos problemas de reacondicionamiento de los abonados tienen en la Sinfónica de Bilbao (BOS). Ibon Aranbarri, su director general, ha explicado que harán todo lo necesario, incluida la oferta de 'congelar' el abono para quien no pueda adaptarse a los nuevos horarios. Un trabajo de intendencia que no debe ensombrecer una programación cuya primera parte gira en torno a Beethoven, de quien se interpretarán hasta Navidad once obras.
Al margen de esa presencia casi apabullante del genio de Bonn, destacan propuestas como la del 'Concierto para Zapata y Orquesta', un espectáculo con obras de varios de los más grandes compositores, y dirección artística de Paco Mir (Tricicle). O como el homenaje a Piazzolla por su centenario (en marzo de 2021), que contará también con obras de Villa-Lobos, Copland y Lena Frank, con el bandonenista Claudio Constantini y la directora Sarah Ioannides (una de las cinco mujeres que entre ambas formaciones se subirán al podio esta temporada). Un concierto para dúo de percusión de Dorman, una sinfonía de Nielsen y el concierto para flauta de Ásgeirsson están entre las obras menos frecuentadas. Entre los solistas destaca Javier Perianes, que no pudo interpretar al final de la pasada temporada el 'Emperador' de Beethoven y lo hará en noviembre.
La programación de escenarios como el Principal, el Arriaga y el Euskalduna (al margen de la actividad de las orquestas y la ABAO) está vacía. Casi literalmente. El Arriaga tiene previsto un concierto coral para octubre y eso es todo en lo que respecta a la música clásica. Ambos coliseos han debido cancelar tantas cosas en los últimos meses que, con buen criterio, prefieren esperar a ver cómo evoluciona la pandemia y qué restricciones hay en cada momento.
Lo que sí se conoce ya es el tema sobre el que girará el próximo Musika Música, previsto para el primer fin de semana de marzo de 2021. Será 'Viena' y abarcará un grupo de compositores que van de Haydn a Berg, pasando por Mozart, Beethoven, Schubert, Bruckner, Johann Strauss, Richard Strauss, Brahms, Mahler, Schoenberg y Webern. Varios de ellos no habían entrado más que de forma aislada en la programación de este exitoso festival, que llegará así a su vigésima edición.
Festival Schubert. Ciclo sinfónico completo. Robert Treviño, director. 25 de septiembre (Vitoria), 28 y 29 (San Sebastián), 30 (Bilbao) y 1 de octubre (Pamplona). Euskadiko Orkestra inicia la temporada con algo así como una 'schubertiada', porque a lo largo de las diez funciones del primer programa interpretará, de dos en dos, todas las sinfonías del compositor austriaco.
Shostakovich y Schumann, frente a frente. Concierto para chelo Nº 2 y Sinfonía Nº 4; y concierto 1 y sinfonía Nº 2. Pablo Ferrández, chelo; Robert Treviño, director. 4 y 10 de diciembre (San Sebastián), 7 (Pamplona), 9 (Bilbao) y 11 (Vitoria). Otro programa desdoblado, en el que según el turno el aficionado podrá escuchar una u otra combinación. La intensidad romántica de Schumann precedida por la furia y el sarcasmo del compositor soviético.
Un Mahler intenso. Sinfonía Nº 7 'La canción de la noche'. Robert Treviño, director. 8 y 9 de abril (San Sebastián), 10 (Bilbao), 13 (Pamplona) y 14 (Vitoria). Una sinfonía en cinco movimientos (algo que, por supuesto, no sorprende en Mahler), que es seguramente la menos conocida. Una orquestación abundante en percusión y cuerdas y la presencia de instrumentos como la guitarra y la mandolina e incluso dos arpas crean un ambiente especial.
La historia de amor más triste. Preludio y muerte de 'Tristán e Isolda' de Wagner, 'Canciones de un camarada errante' de Mahler y Sinfonía Nº 1 de Schumann. Manuel Walser, barítono. Anja Biehlmaier, directora. 20 y 21 de mayo (San Sebastián), 24 (Bilbao), 25 (Pamplona) y 26 (Vitoria). Este concierto comienza por una obra que contiene una de las más bella melodías jamás escritas, una de esas piezas que llevan al éxtasis. Mahler y Schumann hacen el resto.
Lo más popular. La Rapsodia de Rachmaninov y la Quinta de Mahler. Nikolai Lugansky, piano. Robert Treviño, director. Días 11 y 14 (San Sebastián), 15 (Pamplona), 16 (Bilbao) y 17 (Vitoria). Dos obras muy célebres, repletas de melodías inolvidables. Un concierto para disfrutar sin descanso.
De Nueva York a Viena. La Sinfonía Nº 3 de Ives y el 'Emperador' de Beethoven. Javier Perianes, piano. Erik Nielsen, director. 12 y 13 de noviembre. Nielsen ha cambiado el orden habitual de las obras (los conciertos con solista suelen ir en la primera parte y las sinfonías en la segunda), lo que da más protagonismo a este 'Emperador' con el que Perianes saldará una deuda con Bilbao, dado que la pandemia impidió que lo tocara al final de la pasada temporada.
Para reconciliarse con el mundo. El Concierto Nº 21 de Mozart y la Pastoral. Lars Vogt, piano y dirección. 3 y 4 de diciembre. El filósofo Eugenio Trías, gran melómano, escribió que el segundo movimiento de este concierto de Mozart contiene la, para él, más bella melodía de la Historia de la Música. La 'Pastoral' de Beethoven no se queda atrás.
La música además de bella es divertida. Concierto para Zapata y orquesta. Obras de Rossini, Strauss, Verdi, Padilla, Chaikovski, Schumann, Brahms y Beethoven. José Manuel Zapata, director. Paco Mir, director artístico. 11 y 12 de febrero. Un concierto de Carnaval pensado para unir humor y la mejor música. Nadie que supiera de lo que hablaba ha podido decir nunca que la música clásica no puede ser, además, divertida.
Piazzolla, ché, qué grande. Appalachian Spring de Copland, Aconcagua de Piazzolla, Concertino cusqueño de Lena Frank y Sinfonía Nº 1 de Villa-Lobos. Claudio Constantini, bandoneón. Sarah Ioannides, directora. 25 y 26 de marzo. Homenaje en su centenario al gran compositor argentino, que elevó el tango a lo más alto. Aún hoy, por extraño que parezca, su país tiene una deuda con él.
Apuesta ganadora. Concierto para violín de Chaikovski y Sinfonía Nº 4 de Brahms. David Grimal, violín y dirección. 3 y 4 de junio. Dos obras muy célebres -y hermosísimas- de dos de los compositores favoritos del público para terminar la temporada. El lirismo de Chaikovski y la arquitectura sonora de un Brahms de indiscutible madurez que se sentía heredero de Beethoven. Así se cierra el círculo.
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