Los museos más melancólicos
De París a La Habana ·
Las rutas funerarias seducen al visitante por su valor histórico y artístico y las vidas de sus famosos inquilinosSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
De París a La Habana ·
Las rutas funerarias seducen al visitante por su valor histórico y artístico y las vidas de sus famosos inquilinosLuisa Idoate
Sábado, 28 de octubre 2023, 00:02
Apacibles, silenciosos, melancólicos. Teatrales, épicos, nostálgicos. Tradicionales, rompedores. Luminosos, alegres, coloristas, bulliciosos. Sobrecogedores. Anecdóticos. Los cementerios son un imparable reclamo turístico por la historia que documentan, los misterios y leyendas que arrastran y las vidas de sus famosos ocupantes. Un legado material e inmaterial de ... interés antropológico promocionado por los gobiernos. Son destino obligado del mitómano y blanco de sus selfis. Y generan un negocio floreciente, con visitas guiadas por necrópolis que, además de personas, conservan un importante patrimonio cultural.
Es el más visitado del mundo. Las lápidas del cementerio Père Lachaise recuerdan que París fue el epicentro del arte en la Bèlle Epoque. Lleva el nombre del confesor de Luis XIV y guarda las tumbas de Eugène Delacroix, Emile Pissarro, Jean Louis David, Frédéric Chopin, Isadora Duncan, Édith Piaf, María Callas; y la de Amadeo Modigliani -«llamado por la muerte cuando había llegado a la gloria»- y Jeanne Hébuterne, «compañera devota hasta el sacrificio extremo», que se suicida mientras lo entierran tras soportar durante años sus infidelidades y violentas borracheras. Otros sepulcros se blindan de los amores que matan. «La memoria de Oscar Wilde se debe respetar. Por favor no desfigure esta tumba. Es un monumento histórico protegido». Lo dice la placa que acompaña al muro de cristal que la defiende de los besos de sus admiradoras que, con el carmín, deterioraban la piedra al volverla porosa. Muchos desconfían de su eficacia: las marcas de labios colonizan los árboles próximos.
Se quedó pequeño y se siguió utilizando. El cementerio viejo de Josefov (Praga) tiene 100.000 judíos enterrados entre 1439 y 1787. Superpuestos en doce capas, por la falta de sitio y el veto religioso de sustituir unas tumbas por otras. En superficie hay 12.000. Se ven desde los ventanales de la contigua sinagoga de Pinkas. La lluvia, la erosión y los corrimientos de tierra las desplazan, amontonan, atropellan, encajan y solapan; las lápidas se juntan, chocan, estallan y caen rotas al suelo, donde despuntan las sepulturas inferiores. Junto a seis sinagogas, es todo lo que queda del antiguo barrio judío de Praga, que tuvo 180.000 habitantes. María Teresa de Hasburgo ordenó su expulsión entre 1745 y 1748. La revocó Jose II de Austria con el Edicto de la Tolerancia, de 1792, que reglamentó sus actividades profesionales, sistema de enseñanza y obligaciones legales, y saneó el gueto, que se llama Josefov en su honor. La mayoría del vecindario terminó en el campo de concentración de Terezin durante la Segunda Guerra Mundial.
Es un lugar sagrado del Islam. En Eyüp (Estambul), se venera la tumba de Abu Ayyub al-Ansari, conocido como Eyüp el Ensari, portaestandarte del profeta Mahoma. Es un centro de espiritualidad frecuentado por parejas que ofrecen sus votos matrimoniales y por devotos y turistas que visitan la mezquita y el cementerio homónimos. El camposanto ocupa una colina del Cuerno de Oro asomada al Bósforo y tapizada de lápidas, columnas y panteones, a la que se asciende por una pendiente tan exigente como hermosa. Arriba espera la terraza del Pierre Loti Café, con vistas al estrecho y a la antigua Constantinopla. Debe su nombre al seudónimo del novelista francés Louis-Marie-Julien Viaud, habitual del local, y mantiene el mobiliario y el vestuario del siglo XIX.
Es difícil igualar el ingenio y las leyendas del cementerio de Colón de La Habana. La capilla más popular es la de Amelia Goyri de la Hoz. Murió en 1901 en el parto y la enterraron con su hija. Cuando la exhumaron, en 1914, estaba intacta y con ella en brazos. La apodaron La Milagrosa y se convirtió en un centro de peregrinaje en busca de favores. Es obligado repetir el ritual diario de su viudo, José Vicente Adot y Rabell: llamar al entrar y salir retrocediendo. No es el mausoleo más alto de Colón. Ninguno debe superar al de los Bomberos, muertos en 1890 al combatir un incendio en la ferretería Isasi. Aunque la picardía de Juan Pedro Baró logró que el de Catalina Lasa lo sea. Se casó con ella en 1917, tras anular en Roma su matrimonio con Luis Estevez. Ella murió en 1926. La honró con una cripta de relumbrón, con ángeles art decó, mármol de Pérgamo y cristales de Lalique; y dos palmeras que, al crecer, desbancaron a la tumba de los Bomberos frente a la que se levanta. Él falleció en 1940 y lo enterraron con ella, de pie, para velarla eternamente.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.