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El misterio de Brian Jones
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Se ha cumplido medio siglo de la muerte del cofundador de los Rolling Stones, que se produjo en circunstancias que nunca han podido aclararseJOSEBA MARTÍN
Sábado, 14 de septiembre 2019, 05:00
Algo se torció aquella noche del 2 de julio de 1969 en Cotchford Farm, una idílica granja en Hartfield, a hora y media al sur de Londres, que había sido propiedad de A. A. Milne, creador de las aventuras del osito Winnie The Pooh. Una estrella del rock en horas bajas, su novia, el contratista de las obras de mejora, otra chica… La piscina climatizada se convierte en el centro de la fiesta en los primeros días del verano inglés. Horas después Brian Jones, cofundador de los Rolling Stones, aparece inconsciente en el fondo, boca abajo. Nadie sabe nada. La investigación emite su comunicado oficial: muerte accidental. Medio siglo después se mantiene la hipótesis de que fue asesinado. La autopsia, hecha en tiempo récord y bastante breve, contenía varios errores: estatura incorrecta (1,56 en lugar de 1,54), posible ataque de asma mientras buceaba (otros forenses no lo aceptan como causa), abuso de alcohol (el análisis indicaba el equivalente a tres pintas de cerveza, lejos de un posible desvanecimiento) y drogas (solo algunos restos de anfetaminas y tranquilizantes). No había sido, desde luego, una de aquellas fiestas salvajes de otros tiempos.
Las dos mujeres presentes, Anna Wohlin, su novia sueca de entonces, y Janet Lawson, amiga del contratista Frank Thorogood, trataron de reanimar al músico, aún con pulso. Años después ambas afirmaron que Thorogood se había divertido haciendo aguadillas a Brian y que quizá alguna de ellas hubiera resultado fatal. Esta versión del homicidio involuntario volvió a la prensa cuando Tom Keylock, exconductor y asistente de los Rolling Stones, reveló que Thorogood le había confesado en su lecho de muerte que había ahogado a Brian accidentalmente. Esta afirmación fue la base de la película 'Stoned' (2005) y aparece también en la biografía actualizada de Keith Richards, 'Vida' (Planeta, 2018): «Conocí a Frank Thorogood, quien en su lecho de muerte confesó que él había ahogado a Brian en la piscina, donde lo encontraron muerto pocos minutos después de que otra gente dijera haberlo visto todavía con vida». Añade Richards que «seguro que les tocó los cojones a los obreros quejándose por todo y dando por saco». En 2013, su novia de entonces, Anna Wohlin, rechazaba en el 'Daily Mirror' el perfil más negativo del artista: «Mi Brian era maravilloso, un hombre carismático que estaba más feliz que nunca, que había dejado las drogas y que deseaba continuar la carrera musical que quería». Apunta, además, a que alguna broma en la piscina salió mal.
El libro 'Brian Jones: Who Killed Christopher Robin?' de Terry Rawlings, actualizado en 2014, retoma la teoría de la participación de los obreros y da relevancia a un nuevo nombre, Joan Fitzsimmons, amante de Thorogood, amiga de Keylock, usuaria habitual de los taxis de su familia y posible testigo de los hechos, que sufrió una brutal paliza tres semanas después. Añade el autor en una extensa entrevista en 'Mojo' que Tom Keylock, exchico para todo de los Stones, montó una coartada para desviar la atención policial. Keylock confesó al autor, antes de su muerte en 2009, que estaba presente en la casa en la noche de autos, aunque al principio afirmó que se había ido aquella tarde tras recoger una guitarra.
Existen varios libros sobre la muerte del 'ex-stone', así como biografías de Keith Richards, Mick Jagger o Bill Wyman donde se hace referencia a su personalidad. Hijo de un ingeniero aeronáutico y de una profesora de piano, el joven de Cheltenham, una tranquila y hermosa ciudad balneario, quedó enseguida atrapado por la música; acabó los estudios como pudo y nunca pensó ir a la Universidad. Los discos de jazz y los clubes nocturnos de Londres fueron sus nuevos objetivos académicos. A los 20 años se instaló en Londres. Tenía una sólida base musical y su interés se pasó al blues: Robert Johnson, Muddy Waters, Sonny Boy Williamson, Elmore James… Cuando se formaron los Rolling Stones, Jones tenía muy claro el sonido de la banda y hasta propuso el nombre, pero enfrente estaban Keith Richards y Mick Jagger, partidarios de sonidos negros más impuros (Bo Diddley, Chuck Berry, Jimmy Reed). Jones, capaz de tocar una veintena larga de instrumentos, se adaptó al nuevo formato, dejando su marca en la instrumentación y en los arreglos.
Convencido de su genialidad, de su atractiva imagen (tuvo numerosas relaciones, de las que nacieron al menos cinco hijos confirmados) y de su visión avanzada (grabó a los músicos de la tradición sufí marroquí de Jajouka 20 años antes del 'boom' de la 'world music'), su creciente relación con las drogas (marihuana, cocaína, LSD, metanfetamina) y su frustración por no influir mucho más en el sonido Stone lo condujeron a desconectarse, a aislarse. También le afectó su ruptura con Anita Pallenberg, la modelo italoalemana con la que tuvo una violenta relación antes de que ella terminara como pareja de Keith Richards. Además Mick Jagger se había convertido en el centro de la banda con sus composiciones y su carisma escénico; otro motivo de frustración. Tres semanas antes de su muerte Jagger, Richards y el batería Charlie Watts le visitaron en su granja para decirle que estaba despedido: «Oye, Brian, se acabó, tío». Ni Jagger ni Richards estuvieron presentes en su funeral en Cheltenham; sí estuvieron Watts, el bajista Bill Wyman, Anita Pallenberg… y el propio Thorogood.
Brian Jones dio pie a lo que la prensa llamó 'El Club de los 27', una lista de quienes fallecieron a esa edad: Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Cobain, Amy Winehouse… Solo le precedió uno de sus héroes, Robert Johnson, el legendario bluesman que, según cuentan, había vendido su alma al diablo. Cincuenta años después la granja está a la venta por algo menos de dos millones de libras y permite las visitas, como atestiguan las numerosas fotos de sus fans. Varios pudieron incluso hacerse con alguno de los viejos azulejos cerámicos de la piscina, vendidos por su Club de Fans a 115 libras la unidad, con certificado de autenticidad y todo. Los beneficios se destinaron a un busto inaugurado en un centro comercial de su ciudad en 2005. Algunos vecinos revelaron su malestar «por no ser el modelo adecuado para una ciudad balneario» y muchos de sus fans criticaron el monumento por no hacerle justicia; el busto tuvo que ser retocado.
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