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Confieso que se me ha saltado alguna lágrima en cada pase de 'La lista de Schindler'. La historia tan bien contada, la música de John Williams, el violín de Itzhak Perlman, las secuencias como esa en la que numerosas personas que sufrieron aquello, hombres y ... mujeres de la vida real, que se salvaron milagrosamente del horror del Holocausto, depositan cada uno una piedra, a modo de homenaje, en la tumba de su salvador. Siempre se me escapa alguna lágrima y me digo que estará llorando como yo todo el mundo al verlo, cómo no hacerlo.

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