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Soy amigo de María Bengoa desde hace más de treinta años. Durante ocho o diez cenamos con Iñaki Uriarte cada semana. A veces venían otros, pero solo Iñaki y yo asistimos, primero sorprendidos y después algo abrumados, al entusiasmo de María por Ramiro Pinilla, quien ... le doblaba la edad, pero era un gran escritor y sobre todo un hombre extraordinario, como decía ella sin cesar.
Ramiro era escritor no por el rol de ser escritor, sino porque escribía cada día con una voluntad y una confianza en sí mismo descomunales. Una página al día es una novela al año, y un libro escrito un libro salvado. Era algo hosco a primera vista, receloso del mundillo literario, poco dotado para el disimulo. Le edité un libro, le presenté otros, lo llevé por los pueblos de la zona minera en el centenario de la gran huelga de 1890. Me preguntó si a mi mujer le interesaba lo que yo escribía, lo que debía de ser su ideal de felicidad. «¿Qué escribes, Ramiro?», le preguntaba después en cada encuentro. «La novela». «¿Cuántas páginas llevas?» «Mil doscientas, dos mil…». Qué editorial llegaría a leerlas siquiera… Pues bien, le publicó Tusquets, recibió todos los premios y el reconocimiento general. Para entonces era feliz con una mujer culta, joven y guapa a su lado, María Bengoa, a quien no solo interesaba cuanto escribía, sino que lo consideraba un hombre excepcional. Estuvieron juntos hasta la muerte de él.
María ha escrito ahora una novela sobre Ramiro, 'El mar de Arrigunaga'. Como testigo que fui de su entusiasmo, temí que se le fuera la mano con el elogio. Por eso también me ha gustado tanto el libro, por su contención. Me ha parecido oír la voz de él contándole su vida novelada. El libro es la historia de un niño, un joven y un hombre muy tímido, que volvió a su paraíso perdido de la infancia y encontró un refugio en la escritura mientras forjaba un carácter firme y desacomplejado. Era un outsider vocacional, al principio incluso de la literatura digamos canónica. Leyó algunos libros fundacionales -sus descubrimientos fueron deslumbramientos, como le pasó a María con él- hasta encontrar su propia voz. 'El mar de Arrigunaga' no habla de la época en que estuvieron juntos. Es un homenaje indirecto, sin chupar cámara.
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