«Toda migración es un poco fracaso»
Natalia Litvinova | Escritora ·
En 'Luciérnaga', su primera novela tras varios poemarios, recoge parte de la memoria de su familia, que partió de Bielorrusia a Buenos Aires para alejarse de la radiaciónSecciones
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Natalia Litvinova | Escritora ·
En 'Luciérnaga', su primera novela tras varios poemarios, recoge parte de la memoria de su familia, que partió de Bielorrusia a Buenos Aires para alejarse de la radiaciónNatalia Litvinova nació en Bielorrusia en 1986 pero lleva casi toda su vida en Buenos Aires. Su familia llegó allí en 1996 en busca de una vida mejor muy lejos de la radiación y de la precarización de la economía de los países del Este ... en los noventa. En las palabras del nuevo idioma aprendido a los diez años, Natalia encontró su tabla de salvación. Y lo aprendió tan bien que en 2013 publicó el poemario 'Todo ajeno', al que siguieron otros cuantos. 'Luciérnaga', Premio Lumen 2024, es su primera novela, construida con fragmentos de memoria propia y ajena.
- Hay en esta historia muchos temas: infancia, migración, naturaleza, memoria histórica, orfandad... ¿Los había tocado ya en sus poemas?
- No, no, solo un poco en 'La nostalgia es un sello ardiente', hace tres o cuatro años; ahí aparecen la infancia y la migración y la presencia de la madre que va envejeciendo. En 'Cesto de trenzas', otro poemario, hablaba más de la madre y de las mujeres de mi familia, y tiene un entorno más rural; en 'Luciérnaga' recupero el campo y el contraste con la ciudad. Las abuelas son campesinas y los padres están instalados en la ciudad y ahí es donde nace la protagonista.
- No solo son variados los temas, sino que lo son los géneros.
- Me gustan mucho los libros híbridos, que no son ni una cosa ni la otra y creo que esto me lo permitió la poesía; no saber si es un ensayo, teatro, autoficción, eso me seduce, no tener límites a la hora de escribir. Así la escribí, queriendo una novela pero no encasillándome demasiado.
-¿Por eso estas tres partes tan bien diferenciadas, en las que todo, del lenguaje al ritmo, es diferente?
- Cada capítulo es un universo, con su intensidad y su narrativa. Eso me viene de la poesía, donde dices mucho en poco espacio, y en la novela eso es como un reflejo de la realidad por capítulo. No perder el misterio.
- ¿Y los silencios? Se cuenta mucho pero hay mucho que no, que se sugiere.
- Hay muchos silencios porque hay mucha soledad y a la niña narradora le faltan palabras. Es el lector quien tiene que interpretar lo que cuenta. Y también tiene que ver con cómo es la infancia, yo no quería infantilizarla. La niña ve todo con mucha intensidad, está aprendiendo y hace observaciones radicales. La novela está impregnada de esas observaciones radicales. Cada niño es un poeta y yo no quería que se perdiera esa belleza. Esta niña funciona como una cámara que va filmando todo con el mismo peso.
- Pasa mucho rato colgada de las barras del parque de juegos. Radical y boca abajo, ¿por qué?
- Por la riqueza de esa perspectiva, que es una metáfora de la escritura: vamos hacia delante y hacia atrás, nos columpiamos mientras escribimos. Los adultos tratan de sobrevivir y arreglar la vida y ella está colgada de una barra, con su extrañamiento de ese mundo de los adultos. Imagina un mundo sin ella, en el que se queda colgada para siempre, y yo quiero quedarme colgada para siempre en la escritura.
- ¿Migrar puede entenderse también como un mundo sin ella?
- Y es conocer el mundo también. Dejar lo conocido e ir a otro a lado es ir a lo desconocido y al mismo tiempo ir al suyo. Es el primer quiebro de su vida, dejar ese mundo misterioso pero que conocía, entender lo que perdió y aprender nuevos códigos. Ya no puede permitirse estar colgada, tiene que usar las palabras. En Buenos Aires para defenderse tiene que hablar... yo aprendí el poder de la palabra en Argentina.
- En la segunda parte, la poeta adulta se planta en el pasado y puede hablar con su abuela muerta. ¿Realismo mágico?
- Para mí es la poesía misma. A mí me ayudó a conversar con mis muertos, con esa abuela que no conocí y que de joven fue castigada a trabajar en los pantanos. Yo me descuelgo en ese escenario y puedo llevar algo de belleza a quienes sufrieron tanto.
- Sobre la migración, protagonista absoluta de la última parte de la novela, habla del fracaso que supone para muchas personas. Su madre luchó y se adaptó, su padre volvió a Bielorrusia y murió.
- Toda migración es un poco fracaso, el del que parte y se parte, el de lo arrebatado. Incluso la madre, que quiere un futuro mejor, tiene que dejarlo todo y fracasar en la que había sido su vida (y en Argentina en algunas decisiones), es una pérdida del hogar constante. El padre, en cambio, no toma decisiones. Los hombres que aparecen en la novela son débiles o vuelven de la guerra y están lastimados o son más inocentes... La madre es más anarquista, quiere romper con ciertas estructuras.
- El título, 'Luciérnaga', podría referirse a algo bonito, a la luz en la oscuridad, a esos insectos tan luminosos, pero en realidad no se debe a eso...
- Es despectivo. A las personas de la zona, después de Chernóbil, nos llamaban luciérnagas por radiactivas. Pero es algo tan bello. Hay mucha tragedia en esta novela y hacían falta momentos luminosos, sostener la vida, luz en la oscuridad. Una luciérnaga es eso, con toda su fragilidad y su potencia. Es saber iluminar tu camino. Y eso es también la escritura: un canto a la vida, destellos, abrir grietas de luz.
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