En la mente de un hombre
Karmele Jaio | Escritora ·
En 'La casa del padre' aborda desde los detalles una historia en la que la violencia y la desigualdad aparecen como telón de fondoSecciones
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Karmele Jaio | Escritora ·
En 'La casa del padre' aborda desde los detalles una historia en la que la violencia y la desigualdad aparecen como telón de fondoELENA SIERRA
Viernes, 17 de enero 2020
Una historia de las grandes, es decir, que apunta a algo que sucede a gran escala, que va más allá de las situaciones de los personajes en un momento determinado, puede –o tal vez debe– contarse desde los detalles, desde lo más pequeño de todo. ... Así es como los detalles se vuelven tan importantes en la última novela de la periodista y escritora alavesa Karmele Jaio (Vitoria, 1970), y cómo eso en apariencia tan del día a día y tan ínfimo puede resumir un marco social. A qué ha renunciado cada uno de los personajes de 'La casa del padre' (Ed. Destino) para ser quien es –a cantar, a escribir, al tono de voz, a sueños– muestra lo que significan los 'mandatos de género'. Que para recomponer sus historias Ismael, el escritor que es el eje de la novela, tenga que volver a casa de su padre y echarle un ojo por las tardes, atarse de alguna manera a la casa, y su esposa, Jasone, haya cambiado la cocina por la biblioteca, por ejemplo, son pequeños movimientos que hablan de otros mucho más grandes. Eran esos los que la escritora quería analizar a través de la ficción, esos de los que tanto oímos hablar en los últimos años: los que se refieren a la igualdad entre hombres y mujeres, los que hablan de la violencia contra las mujeres y del privilegio en el que viven los hombres.
Jaio ya había tocado todos estos temas –la igualdad o la desigualdad, la necesidad del cuidado en una sociedad en la que no parece que haya tiempo para ello, el reparto de esas tareas sean menores o mayores los 'objetos' de cuidado, la renuncia en el plano profesional y en el afectivo cuando se está inmerso en algunas etapa de la vida–. Pero no lo había tratado desde el punto de vista del personaje masculino. Y sabía que se estaba metiendo en un jardín, así que reconoce que ha ido con mucho cuidado, «con precauciones porque es un tema resbaladizo en el que es fácil caer en generalidades, en una caricatura».
Ismael siente miedo por sus hijas cuando oye hablar de una violación, y al mismo tiempo siente cierta culpa «que no sabe de dónde viene» y también se rebela contra la idea de que lo culpen, de que lo señalen como parte del problema cuando él no ha hecho daño a nadie. Jasone le pide que se ponga en el lugar de la persona que sufre esa violencia. Él cree que no puede. ¿Puede? Lo que le queda es comenzar una «reflexión íntima» sobre «cómo se ha ido construyendo con sus condicionantes de todo tipo. ¿Qué se espera de cada uno de nosotros? Estamos encorsetados por los mandatos de género, no tenemos esa libertad de ser como queremos que creemos que tenemos. Los roles lo atraviesan todo».
Pasar más tiempo con el padre, al que tiene que cuidar una temporada, le hace volver sobre la infancia y la juventud en la casa familiar y empezar a darse cuenta de que todo aquello que le parecía tan normal tal vez no lo sea. Su madre llorando, el padre empeñado en que él sea un machote, un cazador, el hombre fuerte. «Se pregunta por el modelo de hombre que ha vivido y eso le lleva a una toma de consciencia».
Dice Jaio que 'La casa del padre' es una novela de preguntas, todas las que se hacen sus personajes, más que de respuestas; también de contradicciones, las «que tenemos todos». Es un libro sobre «una reflexión que solo puede ser íntima y sobre cómo todas las decisiones que tomamos están marcadas por los valores que se nos transmiten desde pequeños». Se retrata también la violencia, la del conflicto vasco que «ha sido el decorado de nuestra vida, porque todo lo que ocurre a nuestro alrededor influye en nuestras decisiones», la de las agresiones sexuales y el maltrato y esa otra que «es como un río subterráneo, que no es física pero es total» y que Ismael descubre que ha sido su telón de fondo familiar.
Estos temas ya estaban en otras obras de Jaio, una licenciada en Ciencias de la Información que ha trabajado en medios de comunicación y sido, entre otras cosas, responsable de comunicación de Emakunde. Académica correspondiente de Euskaltzaindia desde 2015, el año pasado su nombre sonó como posible académica de número por Álava. Ha publicado libros de relatos, uno de poesía ('Orain hilak dugu') y dos novelas anteriormente. 'Amaren eskuak/ Las manos de mi madre', de 2006, fue llevada al cine por Mireia Gabilondo y la obra de teatro 'Ecografías', dirigida por Ramón Barea, estaba basada en uno de sus relatos.
Nació en Vitoria en el año 1970, es periodista y escritora, y traduce ella misma al castellano sus obras originales en euskera Fue directora de comunicación de Emakunde. Acaba de publicar 'La casa del padre' (editada por Destino), su tercera novela tras 'Amaren eskuak' y 'Musika airean'.
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