«La memoria nos engaña en nuestro afán por sobrevivir»
Carmen Amoraga ·
La autora valenciana aborda en sus novelas «la distancia entre la vida que tienes y la que quieres»Carmen Amoraga ·
La autora valenciana aborda en sus novelas «la distancia entre la vida que tienes y la que quieres»Salomé, la narradora de la última novela de la valenciana Carmen Amoraga, se asomaba de niña a la ventana y se entretenía «mirando los campos de naranjas y las fábricas y el cementerio», allá en su pueblo natal, Miraval, no muy lejos de Valencia. El ... ruido de los trenes, o el de las señales acústicas de la línea ferroviaria, la despertaba cada dos por tres de noche y muy temprano cada mañana. Si volviera a vivir en el piso que compartió con su madre hasta los 18 años -y va a volver allí, pero al principio de la historia ella ni lo sospecha- volverían los campos de naranjas y los trenes de madrugada. Eso en la ficción, claro, porque en la vida real todo es más complicado.
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Y es que Miraval, ese pueblo ficticio, se inspira en el lugar de origen de la propia Amoraga, donde vive; en la realidad se llama Picanya y es hoy por hoy una estación más de lo que la escritora llama, cuando habla con sus hijas, el Planeta Barro. «Cuando vamos a Valencia, les digo que salimos del Planeta Barro para ir al Planeta Tierra», explica a su paso por Bilbao para presentar 'La memoria infiel' (Espasa) tras varias semanas sin salir de la zona afectada por la dana. Cuenta que han tenido suerte porque su casa ha resistido, han podido limpiar la planta baja y hacer frente a los gastos sin esperar a que lleguen las ayudas; y sobre todo porque todos en la familia están bien. Ese barranco que nunca lleva agua, y al que fueron a asomarse a media tarde, empezó a escupir agua en minutos. Pudieron ponerse a salvo. «La casa de la pastora se la llevó el agua», recuerda. «A las once de la noche ya estábamos todos por la calle como zombis. Y al día siguiente, en modo automático de limpiar y limpiar, de quitar barro y lavar ropa».
En esas semanas Amoraga ha visto a esos héroes minúsculos que protagonizan siempre sus novelas volverse de carne y hueso, hacerse mayúsculos. Es de las que está convencida de que «la vida de cada uno da para bastantes novelas, no nos imaginamos lo que hay detrás y dentro de las personas con las que nos cruzamos», explica. «Yo creo que escribo siempre la misma novela con distintos argumentos y conflictos pero con el mismo tipo de héroe, el anónimo, el de la letra pequeña, sin grandes desgracias pero con esas heridas que son invisibles. Es la novela que cuenta la distancia entre la vida que tienes y la vida que quieres». Ese es el caso de Salomé, la voz de 'La memoria infiel'. Su madre le dijo muchas veces que por su culpa el padre se había ido de casa, «por cansancio de ella», y que era una molestia, y que daba muchos problemas... Aunque nunca le dijo que no la quería, y nunca la pegó ni la descuidó físicamente, creció convencida de que su madre, Ana, no sentía amor por ella. Por eso cumplidos los 18 se fue. Para no empezar de cero y no convertirse en su madre.
Y al final ha acabado casi casi siendo ella: madre soltera a los 30, limpiando casas, en crisis constante. Lo único que no comparten es el alcoholismo de la madre. «Pero es una mujer superantipática, sin familia ni amigos, odia a todo el mundo», describe la autora. Y la muerte de Ana, al comienzo de la historia, supone poder mirar atrás. Porque, ¿qué ocurre si todos esos recuerdos no son exactamente fieles a los hechos? «La memoria nos engaña en nuestro afán por sobrevivir. La mente refuerza los recuerdos que nos hacen sentir cómodos, que nos hacen estar en nuestra zona de confort».
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Todo eso está más que estudiado. La escritora se ha documentado mucho para construir esta novela. Somos, en gran parte, memoria infiel, memoria útil para reforzar las decisiones tomadas en el camino. «Y la memoria de Salomé no ha sido fiel a la realidad». A este personaje «le falta mucha información». Su vuelta a Miraval, a disgusto y por necesidad pura y dura, le sirve a Amoraga para ir señalando problemas como la precariedad laboral, la salud mental, la invisibilidad de tanta gente (las que limpian, en este caso), la especulación con la vivienda, la falsa solidaridad.
La memoria, la familia como espacio de no refugio -frente a la teoría general- y amor son los tres pilares de esta novela, dice la escritora. Y sobre el amor, destaca una idea al comienzo del libro: «Dicen que el amor más incondicional es el de los padres a los hijos. Cuántas veces lo habré oído. Pero no es verdad (...) La incondicionalidad está en el amor de los hijos a los padres cuando son pequeños». Se lo dijo su higienista dental, voluntaria en una asociación de mujeres que cuidaba a niños tutelados hospitalizados que no tenían con quién pasar las noches. Parte de lo que le suscita aflora en la historia de Salomé y Ana; sea lo que sea lo que descubra la hija en su análisis del pasado familiar, el hecho es que «ha crecido creyendo que no merece el amor y esa es la gran herida que no se ve».
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'La memoria infiel' empezó a escribirse durante el confinamiento, en 2020. Hacía cinco años que Amoraga no escribía porque entonces trabajaba en gestión pública y había decidido no publicar. Tras la criba de la editora, la novela no tiene nada que ver con la pandemia, pero hay algo de aquel aislamiento en el de la protagonista. En un futuro, quién sabe, lo vivido este otoño en Picanya se transformará en ficción... «Serán emociones o sentimientos, porque yo nunca tendré la distancia suficiente para escribir sobre esta catástrofe».
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