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Las mejores células grises
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El detective Hercules Poirot, famoso personaje creado por la escritora Agatha Christie, cumple cien añosHercules Poirot nació hace un siglo y sigue en forma. El acicalado individuo de los bigotes encerados y puntiagudos fue el protagonista de la primera ... novela publicada de Agatha Christie. El camino hacia el éxito del detective corrió parejo al de su autora y la relación fue provechosa y duradera. La buena acogida de 'El misterioso caso de Styles' alentó crímenes e investigaciones durante 55 años. El detective belga se ha convertido en un clásico de la historia de la literatura policíaca y aparece inextricablemente unido a la escritora inglesa. Pero esa ligazón no implicó un amor sin fisuras. Además, este icono del género policial no es una creación original en sentido estricto. El personaje, en realidad, constituye la síntesis de otros que lo antecedieron, aunque su larga trayectoria le ha concedido señas de identidad propias. Su proyección ha trascendido la literatura para acceder reiteradamente en el cine y la televisión.
Aquel hombrecillo petulante que recorría Inglaterra resolviendo misteriosos asesinatos se dio a conocer antes en América que en su país de acogida. Curiosamente, la primera edición del libro tuvo lugar en Estados Unidos y la iniciativa empresarial corrió a cargo de John Lane, impulsor de la prestigiosa editorial The Bodley Head. Las reseñas alabaron la capacidad de la autora para urdir la intriga, si bien recalcaban que la aportación se encontraba dentro del policíaco, entonces considerado un género menor. A lo largo de los siguientes años, las historias protagonizadas por el investigador aparecieron por entregas en el periódico vespertino 'London Evening News'. El reconocimiento definitivo, para uno y otra, llegó en 1926 con 'El asesinato de Rogelio Akroyd', narración que trastocó las convenciones de las historias policíacas y que está considerada la mejor de todos los tiempos, a juicio de la Asociación Británica de Escritores del Crimen.
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El reconocimiento de crítica y público encumbró a ambos, pero el idilio se truncó rápidamente. La autora no se encontraba satisfecha con los rasgos que otorgó a su creación, concebida como una caricatura del extranjero europeo excesivamente atildado y envanecido por su presunto bagaje cultural. Tampoco se trataba de una aportación personal. Christie no disimuló el carácter prestado. La escritora se inspiró directamente en dos detectives surgidos a principios del siglo XX: Hercule Popeau, obra de Marie Belloc Lowndes, que noveló la vida de Jack El Destripador; y el inspector parisino Jules Poiret, creado por Frank Howel Evans. Al parecer, el carácter presuntuoso fue un préstamo de Gabriel Hanaud, personaje que protagoniza seis novelas del escritor Alfred Edward Woodley Mason, el responsable de 'Las cuatro plumas'.
La autora no negó tampoco su deuda con Arthur Conan Doyle. La construcción de Poirot resulta deudora de Sherlock Holmes. Las similitudes son obvias. El método deductivo empleado por ambos, su erudición, la predilección por los detalles decisivos y clarificadores de las tramas, o la existencia de un colaborador, concebido como una pantalla en la que se refleja el genio del protagonista. A ese respecto, el doctor Watson guarda muchas semejanzas en el capitán Arthur Hastings. Pero, antes, hubo otra mente preclara que abrió la senda de la ficción. Los dos detectives fueron precedidos por Auguste Dupin, aportación del gran Edgar Allan Poe, que fue presentado en 'Los crímenes de la calle Morgue', la primera obra de la literatura policíaca, 'ex aequo' con 'Un asunto tenebroso' de Honoré de Balzac.
La nacionalidad belga de Poirot no resulta una nota anecdótica y casual. Agatha Christie ejerció como enfermera en un hospital durante la Primera Guerra Mundial y conoció a muchos refugiados de este país, ocupado y devastado por los alemanes. Gran Bretaña acogió a unos 265.000 huidos y se crearon más de 1.500 comités locales para apoyar su integración.
La aparición del personaje de Miss Marple en 1930 puede entenderse como la alternativa al hombrecillo de cabeza ovoide y privilegiadas células grises. Frente al cosmopolitismo del primero, la nueva protagonista responde fielmente al prototipo local más tradicional. Aunque dotada de similares recursos analíticos, este personaje se corresponde con la anciana inglesa, curiosa, pero de arraigadas convicciones conservadoras, que vive en el medio rural y apenas se desplaza lejos de Saint Mary Mead, pequeña población en la que reside. 'Muerte en la vicaría' y 'Matar es fácil' son dos de sus novelas mejor valoradas.
Pero Poirot nunca temió a su rival. El género policial alcanzó gran éxito en el mundo que dejaba atrás la Gran Depresión y Christie precisaba del detective continental para imponerse en el mercado. Entre 1935 y 1942 el investigador halló los culpables en trece obras. No solo protagonizó 'Asesinato en el Orient Express' o 'Cinco cerditos', dos títulos ejemplares, sino que llegó a sustituir a Parker Pyne, otro de los investigadores de la británica, cuando el relato breve 'Muerte en el Nilo' se convirtió en una narración larga. Ahora bien, la prolija producción de la escritora también comprende novelas importantes sin su presencia, caso de 'Diez negritos', o la pieza teatral 'La ratonera', que se sigue representando ininterrumpidamente desde que fuera estrenada en 1952.
La complicidad del lector, retado a descubrir al culpable, es la baza del éxito perdurable del belga. La escritora es la representante más cualificada de la escuela inglesa, centrada en la resolución de un enigma, el famoso 'whodunit' (¿quién lo hizo?) frente a la americana, dotada de mayor profundidad psicológica y social, o el 'nordic noir', variante escandinava en la que el paisaje, austero y helado, se convierte en un elemento más.
La muerte perseguía al detective belga. La vida muelle de Poirot se veía interrumpida habitualmente por crímenes insólitos. Sus estancias como invitado en 'country houses' y hoteles de lujo, la asistencia a fiestas de la alta sociedad, y los viajes en trenes de lujo, siempre se trastocaba por la aparición de un cadáver, generalmente de algún millonario. Las pistas evidenciaban que el culpable se hallaba cerca y, habitualmente, los sospechosos incluían parientes menos favorecidos por la fortuna, advenedizos estadounidenses y sirvientes de lealtad dudosa. Él apelaba a las células grises para desentrañar el desaguisado y solía culminar sus investigaciones en dramáticas puestas en escena con todos los sospechosos reunidos en la biblioteca de la mansión pertinente.
'Telón', la última novela que protagonizó, supuso una última vuelta de tuerca a los mecanismos del género, mudando roles y procesos narrativos usuales. Su último caso fue editado en setiembre de 1975 e incluía en sus páginas el fallecimiento del pequeño y genial investigador. Un día después de la edición oficial, el 'New York Times' le dedicó un obituario. Cuatro meses después de la desaparición formal del detective, su autora falleció en su Wallingford natal, al sur de Londres. A pesar de las diferencias, personaje y autora no pudieron sobrevivir el uno sin la otra.
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