Martin Amis y la mezquindad del mundo

Mañana se cumplen 75 años del nacimiento de Martin Amis, que falleció a los 73 años en mayo de 2023. El escritor agreste, bronco e irreverente que exteriorizó la mezquindad y la vileza del mundo, una actitud nacida de una rebeldía moral que finalizó con el desencanto realista y cruel, marcó una época hasta que el personaje aplastó a la persona y al autor.

Si su padre Kingsley tuvo que reproducir y representar la liberación de las costumbres sexuales de los años sesenta del siglo XX y el desmoronamiento de la sociedad de clases y del universo que la configuraba, Martin amplificó dicha temática insistiendo en la perpetuación de la codicia, los privilegios y la mezquindad en un mundo que se suponía era nuevo y limpio. Claro que el primero escribía desde el cinismo blando de un 'bon vivant' y el segundo lo hacía desde el gamberrismo salvaje de un idealista que había descubierto la ruindad y vileza del mundo.

Al igual que Barnes, Hitchens y Rushdie, estudiantes de Oxford y de Cambridge, amigos y camaradas literarios llegados al mundo de la cultura en los años setenta del pasado siglo, se caracterizaba por el cosmopolitismo y la radicalidad de sus ideas; por participar de una izquierda de la que rápidamente se desencantaron; por su seria vocación periodística y cultural (editor de suplementos literarios de 'The Times', 'The Observer' y 'The New Statement'); por la distinción, la exquisitez, la elegancia y la disciplina rigurosa de sus obras y por su profunda admiración hacia la narrativa estadounidense. Todos se hicieron mayores cuando se desmoronó el Estado de Bienestar, el desencanto de Cuba, la crisis de 1973, la desilusión con la URSS y el viraje conservador del Reino Unido.

La siguiente década es la de su gran éxito literario y su consagración como novelista. Desaparecido el idealismo, aparece con fuerza el pesimismo vital que le acompañará el resto de su vida, personal y literaria. La sociedad no es mejor y las personas tampoco. Publica sus mejores y desencantadas obras, con todas las aristas y perspectivas que puede tener un autor: 'Éxito' (1978), 'Dinero' (1984), 'Otra gente: una historia de misterio' (1981), 'Campos de Londres' (1989), 'La flecha del tiempo o la naturaleza de la ofensa' (1991), 'La información' (1995), 'Tren nocturno' (1997).

Amis descubre el mal en esencia y este se convierte en la materia principal de su obra. Un mal que abarca todas sus facetas y que se manifiesta magistralmente en 'El libro de Rachel' (1973), debut brillante, de gran crudeza y cinismo a la par que picaresco y moralizante; 'Niños muertos' (1975) en el que el mal absorbe el alma humana, y, sobre todo, en 'Koba el Temible'.

La llegada del siglo XXI afectó muy negativamente al autor británico, especialmente a su narrativa, en la que desapareció la chispa y el talento y todo lo que le había encumbrado al Olimpo de la literatura. Había dejado de ser moderno, se había desconectado de la realidad y desapareció su capacidad de anticipación social y cultural. En 'Perro callejero' (2003) se manifiesta ya esta decadencia creativa, aunque su prosa sigue manteniendo el nivel. A partir de entonces, 'La casa de los encuentros' (2006) y 'La viuda embarazada' (2010) plasman este declive. 'Experiencia' (2000) y 'Desde dentro' (2020) son dos destellos de su atardecer literario del que participan, aunque en menor medida, 'Lionel Asbo: El Estado de Inglaterra' (2012) y 'La zona de interés' (2015), que recientemente ha llevado al cine Jonathan Glazer.

Aunque Martin Amis fue esencialmente un novelista, la no ficción ocupa un lugar preeminente en su producción literaria ya que en ella su prosa es más claramente irreverente, mordaz, ingeniosa, erudita y caricaturesca. 'El infierno imbécil y otras visitas a EEUU' (1986), 'Visitando a Mrs. Nabokov y otras excursiones' (1993) y las críticas literarias recogidas en 'La guerra contra el cliché: escritos sobre literatura' (2001) reflejan la inteligencia, sensibilidad e irreverencia de su escritura.

El perenne aspirante al Premio Nobel, al que le cerraron todas las puertas cuando se lo concedieron a Kazuo Ishiguro, fue el portaestandarte de una generación brillante (Generación Granta) de escritores británicos y marcó una época con su lucidez, irreverencia, desclasamiento, ironía y sátira, o con todo ello a la vez.