Marcados con un triángulo rosa
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El Memorial del Holocausto de París repasa la persecución de homosexuales y lesbianas durante el nazismoabraham de amézaga
Viernes, 5 de noviembre 2021, 22:05
El 14 de mayo de 1897, el doctor Magnus Hirschfeld (1868-1935), especializado en sexología, creaba en la capital germana el primer movimiento homosexual en el mundo. Décadas más tarde, participa en la Liga mundial para la reforma sexual, que abogaba por la despenalización de ... la homosexualidad. Estaría en la diana de los nazis -aparte de por su condición sexual y la defensa de esta, por ser judío-, que llegaron a atacar su consulta, de la que por fortuna en ese momento está ausente. Murió en el exilio, en la ciudad de Niza.
Esta es una de tantas vidas, de tantas existencias de hombres y mujeres que lucharon por un mundo más libre, en el que por su condición sexual ni ellos ni sus semejantes tuvieran que vivir reprimidos, ocultos, no solo de aquellos que eran capaces de denunciar a hermanos o a amigos íntimos, sino sobre todo del terror que generaban las tropas hitlerianas y de toda su artillería para imponer su idea del bien, de la pureza, y donde lo que se alejaba de su rigidez siempre sufría castigo.
La muestra 'Homosexuels et lesbiennes dans l'Europe nazi' (Homosexuales y lesbianas en la Europa nazi) que estos meses y hasta el 6 de marzo de 2022 propone en su tercera planta el Mémorial de la Shoah (Memorial del Holocausto), en París, permite asistir a un hecho del que, si bien no se ha tratado apenas y muchos ignoran que ocurriera, fue una realidad en la que hubo víctimas. No solo privadas de libertad y en más de un caso torturadas física y psicológicamente, sino también asesinadas y hasta aquellas que, no soportando su propia existencia, se encaminarían al suicidio.
«El fin del régimen nazi no significa el fin de la represión», explica la historiadora Florence Tamagne, comisaria de esta muestra inédita en un museo de Francia, organizada de manera cronológica, y que hace de algún modo un inventario, permitiéndonos entender la persecución que tanto homosexuales como lesbianas padecieron, el estigma ante el que debían hacer frente. La represión, como se sabe, no terminaría con el fin de aquel régimen, del que por fortuna habrá supervivientes; hombres y mujeres muchos de los cuales durante lustros vivieron exiliados o escondidos, para no ser identificados.
Una ley es la que da la bienvenida a la exposición parisina: el artículo 175 del Código penal alemán de 1871. En tal artículo, que se expone a la entrada, se señalaba que aquel hombre que cometiera «actos impúdicos con otro hombre o permita que otro hombre abuse de él para cometer actos obscenos, será castigado con presidio». La pena podía ir de varios meses a dos años. Un artículo, el 175, que estaría en vigor la friolera de más de un siglo, hasta 1994, cuando desaparece por completo del código alemán. Francia, por su parte, había abolido mucho antes el crimen de sodomía, en 1791.
Diferentes discursos, donde predominan los estigmatizantes que, antes de la llegada del nazismo, serán pronunciados por voces de universos como el religioso y el médico. En paralelo, y entre las que salen en defensa de la homosexualidad, surgirían aquellas que piden su despenalización. Hay que apuntar que era raro que se castigara la relación entre mujeres, quizá porque era casi invisible, o al menos se hacía notar mucho menos que la masculina.
En Alemania, y en ciudades como Berlín, la comunidad que se siente atraída por personas del mismo sexo goza en general de libertad a principios del XX, con establecimientos como Eldorado. Hay una militancia muy activa, con publicaciones como la revista lesbiana 'Die Freundin' ('La amiga'), en 1924. Será en ese país en el que se realizaría con anterioridad a esa fecha la primera película homosexual, obviamente muda, 'Anders als die Andern' ('Diferente a los demás'), en 1919, uno de cuyos fragmentos se proyecta en la exposición. En él, se ve cómo un hombre pretende extorsionar a otro, de condición homosexual. Chantaje que muchos pondrían en práctica y que llegaría a destruir vidas.
En cuanto llega Hitler al poder, se prohíben las publicaciones de ese tipo, se disuelven los movimientos militantes y se pone en marcha una represión y una persecución feroces. No solo son víctimas hombres y mujeres de origen judío; también lo son homosexuales y lesbianas comunistas, por ejemplo. El antes mencionado Eldorado berlinés, ciudad en la que se harán los primeros arrestos, se convertirá en una sede del partido. Y, lo que es peor, el artículo 175 se endurece en 1935 con penas que podían ir hasta diez años de trabajos forzados, que se completarían en algunos casos con el envío a los campos de concentración.
Las prostitutas y los travestis serán acusados de corruptores de la juventud y deportados, en muchos casos sin haber sido juzgados. Se les quiere apartar de la sociedad, no vaya a ser que animen y perviertan de algún modo… Se consideraba que la homosexualidad era una enfermedad, además contagiosa, por lo que había que separar a este tipo de detenidos del resto. Y eran numerosos los que estaban convencidos de que se debía reeducar a los del 'tercer sexo'.
En la exposición hay cartas, como la que remiten los residentes de un edificio a la Gestapo, en Hamburgo, denunciando que un vecino es homosexual. Como supondrá el lector, uno era culpable hasta que se demostrara lo contrario, y en más de un caso se cometieron tropelías, acusando de homosexual o lesbiana a quien no lo era, simplemente por una denuncia anónima. De las 100.000 personas que se calcula fueron detenidas, la mitad de ellas serían condenadas, y entre 5.000 y 10.000 llevadas a campos de concentración. En algunos casos el hecho de que una persona fuera homosexual o lesbiana no sería reprobado, lo que se penarían serían las presuntas acciones del acusado; actos que, en multitud de casos, no fueron nunca demostrados.
Como se sabe, entre los nazis, así como entre aquellos que colaboraron con el régimen, hubo también homosexuales y lesbianas, como por ejemplo el militar Ernst Röhm, que moriría asesinado la llamada Noche de los Cuchillos Largos, y Martha Mosse, primera mujer comisaria de Policía, aparte de judía, que fue deportada.
Si a un judío se le señalaba con una insignia con la discriminatoria estrella amarilla, a quien prefería las personas de su mismo sexo se le atribuía la del triángulo rosa, y en los campos de concentración estaban en la más baja jerarquía, solo por debajo de los judíos, como recuerda la comisaria de la muestra, quien hace partícipe de recorridos vitales que ponen los pelos de punta. Historias escalofriantes de mujeres, como la de Eva Kotchever, que sería asesinada en Auschwitz, junto a su pareja, Hella Olstein; o las de hombres, como Robert Oelbermann y Rudi Pallas, igualmente de final trágico.
Además del caso alemán, en la exposición del centro memorial del Holocausto parisino se repasan otros, aunque en menor medida, como el austriaco -solo en Viena más de sesenta mujeres fueron enviadas a hospitales, para 'deslesbianizarlas'-, mientras que Italia no penalizaba las relaciones homosexuales y en Francia el escritor Jean Genet encarnará un discurso más intelectual. «En cuanto al caso español, hay estudios que se han llevado a cabo, como los de Geoffroy Huard, que ha publicado obras en francés y castellano», explica Tamagne. Se refiere a 'Los gais durante el franquismo. Discursos, subculturas y reivindicaciones', traducida por Carlos Valdivia Biedma (2020), o la más reciente 'Los invertidos. Verdad, justicia y reparación para gais y transexuales bajo la dictadura franquista' (2021).
¿Y tras las atrocidades y secuelas del pasado, hubo reparación o reconocimiento para los afectados? A favor de ello trabajarían movimientos de gais y lesbianas a partir de los 70. También gracias a víctimas como el deportado político galo Pierre Seel, por ejemplo, se darían pasos hacia ese reconocimiento. Un hombre que, además, relató su tragedia en el libro 'Moi, Pierre Seel, déporté homosexuel' ('Yo, Pierre Seel, deportado homosexual'), uno de cuyos ejemplares se expone en la muestra. La mayoría de estas historias serían archivadas o, algo aún más triste, jamás desveladas por las propias víctimas por temor a volver a sufrir o revivir fantasmas del pasado. Pocos son los recuerdos.
'Homosexuales y lesbianas en la Europa nazi' es una muestra pequeña en cuanto a tamaño, aunque muy intensa en lo relativo a documentos gráficos y emociones, con paneles de testimonios vitales, que se acompañan con grabaciones en vídeo. De entrada gratuita, se recomienda además visitar otras de las salas del que es el centro de archivos de Europa más grande sobre la historia del Holocausto. Un lugar que da la bienvenida con los 76.000 nombres de mujeres, hombres y niños judíos que entre 1942 y 1943 fueron deportados de Francia.
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