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La transparencia
La mirada

La transparencia

Sábado, 17 de junio 2023, 00:05

Entre los nicodemos de la frontera oeste no existe el robo. El motivo no radica en la virtud ni el rigor ético, sino en la fisiología: los nicodemos no pueden esconder nada. Como bien sabe cualquier practicante del latrocinio, sea en su versión pública o ... privada, en menudas partes o al por mayor, un requisito esencial de su ejercicio es la ocultación del objeto: la joya en la faltriquera, el caramelo en el dorso de la lengua, el dinero en ese montón amarillo donde unas monedas se confunden con otras. Pero los nicodemos no pueden: son transparentes. Cuando un nicodemo toma un vaso, el rojo del vino es nítido tras el cristal y la mano que lo sostiene; cuando cruza frente a un ventanal, el paisaje llega a quien lo mira sin la interferencia de brazos o piernas inoportunos; no hay nadie bajo la toalla; la lumbre y las bombillas llenan las habitaciones sin sombras, en cuyas paredes, a lo sumo, se dibuja el vago contorno de una medusa.

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